Durante los días posteriores a la invasión, la FIFA vaciló mientras el mundo exigía que los organismos deportivos tomaran medidas. (Foto: EFE).
Durante los días posteriores a la invasión, la FIFA vaciló mientras el mundo exigía que los organismos deportivos tomaran medidas. (Foto: EFE).

Por Rob Harris

El presidente de la , , sigue siendo el orgulloso galardonado con la medalla de la Orden Rusa de la Amistad, otorgada por .

Ni siquiera la invasión a Ucrania lanzada por Rusia bastó para que el líder del fútbol mundial se distanciara públicamente del líder autócrata.

La ceremonia del 2019 en el Kremlin, donde se rindieron honores de Estado a Infantino, sirvió para fortalecer la relación personal con Putin.

“Esto no es el final”, dijo Infantino. “Es apenas el comienzo de nuestra fructífera cooperación e interacción”.

Infantino quedó más cercano a la órbita de Putin, incluso cuando algunos preguntaban si era conveniente ceder ante los dictados de la vanidad del presidente ruso.

El Putin que fue anfitrión del Mundial del 2018 no está muy distante de aquel que ordenó el ataque militar contra Ucrania la semana anterior.

Rusia se había anexado ya el territorio ucraniano de Crimea en el 2014, el mismo año en que un vuelo de Malaysian Airlines fue derribado por un misil tierra-aire sobre el oriente de Ucrania, dejando 298 muertos. El gobierno de Holanda ha culpado a Rusia, que niega su participación.

Hubo también un escándalo por dopaje auspiciado por el Estado y por su encubrimiento, que derivó en que Rusia fuera suspendida de varios eventos deportivos internacionales. Los deportistas rusos pueden competir como participantes de una delegación neutral en eventos como los Juegos Olímpicos y el Mundial.

¿Cuán sensato fue que Infantino le dijera a Putin hace cuatro años: “somos un equipo”? Al parecer, Infantino elige el poder y el lucro sobre la moralidad cuando se trata de lidiar con gobernantes con quienes tiene una relación personal.

Después de todo, la FIFA había presionado incluso para realizar el Mundial de fútbol de playa en Moscú el año pasado, cuando la Agencia Mundial Antidopaje ordenó que las organizaciones deportivas no realizaran eventos en Rusia. “Enormemente bien hecho”, le dijo Infantino a Putin en su red social predilecta, LinkedIn.

Infantino duda en castigar a Rusia o en culpar directamente a Putin por el ataque no provocado contra Ucrania —mucho menos por el escándalo de dopaje. Tal vez el motivo es que el jefe de la FIFA está determinado a apegarse a la afirmación que hizo durante el Mundial del 2018: “Tenemos ahora una nueva imagen de Rusia”.

La FIFA no respondió a las preguntas sobre si Infantino había aprovechado su cercanía con Putin para instarlo a que retirara sus fuerzas de Ucrania en momentos en que crece la destrucción y el número de muertos.

Durante los días posteriores a la invasión, la FIFA vaciló mientras el mundo exigía que los organismos deportivos tomaran medidas. La UEFA retiró la final de la Liga de Campeones de San Petersburgo.

El jueves pasado, Infantino dijo: “La FIFA condena, asimismo, el uso de la fuerza por parte de Rusia en Ucrania”.

Sin embargo, Infantino no acató el exhorto de las federaciones europeas de fútbol para suspender a Rusia el fin de semana. En vez de ello, emitió sólo un edicto que fue apenas un castigo, pues permitía a Rusia seguir jugando siempre y cuando no utilizara su bandera y no se interpretara su himno.

Ello habría sido de todos modos un requisito previo a la guerra si Rusia se hubiera clasificado al Mundial en caso de que el castigo de la AMA se hiciera cumplir a cabalidad.

Cezary Kulesza, presidente de la federación polaca de fútbol manifestó su espanto por la “desastrosa decisión” de la oficina de la FIFA, que no incluye al jefe del organismo rector en Europa. “No a la indulgencia hacia la agresión de Rusia contra Ucrania”, enfatizó Kulesza.

Y en 24 horas, la FIFA corrigió. El lunes impuso una suspensión total a las selecciones rusas, dejando al país fuera del repechaje eliminatorio para el Mundial.

Lo curioso fue que la declaración de la FIFA no mencionara el motivo de la medida. Se limitó a manifestar esperanza en que “la situación en Ucrania mejore de manera significativa y rápida”.

David Bernstein, quien como presidente de la Asociación del Fútbol Inglés trabajó para poner fin a la gestión de Joseph Blatter como presidente de la FIFA en medio del escándalo, ha destacado que Infantino parece propenso a la cercanía con “líderes de mala fama”. Particularmente Putin.

“La relación es simplemente demasiado estrecha”, dijo Bernstein a la BBC. “Pienso que su reacción ha hecho mucho daño a la FIFA en particular, y no ha dado mucho crédito al fútbol en general”.

Infantino ha permitido que el deporte maquille actos de Putin. Incluso ha permitido que el líder ruso muestre un desdén abierto hacia la integridad. Del mismo modo, ha desestimado las preocupaciones de los activistas de derechos humanos sobre las visitas constantes al príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman, apareciendo incluso en un video propagandístico para el reino.

Infantino, un dirigente reconocido por usar su cuenta de LinkedIn para elogiar a líderes nacionales en sus viajes por todo el mundo, omitió sus propias opiniones del anuncio sobre la suspensión de Rusia.

Quizá quiere preservar esa amistad con Putin. Infantino tiene todavía la medalla, el símbolo de esa relación. Y no parece listo para sustituir a su compañero.