El líder supremo iraní, Ali Khamenei, amenazó con “represalias severas” contra Estados Unidos por el asesinato del comandante militar más prominente del país, pero puede estar limitado en sus opciones.
Aunque el ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif, dijo en la televisión estatal que la respuesta de la República Islámica puede llegar “en cualquier momento y por cualquier medio”, las sanciones de Estados Unidos han obstaculizado la economía de su país. Cualquier acción que desencadene una guerra convencional con EE.UU. pone a la potencia musulmana chií en grave desventaja.
Las protestas antigubernamentales también han desafiado el dominio del régimen en Irak, Líbano y en casa. Ahora, con el comandante de Al Quds, Qassem Soleimani, los iraníes han perdido al mismísimo hombre en el que habrían confiado para elaborar una respuesta efectiva.
La estrategia de Teherán desde el retiro del presidente Donald Trump del histórico acuerdo nuclear del 2015, el cual había prometido un acercamiento entre Irán y Occidente, sugiere que cualquier represalia probablemente será medida. Tiene que ser lo suficientemente significativo como para reflejar el estatus de Soleimani, aunque no tanto como para invitar a un conflicto desenfrenado con la superpotencia militar del mundo. Tales represalias controladas podrían incluir un ataque al personal diplomático o ataques cibernéticos.
“No creo que ni EE.UU. ni Irán quieran una guerra total”, afirma Sir Tom Beckett, exteniente general del ejército británico y ahora director ejecutivo del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Oriente Medio. “Estados Unidos necesitaba reafirmar su voluntad de tomar medidas militares junto con su campaña de ejercer la máxima presión económica”. Eso ya se ha hecho. La pregunta más importante es si la eliminación de Soleimani, un héroe nacional para muchos iraníes, resulta haber sido parte de una estrategia más amplia.
Estados Unidos e Irán ya están en guerra para efectos prácticos. Desde al menos la invasión de Irak en el 2003, el enfoque de Soleimani para desafiar el poder estadounidense fue reunir y fortalecer las milicias chiítas en Irak, Líbano, Siria y Yemen. Luego las usó para llevar a cabo una guerra híbrida contra EE.UU. y sus aliados regionales a distancia, sin provocar una respuesta directa de Washington.
La administración Trump planea enviar unos 2,800 soldados de la 82va división aerotransportada del ejército a Kuwait para actuar como elemento disuasorio adicional contra Irán. El nuevo contingente estadounidense se unirá a unos 700 soldados enviados a Kuwait a principios de esta semana como parte del “batallón listo” de reacción rápida de la división, según dos funcionarios estadounidenses que pidieron no ser identificados en la discusión del despliegue. Estados Unidos ya tenía alrededor de 60,000 personas en el área.
Cambia el juego
Administraciones sucesivas, bajo George W. Bush y Barack Obama, decidieron no arriesgarse a una escalada a pesar de la responsabilidad de Soleimani por las muertes de estadounidenses. Ahora es Irán quien tendrá que sopesar los riesgos de una respuesta determinada. En palabras del secretario de defensa de EE.UU., Mark Esper, antes del ataque con drones en Bagdad: “el juego ha cambiado”.
Sin embargo, a pesar de la dura amenaza de Khamenei, es poco probable que Irán alcance una opción máxima, como un ataque con misiles a las bases estadounidenses en Baréin o en otras partes del Golfo. Hacerlo invitaría al suicidio, dicen los analistas.
“Este es un momento intensamente peligroso, pero como siempre con Irán, debemos tener cuidado con las predicciones hiperbólicas”, asegura Suzanne Maloney, subdirectora de política exterior de Brookings Institution. “Teherán tiene mucha práctica para calibrar las represalias en torno a sus intereses reales, que en última instancia conciernen la supervivencia del régimen y represalias con deliberación y precisión”.
En el pasado, fue Soleimani quien hizo esas calibraciones. Veterano de la guerra Irán-Iraq, Soleimani dirigió la unidad de élite del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria que se especializó en la guerra no convencional y las operaciones en el extranjero.
Entre ellas se cuenta una serie de ataques puntuales contra petroleros en el Golfo el año pasado que culminaron con un atrevido ataque contra una instalación petrolera saudí. No se informaron víctimas mortales en ninguno de los ataques, y ni EE.UU. ni Arabia Saudita respondieron.
Red de milicias
La red de milicias de Soleimani parece haber desencadenado su muerte. Destrozaron una base estadounidense en Irak, mataron a un contratista estadounidense y luego irrumpieron en la embajada estadounidense en Bagdad, evocando recuerdos de la crisis de rehenes estadounidenses de 1979 en Teherán.
El jueves, el secretario de estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, dijo que su país había atacado a Soleimani porque tenía información de que estaba planeando nuevos ataques contra personal estadounidense.
Esas milicias siguen siendo la herramienta militar más efectiva y utilizable a disposición de Irán. El segundo después de Soleimani, quien fue nombrado rápidamente como el nuevo jefe de la fuerza Quds, dijo que la estrategia del grupo no cambiaría.
La pregunta, según el estratega militar británico Beckett y otros, es dónde Khamenei optará por atacar y a qué nivel, con una sola acción dramática o múltiples ataques mucho más pequeños que dificultarían que EE.UU. escale nuevamente.
“Es poco probable que los líderes iraníes arremetan a ciegas”, dijo Maloney. “En cambio, disfrutarán de la oportunidad a corto plazo de impulsar el nacionalismo y esperar la mejor oportunidad para infligir daños a los intereses y los aliados de Estados Unidos”.
No es Sarajevo
La consultora de riesgo político Eurasia Group predijo el viernes que la respuesta inmediata de Irán probablemente implicaría enfrentamientos de nivel bajo a moderado dentro de Irak, ataques a las bases estadounidenses por parte de las milicias respaldadas por Irán, acoso renovado al transporte en el Golfo y otros ataques en todo el mundo que podrían ser difíciles de prever. Un ataque cibernético es una opción que los funcionarios iraníes están considerando casi con certeza, según algunos expertos.
Zarif dijo el viernes que las consecuencias de que Estados Unidos mate a Soleimani serán “amplias” y estarán fuera de las manos de Irán debido a la popularidad generalizada del general en la región.
A diferencia del asesinato político en los Balcanes que desencadenó la Primera Guerra Mundial, es probable que las consecuencias del ataque del jueves sean mucho menos extendidas, según Emile Hokayem, del IISS en Londres.
“Este no es un momento Franz Ferdinand”, asegura Hokayem. “Es, en el mejor de los casos, un punto de inflexión. Cientos de miles han estado muriendo en la región durante los últimos 10 años, incluso a manos de Soleimani. Estados Unidos e Irán ya están en guerra”.