El grave incendio industrial de Matanzas ha agravado la crisis energética que padece Cuba, que este jueves no pudo satisfacer un tercio de la demanda eléctrica.
Los cortes eléctricos se multiplican en los últimos días por toda la isla, con zonas padeciendo hasta diez horas seguidas de apagón, lo que tiene importantes repercusiones económicas y sociales en un país que padecía ya una grave crisis.
“Lo que hay que hacer aquí es celebrar los alumbrones”, asegura entre la resignación y la ironía Amarilis, una vecina del distrito de La Habana Este empleando el término acuñado por los cubanos para referirse a los momentos en los que sí hay electricidad.
La situación, que algunos ya comparan con las penurias del Período Especial de principios de los años noventa, tras el derrumbe del bloque soviético, se ha ido deteriorando gradualmente en los últimos cuatro meses por un cúmulo de circunstancias estructurales y coyunturales.
La parada de la central Antonio Guiteras de Matanzas -una de las mayores del país- a causa del incendio de los depósitos de combustible ha exacerbado los problemas. Los esfuerzos de los últimos dos días para sincronizarla con el sistema no han tenido éxito por el momento.
La estatal Unión Eléctrica (UNE) estimó en un comunicado para este jueves una afectación máxima de 1,071 megavatios (MW) sobre una demanda de 3,000 MW en el horario de mayor consumo.
Esto significa que en el llamado horario pico uno de cada tres bombillos del país no podrá encenderse.
La UNE calculó asimismo que el déficit energético, la diferencia entre la demanda esperada (3,000 MW) y la oferta (1,999 MW), alcanzará los 1,001 MW. Esto supone más del 50% de la capacidad de generación.
El horario de mayor consumo en Cuba es entre las últimas horas de la tarde y las primeras de la noche, cuando muchos regresan a casa, ponen en marcha los aires acondicionados y ventiladores de sus salones y dormitorios, preparan la cena en cocinas eléctricas y encienden televisores y equipos de música.
Esto también se traduce en frustración. La iniciativa periodística independiente Proyecto Inventario ha recopilado imágenes de más de 40 pequeñas protestas por este motivo entre el 14 de julio y el 9 de agosto.
Los cortes, sin embargo, no se limitan a esas horas. La UNE estimaba que las afectaciones en el suministro iban a producirse en esta jornada durante todo el día.
En julio hubo apagones en 29 de los 31 días del mes, según datos de la compañía eléctrica cotejados por Efe.
Parálisis económica y social
Esto implica paralizar la vida diaria y la actividad económica. Muchos hoteles, tiendas, oficinas y restaurantes se han visto forzados a limitar su actividad.
Los padres protestan en redes porque sus hijos no pueden dormir por el calor (y abrir las ventanas es peligroso con el actual brote de dengue).
El abogado cubano y doctorante en la Universidad de Salamanca (España) Luis Carlos Battista habló del “efecto en cadena” que los apagones tienen en la economía, que lastran del turismo al transporte, pasando por el comercio y el consumo.
Cuba cuenta con 13 centrales termoeléctricas, responsables de dos tercios de la generación. Ocho terrestres al límite de su vida estimada y cinco flotantes, rentadas en los últimos meses a una empresa turca para paliar los problemas de su infraestructura fija.
El gobierno cubano ha explicado que los problemas del sistema energético nacional se deben a las roturas en las centrales -con déficit de mantenimiento, repuestos e inversión-, la falta de combustible y los mantenimientos programados.
El país se encuentra en una grave crisis económica desde hace casi dos años por la confluencia de la pandemia, el endurecimiento de las sanciones de Estados Unidos y los fallos en la gestión nacional.
Escasez de combustibles
A los cortes en el suministro se suma la escasez de combustible, un problema que arrastra la economía cubana desde hace meses y que también se ha agravado recientemente por el incendio de Matanzas, calificado como el mayor desastre industrial de la historia del país.
En los cuatro grandes depósitos calcinados -de una base de carácter estratégico para el país- había crudo vital para las termoeléctricas, pero también varios tipos de combustible, incluidos los destinados a automóviles.
Este jueves los vehículos esperando repostar frente a los escasos servicentros -gasolineras- surtidos de La Habana formaban largas colas con horas de espera. Desde hace más de una semana es prácticamente imposible encontrar diésel en la capital.
El diésel es además el combustible de los grupos electrógenos a los que recurren empresas, restaurantes y algunos negocios cuando llegan los apagones, por lo que es previsible que la escasez de combustible se recrudezca y los cortes eléctricos sean más difíciles de esquivar.
Cuba tiene problemas para lograr las divisas necesarias para adquirir crudo en el exterior -en gran medida porque su sector turístico no ha logrado recuperarse del golpe del COVID-19- y además su principal proveedor, Venezuela, está suministrándole menos cantidad.
Los expertos coinciden en destacar que estos problemas de la economía cubana son de difícil solución, porque implican una gran financiación, tiempo y atajar causas que, en parte, están fuera del alcance del gobierno cubano.