El confinamiento ha impactado en los hábitos de consumo en países como Francia, donde el “placer” de consumir convive con la angustia de volver a las tiendas y muchos consumidores se plantean en el futuro privilegiar los productos locales y el “comprar menos, pero mejor”.
Eso en un panorama muy incierto debido a la pandemia del coronavirus y las medidas para contenerla que provocan una disminución del poder adquisitivo y un aumento de las desigualdades.
El 57% de los franceses considera que muchas cosas cambiarán en su forma de vida después del confinamiento y el 43% restante ve este período como un mero paréntesis, según un sondeo del Observatorio Cetelem.
"Aunque a tres cuartas partes de ellos no les afecta económicamente, el 25% lamenta pérdidas significativas en sus ingresos y el 80% (40 puntos más que en marzo) cree que los precios han aumentado, lo que afecta a su presupuesto", señala el Observatorio.
Después de este período de frugalidad, el 47% de los franceses espera recuperar rápidamente el "placer de consumir" y el 53% afirma en cambio tener la intención de "desacelerar" el consumo.
Por último, según el estudio, para apoyar a la economía (87%) pero también a los productores en dificultad (89%), el "made in France" es un objetivo para el 83% de los franceses.
"Consumir menos, mejor y local está más que nunca en el centro de sus preocupaciones", sostiene el estudio.
División y frustraciones
Fuertes antojos, pero también preocupaciones, según Philippe Moati, cofundador del Observatorio para la Sociedad y el Consumo (Obsoco).
Moati explicó en la radio France Culture que el choque económico "aceleraría la división de la sociedad en dos partes nada iguales: aquellos que querrán acelerar la transición a otra cosa", el famoso "consumir menos pero mejor", y "aquellos que están ansiosos por recuperar el mundo de antes, con todas las frustraciones que esto puede generar", debido a una situación financiera deteriorada.
Según Emmanuel Le Roch, director general de la Federación de comercio especializado Procos, "no hay que preocuparse por las ganas de la gente por el consumo, sino por los flujos en las tiendas", menos frecuentadas debido "al miedo a ir a lugares donde hay gente". Y la superficie de cada tienda se dividirá en promedio por cuatro debido al "distanciamiento social".
A diferencia del preconfinamiento, cuando los clientes acudían mucho pero compraban poco, "los únicos que vendrán a la tienda no irán para dar un paseo" sino con una idea precisa de compra, que tendrá que realizarse rápidamente por temor a un posible contagio, un comportamiento que puede perjudicar, al menos inicialmente, las llamadas compras impulsivas, explica Le Roch.
Comunidad
"Estamos saliendo de un momento angustioso y complicado para el comercio y vamos a entrar en uno más complicado todavía porque tendremos que pagar de nuevo los salarios, las cargas sociales etc... sin estar seguros de que los ingresos entren", afirma.
Carole Walter, directora general de la consultora Easyence, destaca dos tendencias anteriores a la crisis, pero que se aprecian "mucho" ahora.
En primer lugar, dijo que la gente ha "redescubierto" los negocios locales: esta tendencia a comprar localmente "casi se ha impuesto" con la necesidad de "estar en una comunidad, que permanecerá a largo plazo, y tendrá consecuencias tanto en el marketing como en el surtido de las tiendas".
Otra tendencia muy fuerte: "el fin del concepto del cliente-rey" y el advenimiento del cliente "miembro de un ecosistema", que "prestará atención a la vendedora y a la persona que coloca en las estanterías y acepta hacer cola o ponerse una mascarilla si es para proteger a los demás".
Al final, concluye Moati: “No me sorprendería que muchos se dieran cuenta de que tener tiempo para ellos, pasar tiempo con sus seres queridos, disfrutar de sus pasiones, ocio, es tal vez más importante que trabajar como una bestia para tener dinero para gastar tontamente”.