Brasil exportó unas 110 toneladas de oro a una veintena de países el año 2020, fruto de una nueva fiebre que amenaza a la mayor selva del planeta pues la búsqueda del precioso metal tiene en riesgo a 6.2 millones de hectáreas de reservas indígenas y ambientales, según investigaciones de una ONG.
Los precios del oro escalaron por culpa de la pandemia del coronavirus y las ventas del metal en el 2020 le dejaron al gigante suramericano US$ 4,900 millones, un valor en un 60% superior al del 2019 y 18 veces mayor al registrado una década atrás.
Los datos son del Instituto Escolhas, una organización que promueve el desarrollo sostenible en Brasil y que descubrió que parte del oro exportado tenía alguna inconsistencia, pues el 16.8% del embarcado al exterior en el 2020 no fue notificado en algún registro de producción, y el 17.2% del producido fue fruto de la minería ilegal.
Las investigaciones revelaron el descontrol que existe sobre la comercialización del oro en Brasil y cómo esto ha contribuido con la devastación de la selva.
De acuerdo con los expertos, la minería ilegal es una de las principales causas de la deforestación de la Amazonía brasileña, que en el 2020 perdió unos 8,500 kilómetros cuadrados de selva, según cifras oficiales.
“En los últimos cinco años la devastación de la Amazonía (brasileña) creció cinco veces solo por cuenta de la actividad minera”, aseguró Larissa Rodrigues, gerente de proyectos de la ONG y coordinadora de las investigaciones.
En riesgo bajo la venia de Bolsonaro
La búsqueda de oro tiene en riesgo a cerca de 6.2 millones de hectáreas de reservas ambientales o indígenas en la Amazonía -un área equivalente a dos Bélgicas-, en las que se adelantan investigaciones para la explotación del metal o existen pedidos para iniciar los estudios.
Aunque en el país está prohibida la extracción de oro en reservas indígenas, 2.4 millones de hectáreas de estas tierras nativas están en la mira para la exploración aurífera. Para el caso de las áreas ambientales protegidas, el número de procesos abarca 3.8 millones de hectáreas.
De acuerdo con la regulación del sector minero, la fase de investigación es el primer paso antes de la extracción minera. En el 2020 las solicitudes abarcaban 85 territorios nativos y 64 reservas ecológicas.
Solo en el territorio Yanomami, la mayor reserva indígena de Brasil, que abarca parte de Amazonas y Roraima, estados fronterizos con Colombia y Venezuela, se identificaron peticiones para buscar oro en 749,000 hectáreas.
Y es que el número de solicitudes aumentó considerablemente desde el 2018, con un récord de 31 registros en el 2020, un hecho que los expertos atribuyen a la política permisiva del actual mandatario brasileño, Jair Bolsonaro.
Desde que estaba en la campaña presidencial, en el 2018, y después de llegar al poder, el 1 de enero del 2019, el líder ultraderechista ha incentivado la minería en reservas indígenas de la Amazonía.
Actualmente cursa en el Congreso un proyecto de iniciativa del Gobierno para liberar esa actividad en territorios nativos y regularizar las extracciones ilícitas que allí se llevan a cabo.
Parte del oro exportado es ilegal
Canadá, Suiza, Polonia, Reino Unido, Italia, Emiratos Árabes e India fueron los principales destinos del oro enviado por el gigante suramericano, entre 19 países importadores el año pasado.
Datos oficiales señalan que Brasil produjo legalmente 91.9 toneladas del metal, es decir, que de las 110.6 toneladas de oro exportadas en el 2020, unas 19 toneladas eran ilegales.
Además de eso, unas 18.6 toneladas no fueron notificadas en los registros de producción de algunas regiones exportadoras.
De acuerdo con las investigaciones, 14 estados vendieron algún volumen de oro ilegal en el exterior, pero los siete que hacen parte de la Amazonía brasileña produjeron mucho más oro del que exportaron, mientras que otras regiones del país vendieron mucho más oro del que produjeron, lo que sugiere que el metal fue “blanqueado” antes de su exportación.
