Con sus 21 kilómetros de playa y aguas cristalinas, Varadero, el más famoso balneario de Cuba, espera renacer tan pronto como la isla reabra sus fronteras al turismo el 15 de noviembre, a pesar de la grave crisis por la pandemia.
“Optimista total (...) para noviembre esto será otra vez el paraíso de siempre”, asegura a la AFP el español Lorenzo Rubio, gerente general del Hotel Royalton Hicacus de Varadero, ubicado en la provincia de Matanzas, a 140 km de La Habana.
Este lunes, el ministerio del Turismo informó que Cuba reabrirá gradualmente sus fronteras a los turistas a partir del 15 de noviembre y flexibilizará sus estrictos protocolos anticovid, con el fin de reactivar esa vital actividad económica.
Según Rubio, quien lleva más de tres décadas administrando hoteles de cinco estrellas, “a partir de noviembre es posible que empecemos a tener algunas cifras más o menos del 2019”, antes de la pandemia.
La remontada no será fácil: entre enero y julio, Cuba recibió 270,639 visitantes extranjeros, apenas una cuarta parte de los captados en el mismo período del 2020 (1′239,099) y una décima de los arribos de enero a julio del 2019 (2′856,761).
Además, la situación sanitaria no ayuda. Enfrentada desde hace dos meses a un fuerte aumento de los contagios de COVID-19 que ha puesto en jaque a sus servicios sanitarios, la isla de 11.2 millones de habitantes acumula 696,904 casos y 5,788 fallecidos.
- “Me siento segura” -
Cuando Cuba decidió reabrir sus fronteras por primera vez desde el inicio de la pandemia en octubre del 2020, lo pagó caro, con un fuerte rebrote de casos a partir de diciembre.
Ahora, las autoridades justifican la nueva reapertura por el “avance del proceso de vacunación en Cuba”.
El país, que ha desarrollado sus propios inmunizantes contra el coronavirus (Abdala y Soberana, no reconocidos por la OMS), espera haber vacunado al 92.6% de la población en noviembre, frente a poco más de un tercio en la actualidad.
La responsable del turismo en Matanzas, Ivis Fernández, explica que, de cara a la temporada alta, que va de noviembre hasta abril, ya se están firmando contratos con agencias de Canadá, Gran Bretaña y Rusia, los principales mercados del balneario, y que “se avizora un incremento en el arribo de visitantes”.
Pero “cualquier pronóstico en el momento actual (...) es muy incierto, porque no sólo depende de cómo se prepare un destino”, sino “de otros elementos que son externos”, precisa.
En realidad, hace ya 10 meses que Varadero recibe a cuentagotas visitantes internacionales, principalmente rusos y canadienses, a través de vuelos charters que están autorizados.
Pero, según Rubio, para un hotel “acostumbrado a tener un 97% de ocupación anual”, ha sido difícil tener que operar durante los últimos meses con la “media bajísima” de unos 300 turistas por mes.
La pandemia, sumada a un recrudecimiento del bloqueo económico de Estados Unidos contra Cuba, significó un duro golpe para una isla que tiene en el turismo uno de sus principales motores económicos, con ingresos de 2,645 millones en el 2019.
- Protocolos relajados -
Tomando sol junto a la piscina del Hotel Internacional de Varadero, que administra la cadena española Meliá, la canadiense Samantha York dice que “si pudiera”, se “mudaría” al balneario. “Me siento segura, el lugar es precioso”, apunta la turista de 25 años.
Ese hotel es uno de los 15 que operan actualmente en Varadero (de un total de 52) y registra un “20% de ocupación”. En “las circunstancias actuales no nos podemos quejar”, dice su directora de Explotación, la española Almudena Rosado.
Fumándose un puro habano por primera vez en su vida en el Royalton, el ruso Serguei Egemenko, de 32 años, dice “no sentir el menor temor de contagiarse con el virus, porque las medidas de seguridad son excelentes”.
Cuando Varadero reabrió el año pasado, la meta oficial era convertirlo en un refugio de sol y playa antiCOVID. “Eso se ha podido lograr”, afirma Fernández: desde abril sólo el “0.1% de los más de 50,000” turistas recibidos dieron positivo al virus.
Cuba exige que los viajeros lleguen con una prueba de PCR negativa, y luego se realicen otra en el aeropuerto a su llegada. De resultar positivo, el turista es trasladado a una Clínica Internacional en Varadero, donde los casos son clasificados.
Los de “bajo riesgo” van a un hotel-hospital del balneario y los que tienen complicaciones de salud al Instituto de Medicina Tropical (IPK) de La Habana.
Según la cartera de Turismo, con la reapertura de fronteras “se relajarán” esos protocolos, que ahora se centrarán “en la vigilancia de pacientes sintomáticos y la toma de temperatura”. Ya no se requerirá el PCR al arribar.
En La Habana, Caridad Seculis sopesa los riesgos de esa decisión.
“Claro que está el temor porque se debe de hacer PCR para controlar todo. Pero bueno, por otra parte (la apertura de fronteras) beneficia al país”, comenta esta residente de la capital cubana de 51 años.