Las mujeres que gestan para otros en procesos de subrogación sufren más complicaciones graves durante embarazo que las que se han quedado embarazadas sin asistencia o mediante un proceso de fecundación in vitro convencional, según un estudio publicado hoy en la revista científica Annals of Internal Medicine.
El estudio “Mortalidad materna y neonatal severa entre las portadoras gestacionales”, dirigido por la médico e investigadora en Ostetricia y Ginecología de origen colombiano, María Vélez, ha abierto una línea de investigación hasta ahora apenas explorada por la ciencia a pesar de los años que la gestación subrogada lleva practicándose.
Este, de hecho, es el primer estudio poblacional a gran escala sobre los riesgos de padecer complicaciones severas que tienen las mujeres gestantes y sus bebés en los procesos de maternidad subrogada, tanto durante el embarazo como después del parto.
Vélez, actualmente en la universidad McGill de Montreal y cuando dirigió este estudio en la universidad de Queens (Canadá), ha explicado en una entrevista con EFE que la investigación se basa en el análisis de los datos hospitalarios de 863,017 embarazos en hospitales de la provincia canadiense de Ontario de 2012 a 2021.
La maternidad subrogada es legal en esta provincia canadiense siempre que se haga con fines altruistas y solo medie compensación económica por los gastos que el embarazo haya supuesto para la gestante, ha explicado la investigadora.
De los 863,017 embarazos de más de 20 semanas de gestación registrados en Ontario en la citada década, 846,124 (97.6%) fueron de forma natural, 16,087 (1.8%) por fecundación in vitro convencional, y 806 (0.1%) de maternidad subrogada.
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Riesgo de mortalidad materna severa
Los investigadores se centraron en el riesgo de mortalidad materna severa, que agrupa 41 condiciones del embarazo que pueden provocar la muerte de la mujer, y en el riego de mortalidad neonatal grave: complicaciones que ponen en riesgo la vida de un bebé durante sus primeros 28 días de vida.
El análisis de datos ha evidenciado que el 7.8% de las mujeres embarazadas para una gestación subrogada sufrió riesgo de mortalidad severa durante el embarazo, frente al 4.3% de las mujeres embarazadas mediante una in vitro convencional, o el 2% de las embarazadas de forma natural.
Las tres complicaciones más frecuentes que tuvieron las mujeres embarazadas para procesos de maternidad subrogada fueron hemorragia posparto grave, preeclampsia grave y sepsis puerperal.
Ninguna de las mujeres murió, aunque los datos hospitalarios de Ontario no recogen si las complicaciones sufridas les ocasionaron secuelas posteriores, y hay que tener en cuenta, como indica la investigadora colombiana, que los datos salen de Canadá, un país en el que el riesgo de morir durante cualquier embarazo es muy bajo.
Los partos prematuros (con menos de 37 semanas de gestación) fueron también más comunes en las mujeres embarazadas para procesos de gestación subrogada: un 11% del total los tuvieron; frente al 9.7% de las embarazadas por in vitro convencional y al 6.1% de las embarazadas sin ningún tipo de asistencia.
Donde únicamente no se apreció diferencias por tipo de embarazo fue en el riesgo de mortalidad neonatal grave en los bebés.
Vélez explica que la principal particularidad de la subrogada, donde el embarazo también es in vitro, respecto a un proceso in vitro convencional es que el óvulo no suele ser de la madre gestante y que ésta tampoco ha tenido contacto previo con el semen que forma parte del embrión.
“Sospechamos que hay mecanismos inmunológicos que se activan en una mujer que gesta un embrión por maternidad subrogada que desencadenan un riesgo mayor de complicaciones severas”, ha detallado la investigadora, quien ha asegurado que este es un aspecto que hay que seguir estudiando.
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Cuestiones éticas
“Este estudio pone de relieve lo poco que sabemos del riesgo para la salud de la mujer que actúa como gestante subrogada”, ha señalado Jackie Leach Scully, catedrática de Bioética en la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia), en una reacción a este estudio recogida en la plataforma Science Media Center.
“Esto plantea algunas cuestiones éticas sobre la posible explotación de las mujeres que actúan como portadoras gestacionales y asumen los riesgos del embarazo en nombre de otra persona; y, en segundo lugar, sobre la escasez de datos sobre los riesgos de los embarazos subrogados, lo que es un indicativo de hasta qué punto se toma poco en serio la salud de la mujer”, ha incido Leach Scully.
Preguntada a este respecto, Vélez considera que “hay personas a las que no le interesa que haya datos” sobre la salud de las mujeres durante una gestación subrogada.
“Sería fundamental que hubiese una legislación internacional que garantice que todos los implicados en un proceso de gestación subrogada están informados de los riesgos potenciales para la salud de la mujer gestante antes de iniciar un proceso de maternidad subrogada”, ha concluido la investigadora.
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