Por Faye Flam (*)
En julio, el Wall Street Journal entregó a los lectores este crudo titular: "Usted no es tan inteligente como cree". El artículo fue escrito por dos psicólogos, Christopher Chabris y Patrick Heck, y detallaba un nuevo estudio que publicaron ellos y otro colega en PLOS One, en el cual concluían que el 65% de los estadounidenses declararon ser "más inteligentes que la persona promedio".
Los encuestados en realidad parecen bastante modestos, a diferencia de declaraciones anteriores como "todos piensan que están por encima del promedio". En el estudio a colaboradores del periódico, el 23% de las personas no estuvo de acuerdo con la afirmación de que estaban por encima del promedio y el 12% dijo que no sabía. Y del 65% que creían estar por encima del promedio, un número importante probablemente sí lo está.
Entonces, algunas personas no son tan inteligentes como creen, y el titular se aplica a ellos. Pero otros son más inteligentes de lo que creen. Ahondaremos en eso más adelante.
Usar la palabra "promedio" en la pregunta introduce un factor adicional de confusión. La mitad de todos debe estar por debajo de la mediana; esa es la definición de mediana. Pero otro tipo de promedio, la media aritmética, puede diferir de la mediana cuando hay una distribución asimétrica.
Acusar a las personas de exceso de confianza también supone que la inteligencia está bien definida y es tan cuantificable que existe un significado real al compararnos con un promedio.
Chabris, que trabaja en el Sistema de Salud Geisinger, en Pensilvania, y tiene experiencia tanto en psicología como en neurociencia, dijo que organizó el estudio no para bajar a la gente de sus pedestales autocreados, sino para investigar el nivel actual de creencia en varios mitos cerebrales.
Dos que particularmente le molestan son: la idea de que las personas tienen un cerebro derecho o uno izquierdo, y el mito de que la mayoría de nosotros solo usamos el 10% de nuestros cerebros.
La convicción del mito del 10% es tan penetrante que incluso algunas personas que están genuinamente por encima del promedio lo creen.
Puede haberse originado como una distorsión de la idea de que muchas personas no están a la altura de su potencial. Los expertos dicen que hay una amplia evidencia de que incluso los menos exitosos utilizan la mayor parte de lo que tienen en sus cabezas.
Chabris dijo que con sus colegas encuestaron una muestra representativa de 2,821 estadounidenses, por teléfono o en línea, sobre su grado de creencia en una selección de mitos populares.
También incluyeron una pregunta sobre cómo se sentían los sujetos acerca de su propia inteligencia relativa, como una forma de probar lo que Chabris llamó un cliché de la psicología popular: la idea de que la mayoría de las personas piensan que están por encima del promedio en inteligencia.
Por lo tanto, el estudio fue diseñado tanto para probar la creencia en mitos desmentidos como para probar si otra creencia generalizada era falsa. El resultado fue que los estadounidenses, al menos, no son tan excesivamente confiados como sugeriría el cliché.
Las mujeres tenían mucha menos confianza que los hombres, las personas mayores de 44 años tenían menos confianza que las personas más jóvenes. Los graduados universitarios tienen relativamente poca confianza. Entonces, si usted es mujer, tiene más de 44 años y tiene un título, anímese. Hay muchas posibilidades de que sea más inteligente de lo que piensa.
¿Cómo, pregunté, se suponía que las personas debían decidir si estaban por encima o por debajo del promedio? ¿Puntajes de pruebas de CI? ¿Exámenes de admisión universitaria (SAT, por sus siglas en inglés)? ¿Informes de calificaciones escolares? El coeficiente intelectual es al menos cuantificable, pero los científicos no están de acuerdo en cuán fidedignamente refleja lo que la mayoría de la gente piensa respecto de la inteligencia.
De todos modos, la mayoría de las personas desconoce su coeficiente intelectual, dijo Chabris, y tampoco recuerda sus puntajes en los exámenes de admisión universitaria. Él y los otros investigadores no emiten ningún juicio negativo sobre los sujetos de prueba que se sobrevaloran o que se subestiman a sí mismos.
Si bien el exceso de confianza puede llevar a la arrogancia, Heck y él escribieron: "expresar confianza también puede otorgar beneficios, incluso si esa confianza a veces no se merece. Se considera que las personas seguras son más competentes y de mayor estatus social que las personas humildes".
Si esto es cierto, implica que la sociedad tendería a infravalorar a las mujeres mayores y educadas, en comparación con las personas más jóvenes y los hombres. Si bien el exceso de confianza podría ser más común, la falta de confianza podría, en última instancia, causar más daño.
Evalué un sentido distinto del exceso de confianza en una columna publicada el año pasado, que discutía el autodenominado genio de un presidente en Estados Unidos, así como la afirmación del columnista George Will de que el exceso de confianza de Donald Trump es un desorden.
Los psicólogos que entrevisté mencionaron algo llamado efecto Dunning-Kruger, más una especie de estupidez humana que un trastorno, en el que las personas que carecen de una habilidad tienden a confiar demasiado en ellos porque no tienen idea de lo que se necesita para poseer esa habilidad. Reconocer cuán lejos debe llegar para alcanzar un nivel deseado y dónde debe reforzar las debilidades forma parte de aprender una habilidad.
La inteligencia es problemática porque los psicólogos todavía están debatiendo si se trata más bien de una habilidad adquirida, que podemos reforzar, o de un rasgo estático. Por desgracia, no se puede aprovechar el mítico 90% no utilizado de su cerebro.
Entonces, tal vez, en caso de duda, es inteligente suponer que usted es inteligente. Y para aquellos cuyos trabajos implican hacer juicios sobre otras personas, recuerde que los más competentes no son necesariamente los más seguros.
(*) Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.