Una nueva generación de inversores ha llegado a la ciudad. Son jóvenes, buscan consejos en YouTube y están armados con aplicaciones que han hecho los mercados bursátiles más accesibles que antes.
La aplicación estadounidense Robinhood ha triunfado en Occidente con su misión de abrir los mercados a la “gente normal”, pero adolescentes y veinteañeros, de Nigeria a India, se enganchan a programas equivalentes en sus respectivos países.
“Realmente, no me preocupo por mis estudios, para ser honesto. Es todo mercado, mercado y mercado”, explica Ishan Srivastava, un estudiante de Nueva Delhi que empezó a invertir en bolsa en diciembre.
Este joven de 20 años utiliza varias aplicaciones indias como Zerodha y Upstox y suele conseguir consejos financieros de YouTube. Su ambición es componer una variada cartera de inversión y jubilarse a los 45 años.
En India, esta revolución en la inversión se ha visto facilitada por el auge de las llamadas cuentas “demat”, cuentas electrónicas fáciles de abrir para gestionar títulos financieros, acciones y deuda.
No es un caso singular. A 8,000 kilómetros de distancia, un furor similar por estas aplicaciones de inversión se está expandiendo por Nigeria.
Los bancos, “menos atractivos”
Su capital económica, Lagos, es conocida por las ansias y la veneración del éxito, pero la debilidad de su moneda, la naira, está añadiendo presión añadida a la juventud para hacer dinero dado que el precio de la vida se ha disparado.
En su caso, los nigerianos acuden a aplicaciones locales como Trove o Risevest que les permiten invertir en mercados estadounidenses, considerados activos seguros mientras continúa la pesadilla de la naira.
“Tenía la opción de poner el dinero en el banco, pero, conforme pasan los meses, es cada vez menos interesante”, explica Dahunsi Oyedele, de 23 años.
“A veces pongo mi dinero en Risevest y consigo beneficios en una semana. Imagínate conseguir un retorno de 1%-2% de 100,000 nairas (US$ 240) cada semana. Es pequeño, pero significa mucho”, argumenta.
Durante varios meses, después de perder su trabajo como periodista de tecnología debido a la pandemia, Oyedele pagó su alquiler comerciando con criptomonedas.
Se trata de un fenómeno bastante generalizado durante la crisis del COVID-19, cuando la combinación de desempleo masivo, confinamientos y, en los casos afortunados, algunos ahorros, empujó a muchos a adentrarse en el mundo de las finanzas.
Solo en Estados Unidos, más de 10 millones de nuevos inversores entraron en los mercados en el primer semestre del 2021, de acuerdo con JMP Securities.
Los nuevos inversores son en una gran mayoría jóvenes. La media de edad de los usuarios de Robinhood es 31 años. Tanto la india Upstox como la nigeriana Bamboo aseguran que más de un 80% de sus usuarios son menores de 35.
Estas aplicaciones han difuminado las barreras de entrada para jóvenes, en parte ofreciendo acciones fraccionadas.
Un título de Amazon, por ejemplo, vale actualmente más de US$ 3,000, inalcanzables para la mayoría de jóvenes de la generación Z o la anterior generación milenial.
Pero una fracción de esa acción puede ser asequible, especialmente en una aplicación que no cobra comisiones.
¿Flirteando con el peligro?
Aunque celebradas por democratizar el acceso a los mercados, estas aplicaciones también pueden conllevar problemas a jóvenes inversores sin experiencia, advierten los críticos.
La Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos investiga si estos programas alientan irresponsablemente a la inversión excesiva, utilizando alertas por correo y presentando las finanzas como un juego.
Y la autoridad financiera británica FCA advirtió en marzo de que esta nueva cohorte de jóvenes inversores, formada especialmente por mujeres y minorías en este país, podría salir especialmente perjudicada en esta aventura.
Casi dos tercios de los nuevos inversores que entrevistó la entidad dijo que en caso de pérdidas significativas habría “un impacto fundamental” en su estilo de vida actual y futura, indicó FCA.
“Este nuevo grupo de inversores confían más en redes recientes (como YouTube o redes sociales) para obtener consejos y noticias”, apuntó el regulador.
Y algunos jóvenes inversores ya han vivido en primera persona la mala suerte. El diseñador de productos Ali Attarwala, residente en Bombay, se está tomando un descanso tras una mala experiencia con criptomonedas a comienzos de este año.
“Estas aplicaciones facilitan la compra de activos especulativos como las criptomonedas, pero hay todavía mucha volatilidad en estos activos”, explica este hombre de 30 años.
Srivastava también ha atravesado altibajos, pero ve estas pérdidas como parte del aprendizaje.
“Cuando comencé, eché a perder casi el 50% del capital. No las trato como pérdidas, sino como el precio del aprendizaje”, asegura.