Haciendo malabarismos entre dos hipotecas y varios trabajos, Abdalá persigue el sueño de su vida: construir su casa propia. Pero las recientes medidas de austeridad reducen sus esperanzas.
Bajo la doble presión del COVID-19 y la caída de los precios del petróleo, el 11 de mayo Riad triplicó el importe del impuesto al valor añadido (IVA) y anunció el cese de las prestaciones sociales.
Estas decisiones, en plena recesión, marcan un giro arriesgado. Socavan los cimientos del estado de bienestar de Arabia Saudita, dejando a una gran parte de la población, principalmente a los jóvenes, con ingresos bajos, poco empleo y condiciones de vida degradadas.
En un país en el que no hace mucho tiempo se desconocía el concepto mismo de impuestos, este cambio podría alimentar el resentimiento contra el príncipe heredero Mohamed Bin Salmán, dirigente de facto del país.
Para Abdalá, de 40 años, la introducción de un IVA de 5% en el 2018 y el abandono de los préstamos hipotecarios a 0% ya fue un golpe duro. Con su sueldo de funcionario, Abdalá, que pidió no dar su apellido por miedo a las represalias de las autoridades, multiplica los pequeños trabajos, de fontanero a taxista.
Con la triplicación del IVA "los materiales de construcción van a costar cada vez más", se alarma este padre de tres niños, que duda si podrá terminar la construcción de su casa en los alrededores de Riad.
Carga pesada
Las medidas de austeridad se convertirán en una "carga pesada", pero nadie se atreverá a cuestionarlas, comenta Capital Economics, una consultora londinense.
La presión sobre las finanzas públicas está en su apogeo con la disminución de los ingresos petroleros, de los cuales el país depende en más de 70% para sus ingresos públicos, y la crisis sanitaria que prácticamente paralizó la economía.
El gigante petrolero Aramco acaba de anunciar un descenso del 25% de sus beneficios en el primer trimestre y prevé un año 2020 difícil.
Las medidas de austeridad destinadas a ahorrar US$ 27,000 millones (unos 25,000 millones de euros) permitirán contener en parte el déficit presupuestario, que debería alcanzar un nivel récord de US$ 112,000 millones (unos 103,500 millones de euros) este año.
Sin embargo, el gobierno no suprimió ningún empleo en este país, donde la tasa de desempleo ronda el 12%.
Casi las dos terceras partes de los sauditas trabajan en el sector público, mientras que los salarios y las prestaciones representan aproximadamente la mitad de los gastos del Estado.
A pesar de que se ha puesto fin a la prestación "costo de la vida" de los funcionarios públicos, el gobierno conservó la denominada "cuenta del ciudadano", que beneficia a unos 12 millones de sauditas de bajos ingresos y cuesta miles de millones de dólares al año.
Según el diario progubernamental Okaz, el programa de austeridad prevé una reducción de US$ 8,000 millones en la financiación de "Visión 2030", el ambicioso plan de reformas del príncipe heredero, que pretende sacar a la economía de su dependencia del petróleo.
Pero aún no está claro si esto afectará a Neom, su proyecto de megalópolis futurista de US$ 500,000 millones en la costa noroeste.
Las medidas de austeridad han llevado a algunos sauditas, como Abdalá, a preguntarse sobre los gastos del gobierno en entretenimiento y grandes acontecimientos deportivos, o incluso sobre los del Fondo de Inversión Pública (PIF).
Estos gastos incluyen una oferta de US$ 372 millones para adquirir el club de fútbol inglés Newcastle United, una participación de US$ 75 millones en el la empresa de cruceros Carnival y una inversión de US$ 450 millones en Live Nation, promotor de eventos de Hollywood.