¿Cómo aumentar el volumen de pasajeros en el sector aéreo al mismo tiempo que se reducen drásticamente las emisiones de gas de efecto invernadero de los aviones?
Estos son los principales elementos de la cuestión.
¿Qué representa el tráfico aéreo?
El sector aéreo transportó 4,500 millones de pasajeros en rl 2019, lo que significó una producción de 900 millones de toneladas de CO2, es decir aproximadamente el 2% de las emisiones mundiales. Para el 2050 se calcula que se duplicará el número de pasajeros, lo que en principio significaría duplicar también la emisión de CO2.
Esta predicción provocó la movilización ecologista, con campañas como “Flygskam” (“vergüenza de tomar el avión”), en Suecia en el 2018.
Entre el 2009 y 2019 las aerolíneas mejoraron en un 21.4% su eficacia energética, según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA). Algo que no impide que sigan aumentando las emisiones del sector.
¿Cuáles son los compromisos?
La IATA se comprometió a principios de octubre a tener “cero emisiones netas” de CO2 en el 2050. Cuando el objetivo inicial era simplemente dividirlas por dos.
A nivel de estados, la Unión Europea quiere reducir sus emisiones en un 55% de aquí al 2030, respecto a 1990. Lo que incluye al sector aéreo. Estados Unidos por su parte desea bajar las emisiones de la aviación comercial en un 20% en comparación con la trayectoria actual.
¿Cuáles son los instrumentos para lograrlo?
Los europeos esperan que las mejoras de tecnología e infraestructuras, ya sea con nuevos materiales, motores más económicos, una mejor gestión del tráfico aéreo, aviones con combustible a base de hidrógeno o un mayor papel de la energía eléctrica, contribuyan a reducir a la mitad las emisiones.
La IATA sin embargo cree que solamente se logrará el 14% del objetivo.
Para alcanzar las “cero emisiones netas”, los planes del sector pasan por mecanismos de compensación de carbono (como plantar árboles), algo criticado por las ONG ecologistas, que consideran que lo único que se consigue es desplazar el problema.
¿Cuál es el papel de los carburantes sostenibles?
“La única solución milagrosa para descarbonizar la aviación son los carburantes sostenibles”, explica Brian Moran, a cargo del desarrollo sostenible en Boeing.
La IATA calcula que dos tercios del esfuerzo de descarbonización deberá recaer en los carburantes de aviación sostenibles (CAS), producidos a partir de aceite de cocina, algas, residuos de madera o productos de “biomasa”.
La Comisión Europea planea establecer una obligación de incorporación de 2% de CAS en el queroseno de aviación en el 2025, de 5% en el 2030 y de 63% en 2050. Boeing y Airbus prevén que sus aviones podrán volar con 100% de CAS a finales de esa década.
Los CAS cuestan en la actualidad cuatro veces más que el queroseno y, lo que es más delicado, no es fácil conseguirlos. Representan menos de 0.1% de los 360,000 millones de litros de carburante utilizados por la aviación en el 2019.
Todo un nuevo sector debe surgir, para aumentar la producción y que el precio baje.
La UE considera que se puede lograr mediante nuevos impuestos sobre el queroseno para los vuelos interiores, mientras que Estados Unidos propone desgravaciones fiscales.
¿Es posible lograrlo?
El patrón de Airbus, Guillaume Faury, piensa que las innovaciones tecnológicas en los aviones, y en particular el avión de hidrógeno, estarán listas “pero no se trata solamente de crear el avión, sino de agencias reguladoras del sector energético”.
Pero la biomasa es un recurso limitado. Como explica Jo Dardenne, de la Federación Europea Transporte y Medio Ambiente (T&E, en inglés): “Consideramos que de aquí al 2050, los biocarburantes avanzados que a partir de residuos cubrirán el 11% de las necesidades del sector aéreo”.
El sector apuesta, por lo tanto, por los futuros carburantes sintéticos, o electrocombustibles, fabricados con hidrógeno producido con electricidad renovable y con CO2 captado en la atmósfera.
Sin embargo, para producir electrocombustibles que sumen el 10% del consumo actual de queroseno de aviación equivale a la producción total de electricidad de España y Francia juntas, explica Timur Gül, responsable de la Agencia Internacional de la Energía (IAE).
“Las tecnologías que se quieren desarrollar para reducir las emisiones del sector aéreo serán extremadamente energívoras” añade Dardenne, para quien no hay otro remedio que “cambiar de paradigma”, es decir, volar menos.