(Foto: Andina)
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y otros países están considerando formas de aprovechar los escasos suministros de para el incluyendo el retraso de las segundas dosis, la reducción del tamaño de las dosis y el cambio de tipos de vacunas entre la primera y la segunda dosis.

Las propuestas han generado un intenso debate entre los científicos. Aquí está el fundamento y la crítica de estas estrategias alternativas:

¿Por qué retrasar la segunda dosis?

En las pruebas clínicas, las compañías probaron dosis específicas de sus vacunas en intervalos de tiempo precisos para demostrar su eficacia. Todas las vacunas COVID-19 aprobadas hasta ahora están diseñadas para enseñar al sistema inmunológico a reconocer y defenderse contra el virus con una primera dosis, y luego proporcionar una segunda dosis para reforzar la lección.

Frente a una pandemia de rápida propagación y a nuevas variantes de coronavirus más transmisibles, algunos países esperan ampliar la inmunización dando protección al mayor número posible de personas con una primera dosis, y retrasando las segundas dosis.

Maximizar el número de personas con inmunidad parcial “debería reducir el número de casos graves de COVID-19 y, por tanto, aliviar la carga de los hospitales”, dijo Michael Head, experto en salud mundial de la Universidad británica de Southampton.

¿Qué hay de cambiar entre vacunas para el COVID?

El mezclar o cambiar las vacunas para el COVID-19 está inducido en gran medida por el mismo objetivo: vacunar a tantas personas como sea posible mientras la pandemia sigue su curso.

Dar una dosis de preparación de una vacuna y una dosis de refuerzo de otra ofrece flexibilidad frente a las inyecciones disponibles, en lugar de retrasar las inyecciones para que los individuos siempre reciban las dosis de la misma vacuna.

¿Se han probado estas estrategias en ensayos rigurosos?

No.

Ninguna de las últimas fases de las pruebas de las vacunas para el COVID-19 comparó estas estrategias de ahorro de dosis o los efectos de la mezcla de vacunas, dijo Stephen Evans, profesor de farmacoepidemiología de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (LSHTM).

Los funcionarios han citado evidencia limitada de ensayos de las vacunas de Pfizer-BioNTech, de la Universidad de Oxford-AstraZeneca y de la Moderna que muestran que hay alguna protección contra el COVID-19 después de la primera dosis.

El regulador de salud de Gran Bretaña (MHRA) dijo el 30 de diciembre que había encontrado una tasa de éxito del 80% para la vacuna Oxford-AstraZeneca cuando se administraban dos dosis completas, con tres meses de diferencia, más alta que el promedio que los propios desarrolladores habían encontrado.

El comité asesor de vacunas del gobierno del Reino Unido dijo el 31 de diciembre que la vacuna Pfizer-BioNTech confería un 89% de protección a partir de dos semanas después de la primera dosis, y que para la vacuna Oxford-AstraZeneca “la evidencia muestra que la dosis inicial ofrece hasta un 70% de protección contra los efectos del virus”. No entregó datos detallados.

Moderna informó de que su vacuna protegía en un 80% después de una dosis, con una eficacia máxima dos semanas después de la primera inyección.

Pero no hay pruebas a largo plazo de que alguna de estas vacunas ofrezca una inmunidad duradera basada en una sola dosis, o cuán eficaces serán si la segunda dosis se retrasa.

BioNTech y Pfizer advirtieron el lunes que no tenían pruebas de que su vacuna continuara siendo protectora si la segunda dosis se administraba más de 21 días después de la primera.

Evans dijo que idealmente “es más seguro y más precavido” usar vacunas en condiciones que coincidan exactamente con las de sus pruebas, pero añadió: “En el mundo real, esto nunca es así”.

Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, dijo a CNN el viernes que es poco probable que Estados Unidos retrase la administración de las segundas dosis.

“Vamos a seguir haciendo lo que estamos haciendo”, dijo.

Asimismo, los científicos han expresado su preocupación por la idea de mezclar dos tipos diferentes de vacunas. Algunos expertos especulan que, debido a que todas las vacunas apuntan a la misma proteína exterior del virus, podrían trabajar juntas para entrenar al cuerpo a combatir el virus.

