La Ruta de la Seda, la milenaria y extensa red comercial abierta por China en el siglo I a.C., y el Qhapaq Ñan, el entramado de caminos que comunicaba el vasto imperio inca, han confluido en la inspiración de un grupo de jóvenes diseñadores de Ecuador para crear piezas de moda con la esencia asiática y andina de esos dos grandes patrimonios de la humanidad.
El Qhapac Ñan, con unos 30,000 kilómetros de vías que conectan a Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, estratégicas para la unificación, crecimiento y organización del imperio inca, ha quedado ahora plasmado en distintos detalles de una serie de trajes que transmiten poderío, paz y armonía.
Los típicos dragones y detalles de las delicadas porcelanas chinas aparecen en algunos de las creaciones alegóricas a la famosa Ruta de la Seda, una vía comercial que conectaba Europa y Asia, por la que circulaban mercancías, conocimiento científico, cultura y religión.
En el 2014, las dos rutas fueron reconocidas por la Unesco como patrimonio de la humanidad, un pretexto que sirvió al Instituto Superior Tecnológico de Turismo y Patrimonio Yavirac de Ecuador para diseñar una gala en conmemoración de los 44 años del centro histórico de Quito como patrimonio cultural de la humanidad.
“Quito es uno de los ejes principales que tuvo el Qhapac Ñan porque era para ellos el lugar más especial en donde el sol caía verticalmente”, comenta a Efe Iván Borja, rector del Yavirac.
Patrimonio vivo que une fronteras
Para el Yavirac, el Qhapac Ñan es un patrimonio vivo, y con el afán de rescatar su riqueza, arte y cultura, los estudiantes de la carrera de Diseño de Modas fusionaron lo contemporáneo con lo antiguo, lo abstracto con lo real y lo técnico con lo artístico.
Con la manipulación textil, prelavados industriales y artesanales, bordados, pedrería, sublimados, cortes láser y otros se han creado ternos (trajes) de hombres, vestidos cortos y largos, algunos con largas capas, que guardan entre sus costuras representaciones andinas, asiáticas y europeas.
Vestidos de cóctel con pedrería aplicada a mano contrastan con la seda para crear una armonía que hace mención a la laguna roja, situada en el norte de Chile y la minería de la ruta del cobre.
Diseños estilizados y ceñidos con drapeados y flecos, y una paleta de colores inspirada en los distintas tonalidades cálidas y frías del maíz y la paja aparecen en otros trajes que se presentan esta noche en la gala cultural de moda inspirada en las dos rutas “que unen fronteras”.
Por las pasarelas desfilarán modelos en trajes con delicadas referencias a la arquitectura griega y romana, con detalles de cúpulas de iglesias sutilmente plasmadas en tejido de guipur sobre capas, que danzan al contoneo del caminar, y vestidos que presentan columnas griegas hechas en pedrería.
Ruta de pensamiento e identidad
Liliana Galarza, docente del Yavirac, explica a Efe que la mayor parte de los trajes se elaboraron con seda, y en uno de ellos representaron las flores que crecen en la ruta que une los seis países suramericanos, mientras en otro interpretaron la fortaleza de Atahualpa, y en uno más “la paz y tranquilidad del mar”.
“El color azul del traje representa la fortaleza de Atahualpa”, el último soberano inca, dice a Efe Darwin, enfundado en un terno formal de seda, drapeado y complementado con tela de casimir.
A su lado, Leonardo lucía un traje de seda inspirado en el “camino de mar”, con fondo oscuro en referencia a las profundidades del océano, y plagado de iconografías inspiradas en las olas, el hábitat marino y la fortaleza del piélago.
Para el diseño de las vestimentas inspiradas en la pólvora, uno de los inventos más importantes de China, bordados y pedrería representan sus formas de explosión, mientras el color rojo hace referencia a la energía y el fuego por la combustión de diferentes elementos químicos.
Así, abrigos y chaquetas, pantalones y camisas, trajes con silueta rectangular, triángulo invertido, trapecio, con cortes simétricos y asimétricos en los que se han interpretado la Rutas de la Seda y el Qhapac Ñan hacen que la gala del Yavirac, más que un desfile de modas, sea un viaje de pensamiento e identidad.