El excanciller británico Boris Johnson, que avanza como favorito para suceder a la primera ministra Theresa May, es un político controvertido que indigna a unos y seduce a otros, presentándose como salvador del Brexit para hacer olvidar sus errores y sus excesos.
Ya en la primera ronda de las primarias del Partido Conservador, celebrada el jueves, arrasó obteniendo 114 votos de entre los 313 diputados que participaron y quedando muy por delante del segundo competidor, el canciller Jeremy Hunt con 43.
Este martes en la segunda ronda, Johnson amplió esa ventaja ya que sumó 126 votos, en una carrera cerrada ahora a cinco candidatos, entre ellos Hunt, segundo con 46 sufragios.
Desde entonces, y pese a haber moderado su lenguaje, dejó claro que no está dispuesto a "una vez más ondear la bandera blanca" ante Bruselas y pedir un nuevo aplazamiento de la salida, inicialmente prevista para el pasado 29 de marzo pero ahora aplazada hasta el 31 de octubre.
Así, en un país hastiado por la incertidumbre y el interminable debate sobre el Brexit, se propone sacar al Reino Unido de la Unión Europea "con o sin acuerdo" en esa fecha, mostrando "tripas y valor".
Johnson, de 54 años, conocido por su indisciplinada cabellera rubia y sus incendiarias declaraciones, es uno de los políticos más populares del país pero también uno de los más divisivos, que atrae críticas por su retórica populista, su escasa atención a los detalles y sus contradicciones.
Así, en el 2016 surgió como uno de los principales defensores del Brexit -a cuya victoria contribuyó muy ampliamente- en la campaña del referéndum sobre la UE, pero solo tras realizar un inusual ejercicio.
Columnista del diario conservador The Daily Telegraph había preparado un artículo anunciando que apoyaba la permanencia en el bloque y otro afirmando lo contrario, lo que desde entonces alimenta la impresión de que su decisión escondió un cálculo político que ahora podría dar por fin resultados.
"No inventaba, pero caía en la exageración"
Nacido en Nueva York en 1964, Alexander Boris de Pfeffel Johnson ya quería ser "rey del mundo" desde muy pequeño, contó su hermana Rachel a su biógrafo Andrew Gimson.
"BoJo", cuyo padre trabajó en la Comisión Europea y fue eurodiputado por el Partido Conservador, fue presidente del club de debate de la Universidad de Oxford.
Tras sus estudios, en 1987, comenzó una carrera de periodista en The Times, que lo despidió apenas un año después por haberse inventado unas declaraciones.
Después fue corresponsal del Daily Telegraph en Bruselas entre 1989 y 1994, favoreciendo historias que ridiculizaban y exageraban las regulaciones europeas, alimentando el euroescepticismo en su país.
Se convirtió entonces en el periodista favorito de la primera ministra Margaret Thatcher, gracias a unos artículos que se mofaban sistemáticamente de las instituciones europeas.
Algunas de aquellas historias se convirtieron en mantras para los euroescépticos, como la que aseguraba que la UE iba a regular el tamaño de las bananas o acortar los condones.
"No inventaba las historias pero siempre caía en la exageración", recuerda Christian Spillmann, que fue periodista de la AFP en Bruselas durante "los años Boris".
Alcalde de los Juegos Olímpicos
En Bruselas terminó su matrimonio con Allegra Mostyn-Owen, a quien conoció en Oxford, y se acercó a una amiga de la infancia, Marina Wheeler, que se convirtió en su esposa y madre de sus cuatro hijos.
La pareja se separó en el 2018 y Johnson sale desde entonces con una mujer de 31 años, a la que según el Daily Telegraph debe una imagen más moderna y algunos kilos menos.
De 1999 al 2005 fue redactor jefe de la revista The Spectator, periodo en el que además fue elegido diputado por primera vez, en el 2001.
Sin embargo, adquirió rango de estrella a partir del 2008 al convertirse en alcalde de Londres, un cargo con más exposición pública que competencias, particularmente durante los esplendidos Juegos Olímpicos del 2012.
En la mente de todos quedó marcada una imagen del alcalde Johnson, atascado en una tirolina durante los Juegos Olímpicos de Londres y agitando una banderita mientras esperaba que le descolgaran, una situación ridícula que gracias a su carisma logró transformar a su favor.
Nombrado ministro de Relaciones Exteriores por May en julio del 2016, dimitió dos años después por su desacuerdo con una estrategia negociadora que ahora, si llega al poder, espera revolucionar.