Pero no hay pruebas de que este enfoque funcione.

“Hay literalmente cero datos. No se ha probado, o si se ha probado, los datos no están disponibles”, dijo John Moore, profesor de microbiología e inmunología en el Colegio Médico Weill Cornell de Nueva York.

¿Qué hay de reducir la cantidad de la vacuna en cada dosis?

En Estados Unidos, algunos funcionarios de salud están considerando la posibilidad de ofrecer medias dosis de la vacuna de Moderna a personas de 18 a 55 años. Hay algunos datos de pruebas clínicas que respaldan esta estrategia.

Moncef Slaoui, asesor principal del programa de vacunas de Estados Unidos, Operación Velocidad Warp, dijo a CBS el domingo que un ensayo de Moderna mostró que la media dosis inducía una “respuesta inmunológica idéntica” a la dosis más alta de 100 microgramos en adultos de 55 años o menos. El gobierno estadounidense está discutiendo el tema con Moderna y los reguladores.

Slaoui dijo que creía que inyectar la mitad del volumen de la vacuna era “un enfoque más responsable que se basaría en hechos y datos”.

Varios científicos estadounidenses estuvieron de acuerdo, pero señalaron que los datos no estaban disponibles públicamente. “Es muy confuso. Quiero ver esos datos”, dijo Eric Topol, experto en genómica y director del Scripps Research Translational Institute en La Jolla, California.

Entonces, ¿estas estrategias son seguras?, ¿funcionarán?

No está claro.

Aunque no hay pruebas científicas sobre el impacto de retrasar las dosis de la vacuna COVID-19, algunos expertos creen que podría ser seguro esperar y que la posible recompensa de proteger a una mayor franja de la población podría valer la pena.

Otros no están tan seguros.

“Simplemente no hay datos”, dijo Ian Jones, un profesor de virología de la Universidad de Reading de Gran Bretaña.

La Sociedad Británica de Inmunología dijo en una declaración el lunes que retrasar una segunda dosis por ocho semanas “probablemente no tenga un efecto negativo sobre la respuesta inmunológica general”. Añadió que no esperaría ningún riesgo adicional de seguridad por el retraso más allá del potencial aumento del riesgo de enfermedad durante el intervalo entre las dosis.

Algunos científicos también dijeron que, si bien no había pruebas que apoyaran la estrategia de mezclar dosis de vacunas de diferentes fabricantes -un método conocido como régimen de vacunación heterólogo de refuerzo-, las pruebas de otras vacunas proporcionaban cierta tranquilidad.

“Basándose en estudios anteriores que combinan diferentes tipos de vacunas, es probable que la combinación de las vacunas de AstraZeneca y Pfizer sea segura”, dijo Helen Fletcher, profesora de inmunología en el LSHTM.

Topol calificó la estrategia de mezcla y combinación como “un gran error” con resultados “impredecibles”, que podrían incluir reacciones adversas o una caída significativa de la eficacia. “No tiene ningún sentido”, dijo.

A algunos les preocupan los problemas de seguridad, particularmente con el retraso de la segunda dosis durante varias semanas. La diferencia podría dar tiempo al virus para evolucionar y desarrollar resistencia a la vacuna.

Una débil protección de anticuerpos también podría aumentar el riesgo de tener una respuesta inmune anormal, cuando las personas se encuentren con el virus real, dijo Topol.

¿Qué tan práctico es prolongar el programa de dosificación?

Prolongar el intervalo plantea riesgos de adherencia, lo que aumenta la posibilidad de que las personas se olviden o no regresen para una segunda dosis.

También aumenta el tiempo durante el cual no están protegidos de manera óptima, y podría dificultar a las autoridades sanitarias el seguimiento de quién ha recibido qué vacuna, cuándo y con qué frecuencia.

Dados estos riesgos, los expertos en inmunología y salud pública afirman que es imprescindible una comunicación clara para garantizar que la gente entienda que, aunque los calendarios de dosificación pueden estar sujetos a cambios, se necesitan dos dosis de la vacuna COVID-19 para ofrecer la mejor protección.