Por Jim Bianco
La era de Christine Lagarde en el Banco Central Europeo nació apenas hace una semana, pero estos primeros días generan preocupación porque sus intenciones políticas podrían socavar la confianza en la institución.
Más específicamente, se espera que Lagarde use el poder de su nueva posición para impulsar ideas que las élites europeas prefieren —como una coordinación fiscal más estrecha— pero que en general preocupan a las poblaciones más amplias. Usar a un banco central como instrumento para forzar objetivos políticos controvertidos no es una buena idea, pero Lagarde parece decidida a llevar al BCE en esta dirección. En una entrevista la semana pasada con la radio francesa RTL, Lagarde dijo:
"Aquellos que tienen margen de maniobra, que tienen un superávit presupuestario, es decir, Alemania, Países Bajos, ¿por qué no utilizar ese superávit presupuestario e invertir en infraestructura? ¿Por qué no invertir en educación? ¿Por qué no invertir en innovación para permitir un mejor reequilibrio?".
Normalmente es responsabilidad de los funcionarios electos decirle a los alemanes que no están gastando lo suficiente en escuelas, o a los holandeses que tienen demasiados baches, no de la presidenta de su banco central colectivo. ¿La presidenta francesa del BCE dará el siguiente paso y castigará a Alemania si no gasta en escuelas al nivel que ella considera apropiado?
Los banqueros centrales entendieron hace mucho tiempo el riesgo de que tecnócratas no elegidos hagan tales declaraciones. El movimiento populista de Europa es, en parte, justamente un bloqueo a este tipo de exigencias tecnócratas, pero Lagarde corre el riesgo de enardecer aún más la situación.
En términos de tasas de interés negativas, la mayoría de los banqueros y ejecutivos de seguros piensan que son una mala idea porque dañan la base del sistema financiero. Lagarde sugiere que son una buena idea y que han mejorado las cosas, como también indicó la semana pasada:
"¿No estaríamos hoy en una situación de desempleo mucho más alto y una tasa de crecimiento mucho más baja? Y, ¿no es cierto que, en última instancia, hemos hecho lo correcto para actuar a favor del empleo y el crecimiento en lugar de la protección de los ahorradores?"
Sin embargo, esos ahorradores son a menudo población pobre con escasos ahorros que carece de las opciones de inversión que tienen los ricos. Cuando se le preguntó a Lagarde por qué Europa estaba cerca de una recesión o en recesión, ella respondió que el problema era la cuenta de Twitter del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no ninguna de las políticas que Europa ha seguido.
Lagarde también ha intervenido en los llamados bonos verdes o financiamiento de deuda para combatir el cambio climático. Ella está a favor de usar el balance del BCE para comprarlos. Es un objetivo loable, pero político a pesar de todo.
Si la política del BCE es aumentar su balance para comprar bonos verdes, ¿puede detenerse alguna vez? ¿Qué sucede cuando la economía europea de un giro y la inflación se acelere, y el BCE necesite reducir su balance? ¿Puede hacerlo sin ser acusado de poner en riesgo el clima? No es bueno estar en esta situación en un banco central.
Lagarde no debería usar el poder y el prestigio del BCE para intimidar a países miembro e incluirlos en sus prioridades y objetivos. Si continúa, podría impactar potencialmente a todos los bancos centrales.