“Un médico no abandona a su paciente”. Bajo esa premisa permaneció al frente de su cargo Luiz Henrique Mandetta, el ministro que lideró la batalla contra el Covid-19 en Brasil y que fue retirado este jueves de su cargo por desatender los caprichos del presidente Jair Bolsonaro y opacar al mandatario.
El ministro de Salud de Brasil sabía desde la semana pasada que su salida del Gobierno estaba cerca y hoy, antes de que le fuera anunciado su despido, admitió en una entrevista que estaba “cansado” de chocar con Bolsonaro en la gestión para combatir al coronavirus.
Pragmático y determinado, el titular de la cartera de Salud en Brasil pasó del anonimato a ser el funcionario del Gobierno mejor valorado por su gestión frente a la crisis causada por el nuevo coronavirus en Brasil.
Con un 76% de aprobación, según un sondeo divulgado a comienzos de abril por Datafolha, Mandetta eclipsó al propio presidente de Brasil que tan solo obtuvo un 33% de los avales, por su labor para enfrentar el mortal virus amparado en la "ciencia".
A pesar de su carácter discreto, el responsable de la cartera de Salud no paró de insistir en la necesidad de que la gente permaneciera en sus casas y de actuar en base a la "ciencia", un mensaje que desagradó al mandatario brasileño, quien le llegó a pedir "humildad" a su ministro
La situación comenzó a ser insostenible en los últimos días para Mandetta que dejó de lado su reconocida diplomacia y reconoció públicamente que era muy difícil trabajar sin manejar un mismo discurso con Bolsonaro que insistía en restarle valor al virus.
Mientras estuvo frente a la crisis, tampoco perdió el principio de todo buen médico y a sus 55 años se mantuvo sin descanso pendiente de Brasil como el paciente que le fue encomendado y al que tenía que ayudar a superar la enfermedad del Covid-19.
La tarea no era fácil. Debía velar por 210 millones de habitantes, en un país con un servicio de salud deficiente y con una extensión territorial de 8.5 millones de kilómetros cuadrados.
A eso se sumaba una bomba de tiempo a punto de explotar en las más de 6,300 favelas de Brasil, donde unos 15 millones de personas de escasos recursos viven en condiciones de hacinamiento.
Cada día el número de infectados se multiplica y según los últimos datos oficiales, el Covid-19 ya ha causado más de 1,900 muertos y el número de contagiados sobrepasa los 30,400.
Mantener el foco
"Mantener el foco" (en la pandemia) -la frase que el funcionario repetía a diario en las ruedas de prensa- se convirtió en una especie de mantra que le ayudó a centrarse cuando el líder ultraderechista insistía en derrumbar la estrategia para frenar al virus y mandar a la gente a la calle para que "Brasil no parara".
Con diplomacia, Mandetta manejó las polémicas declaraciones contra la pandemia de su superior, fue un eje articulador entre el Congreso y los gobiernos regionales y un líder escuchado y seguido en la batalla.
También tuvo que enfrentar la "desobediencia" de Bolsonaro que a sus 65 años, en plena edad de riesgo, no ha tenido reparos en salir en varias oportunidades a las calles "para escuchar al pueblo", ha promovido manifestaciones e insiste en que la economía del país no puede parar y que la gente debe salir a trabajar para "ganarse el pan".
Un médico con alma política
Nacido en Campo Grande, la capital del estado de Mato Grosso do Sul, Mandetta es médico, carrera que comenzó en el Hospital General del Ejército en 1993.
Cuenta con una especialización en gestión de servicios de salud en la Fundación Getulio Vargas y un posgrado en ortopedia pediátrica del "Scottish Rite Hospital for Children" en Atlanta.
El ministro comenzó su carrera política en su ciudad natal, como secretario municipal de Salud (2005-2010), y posteriormente fue elegido diputado federal por tres períodos consecutivos, con mandato hasta el 2022 por el partido centroderechista Demócratas.
Fue en el Congreso donde conoció a Bolsonaro, cuando, junto con el ultraderechista, hacían oposición al Gobierno de la entonces presidenta Dilma Rousseff (2010-2016), la ahijada política de Luiz Inácio Lula da Silva, y destituida del cargo por un juicio político.