Jim Simons, el matemático e inversionista que creó lo que muchos en el mundo de las finanzas consideran la mayor máquina de hacer dinero del mundo en su empresa Renaissance Technologies, falleció a los 86 años.
El deceso se produjo hoy en la ciudad de Nueva York, según su fundación benéfica, que no dio a conocer la causa.
Al pasar del mundo académico a la inversión, Simons evitó las prácticas habituales de los administradores de fondos y se inclinó por el análisis cuantitativo, es decir, por la búsqueda de patrones en los datos que predecían cambios en los precios. Su técnica tuvo tanto éxito que llegó a ser conocido como el “Rey Quant”.
En Renaissance, ubicada a unos 100 kilómetros al este de Manhattan, en la tranquila localidad neoyorquina de East Setauket, Simons evitó contratar a veteranos de Wall Street. En su lugar, buscó matemáticos y científicos, incluidos astrofísicos y descifradores de códigos, que pudieran encontrar información útil para la inversión en los terabytes de datos que su empresa absorbía cada día, desde las manchas solares hasta el tiempo en el extranjero.
Durante más de tres décadas, sus rendimientos superaron sistemáticamente a los de los mercados, a pesar de que la potencia de las computadoras se abarataba y los competidores hacían todo lo posible por imitar el éxito de Renaissance creando sus propios algoritmos complejos para gestionar sus fondos.
“Solo hay unas pocas personas que realmente han cambiado la forma en que vemos los mercados”, dijo Theodore Aronson, fundador de AJO Vista, una empresa de gestión cuantitativa de fondos, a la revista Bloomberg Markets en 2008. “John Maynard Keynes es uno de los pocos. Warren Buffett es uno de los pocos. También lo es Jim Simons”.
Simons, que fue descifrador de códigos para el Gobierno estadounidense, se negó a dar detalles sobre cómo obtuvo más de cuatro veces la rentabilidad del índice S&P 500 en su fondo más famoso, Medallion. Desde 1988 hasta 2023, el fondo generó una asombrosa rentabilidad anual promedio de casi el 40%, incluso después de elevadas comisiones, lo que convirtió a Simons y a tres colegas en multimillonarios.
Su fortuna se estimaba en US$ 31,800 millones, convirtiéndolo en la 49ª persona más rica del mundo, según el índice de multimillonarios de Bloomberg.
Los clientes y las personas con información privilegiada pagaban generosamente por confiar sus fondos a Simons. Llegó a aumentar las comisiones al 5% de los activos y al 44% de las ganancias, entre las más altas del sector. Creyendo que los algoritmos que la empresa utilizaba para negociar acciones, bonos y materias primas no funcionarían si Medallion crecía demasiado, pronto empezó a limitar el acceso al fondo.
En 1993, Simons dejó de aceptar dinero nuevo de los clientes de Medallion y, en 2005, expulsó por completo a las personas ajenas a la empresa y solo permitió invertir a los empleados. Devolvió las ganancias todos los años, limitando el tamaño del fondo a alrededor de US$ 10,000 millones.
Abrió más fondos para el público en general. En ocasiones, la disparidad en su desempeño era impactante. En 2020, el fondo Medallion ganó un 76% mientras que los fondos públicos acumulaban pérdidas de dos dígitos.
Muchos competidores intentaron sin éxito replicar la fórmula secreta del fondo Medallion. Simons renunció al cargo de director ejecutivo en 2010 y a la presidencia en 2021.
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