“Hoy en día es muy fácil extraer oro ilegal y legalizarlo (blanquearlo o lavarlo), para que entre en el mercado formal. Tanto el precio del oro como esa falta de control hacen que la ilegalidad sea incentivada”, señaló Rodrigues.Brasil exportó unas 110 toneladas de oro a una veintena de países el año 2020, fruto de una nueva fiebre que amenaza a la mayor selva del planeta pues la búsqueda del precioso metal tiene en riesgo a 6.2 millones de hectáreas de reservas indígenas y ambientales, según investigaciones de una ONG.
Los precios del oro escalaron por culpa de la pandemia del coronavirus y las ventas del metal en el 2020 le dejaron al gigante suramericano US$ 4,900 millones, un valor en un 60% superior al del 2019 y 18 veces mayor al registrado una década atrás.
Los datos son del Instituto Escolhas, una organización que promueve el desarrollo sostenible en Brasil y que descubrió que parte del oro exportado tenía alguna inconsistencia, pues el 16.8% del embarcado al exterior en el 2020 no fue notificado en algún registro de producción, y el 17.2% del producido fue fruto de la minería ilegal.
Las investigaciones revelaron el descontrol que existe sobre la comercialización del oro en Brasil y cómo esto ha contribuido con la devastación de la selva.
De acuerdo con los expertos, la minería ilegal es una de las principales causas de la deforestación de la Amazonía brasileña, que en el 2020 perdió unos 8,500 kilómetros cuadrados de selva, según cifras oficiales.
“En los últimos cinco años la devastación de la Amazonía (brasileña) creció cinco veces solo por cuenta de la actividad minera”, aseguró Larissa Rodrigues, gerente de proyectos de la ONG y coordinadora de las investigaciones.
En riesgo bajo la venia de Bolsonaro
La búsqueda de oro tiene en riesgo a cerca de 6.2 millones de hectáreas de reservas ambientales o indígenas en la Amazonía -un área equivalente a dos Bélgicas-, en las que se adelantan investigaciones para la explotación del metal o existen pedidos para iniciar los estudios.
Aunque en el país está prohibida la extracción de oro en reservas indígenas, 2.4 millones de hectáreas de estas tierras nativas están en la mira para la exploración aurífera. Para el caso de las áreas ambientales protegidas, el número de procesos abarca 3.8 millones de hectáreas.
De acuerdo con la regulación del sector minero, la fase de investigación es el primer paso antes de la extracción minera. En el 2020 las solicitudes abarcaban 85 territorios nativos y 64 reservas ecológicas.
Solo en el territorio Yanomami, la mayor reserva indígena de Brasil, que abarca parte de Amazonas y Roraima, estados fronterizos con Colombia y Venezuela, se identificaron peticiones para buscar oro en 749,000 hectáreas.
Y es que el número de solicitudes aumentó considerablemente desde el 2018, con un récord de 31 registros en el 2020, un hecho que los expertos atribuyen a la política permisiva del actual mandatario brasileño, Jair Bolsonaro.
Desde que estaba en la campaña presidencial, en el 2018, y después de llegar al poder, el 1 de enero del 2019, el líder ultraderechista ha incentivado la minería en reservas indígenas de la Amazonía.
Actualmente cursa en el Congreso un proyecto de iniciativa del Gobierno para liberar esa actividad en territorios nativos y regularizar las extracciones ilícitas que allí se llevan a cabo.
Parte del oro exportado es ilegal
Canadá, Suiza, Polonia, Reino Unido, Italia, Emiratos Árabes e India fueron los principales destinos del oro enviado por el gigante suramericano, entre 19 países importadores el año pasado.
Datos oficiales señalan que Brasil produjo legalmente 91.9 toneladas del metal, es decir, que de las 110.6 toneladas de oro exportadas en el 2020, unas 19 toneladas eran ilegales.
Además de eso, unas 18.6 toneladas no fueron notificadas en los registros de producción de algunas regiones exportadoras.
De acuerdo con las investigaciones, 14 estados vendieron algún volumen de oro ilegal en el exterior, pero los siete que hacen parte de la Amazonía brasileña produjeron mucho más oro del que exportaron, mientras que otras regiones del país vendieron mucho más oro del que produjeron, lo que sugiere que el metal fue “blanqueado” antes de su exportación.
“Hoy en día es muy fácil extraer oro ilegal y legalizarlo (blanquearlo o lavarlo), para que entre en el mercado formal. Tanto el precio del oro como esa falta de control hacen que la ilegalidad sea incentivada”, señaló Rodrigues.