Vladimir Putin. (Foto: Reuters)
Vladimir Putin. (Foto: Reuters)

Las manifestaciones en Bielorrusia y el debilitamiento de su eterno presidente Alexander Lukashenko enfrentan a Vladimir Putin a un complejo cálculo sobre la estrategia a seguir ante un movimiento que no es antirruso, mientras la propia Rusia atraviesa una fase política delicada.

"Los rusos no están muy seguros sobre qué pie bailar", señaló Gustav Gressel, del grupo de expertos europeo ECFR.

"Llegaron a la conclusión de que Lukashenko representa, sin lugar a dudas, un callejón sin salida, pero sería para ellos embarazoso que la crisis se resolviera en las calles. Deben, por lo tanto, instaurar un proceso sobre el que tengan el control".

Hasta el momento, las protestas no tienen connotaciones anti-rusas como las que derrocaron en el 2014 al gobierno pro-ruso en Ucrania, lo que empujó a Moscú a reaccionar anexando la península de Crimea, en nombre de la defensa de la población de lengua rusa en el país y apoyando a sus aliados separatistas del este del país.

Es un elemento clave que lleva a los analistas a creer que un escenario a la ucraniana no será privilegiado. "La situación es totalmente diferente", señaló Anna Maria Dyner, analista del Instituto Polaco de Asuntos Internacionales (PISM).

Además, la situación es también diferente en Rusia, donde Vladimir Putin, con su popularidad disminuida, enfrenta protestas en el Extremo Oriente ruso, cerca de China, tras la detención, el mes pasado, de un gobernador regional.

Por ahora, Moscú ha reaccionado con calma y moderación ante estas manifestaciones en las que se corean consignas anti-Kremlin.

En Bielorrusia, el ruso se habla en todo el territorio, "no hay un sentimiento anti-ruso en la sociedad, y Rusia quiere que esto continúe", así, añadió dijo Dyner.

"Inclusive, con Lukashencko, Putin no pudo conseguir lo que quería" en Bielorrusia, abunda el analista británico Nigel Gould-Davies. Los rusos "ya no están casados con Lukashenko, andan a tientas y ciegas", pero "tampoco son para nada pasivos".

Encontrar una solución

Desconfían y son cautelosos puesto que "si las masas comienzan a percibir a Putin como partidario de Lukashenko, las consignas anti-rusas podrían comenzar a florecer", estimó Stephen Sestanovich, miembro del grupo de expertos estadounidense Council on Foreign Relations.

En consecuencia, Moscú "está buscando una solución", de acuerdo a Gressel. "Lukashenko es alguien que puede ser reemplazado sin que al Kremlin se le caiga el rostro", añadió.

Lukashenko y Putin conversaron varias veces por teléfono la semana pasada, el primero recordando al segundo que le había prometido "ayuda de seguridad".

Sestanovich destaca que Rusia tiene buenas relaciones con las élites de Minsk, donde existe un consenso para mantener buenas relaciones con la potencia vecina.

"Estas conexiones y actitudes favorables ofrecen a Putin varias pistas para encontrar una transición sin Lukashenko", en tanto el movimiento de protesta es polifacético y sin un líder claro.

Una de sus figuras, Svetlana Tijanovskaia, se exilió en Lituania desde donde intenta aunar el descontento que sufren todos los estratos de la sociedad bielorrusa.

Pero, pese a todo, los analistas estiman que no se puede excluir nada, incluido el uso de la fuerza. “Estoy segura de que Rusia está preparada para todas las opciones, incluida la militar, aunque resulte extremadamente costosa para ella”, juzgó Dyner.