El sector del aluminio mexicano acoge como una “gran oportunidad” el tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) que entra en vigor el próximo 1 de julio, aseguró el presidente de la Cámara Nacional de la Industria del Aluminio (Canalum), Ramón Beltrán.
"El Gobierno de México y el sector industrial hicieron un gran papel para poder tener un T-MEC renovado. Para el sector del aluminio significa grandes oportunidades", aseveró.
Destacó dos hechos diferenciales que pueden beneficiar a la industria del aluminio y "generar más trabajo": la guerra comercial que Estados Unidos mantiene con China y la depreciación del peso mexicano.
“China es el primer productor de aluminio del mundo”, explicó el empresario tras asegurar que ese país genera el 57% del aluminio primario del mundo, por lo que las tensiones entre el gigante asiático y el estadounidense pueden posicionar mejor a un socio clave geográficamente como México.
En el 2018, la industria mexicana del aluminio, que mueve unos US$ 15,000 millones anualmente y representa el 0.8% del Producto Bruto Interno (PBI), exportó 420,000 toneladas al mercado de Estados Unidos.
Beltrán enfatizó que la depreciación reciente del peso mexicano frente al dólar también "generará que los productos mexicanos como el aluminio sean mejor valorados en este intercambio".
La Canalum, adscrita a la Confederación de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos (Concamin), participó directamente en las conversaciones del T-MEC pese a tener poco más de tres años de historia.
Los alumineros participaron en México, Canadá y Estados Unidos como parte del Cuarto de Junto, un organismo asesor en esas negociaciones conformado por empresarios y especialistas.
"El aluminio se vio favorecido en estas negociaciones. No tuvimos ninguna repercusión con las reglas de origen, no tuvimos ningún incremento", manifestó Beltrán, aunque reconoció que algunas iniciativas del Gobierno norteamericano querían modificar cómo se evaluaba el aluminio de México que se exporta a Estados Unidos.
El mayor escollo al final de la negociación del T-MEC, relató Beltrán, fue la petición estadounidense de instalar una planta transformadora de aluminio (lo que se llama "smelter") en México en un plazo de cinco años, una opción que finalmente pudieron sortear.
"Un smelter que produce muy poco, 100,000 toneladas al año, ocupa una extensión de territorio de al menos 20 hectáreas y tiene un consumo energético de luz equivalente a los estados de Tamaulipas y Veracruz juntos por mes", precisó.
La cámara del aluminio ya tenía experiencia negociando con las autoridades estadounidenses, ya que en el 2018 consiguieron revertir las medidas arancelarias del 10% que ese país impuso a casi todo el mundo.