La guerra de precios del crudo entre potencias petroleras del mundo reduce drásticamente el margen financiero del gobierno chavista de Venezuela, un miembro de OPEP en crisis por fuertes sanciones de Estados Unidos y un menor bombeo justo cuando enfrenta la pandemia del coronavirus.
Más del 90% de los ingresos de Venezuela proceden de la venta de crudo y con esa extrema dependencia y el desplome de los precios el gobierno corre el riesgo de recibir menos de US$ 8,000 millones este año, un tercio de los US$ 25,000 millones que habría administrado en el 2019, de acuerdo con cálculos de la firma local Ecoanalítica.
El ilegítimo presidente Nicolás Maduro dijo hace tres semanas que la caída de los precios del petróleo era un “golpe brutal” y admitió que la cotización cayó por debajo del costo de producir un barril en el país sudamericano.
Ni el Ministerio de Información, el Banco Central o la estatal petrolera PDVSA respondieron a Reuters una solicitud de sus estimaciones de ingresos este año.
En los últimos 18 meses, Maduro redujo los controles a la economía, sin conseguir aliviar la crisis humanitaria, la hiperinflación y la larga recesión con las divisas que trajeron empresas y personas al tener más libertad para operar.
Pero bajo la cuarentena que ordenó el gobierno socialista para contener la expansión del coronavirus, el sector privado tendrá menos recursos y el gobierno puede contar solo con la mitad de los fondos que manejó el año pasado para mover la economía, dijeron otras dos firmas locales.
Venezuela llegó a esta crisis, con una producción por debajo de 700,000 barriles por día, según datos vistos por Reuters la semana pasada. El deterioro se debe a los años de desinversión, la falta de personal y las sanciones de Washington, que limitan el acceso de la estatal PDVSA al financiamiento internacional y le impiden comercializar el crudo en Estados Unidos.
En marzo la petrolera rusa Rosneft, que venía colocando la mayor parte del crudo de Venezuela en el mercado asiático para evadir las sanciones, dejó de cargar barriles y anunció que el negocio en el país lo asumirá otra compañía rusa.
Estos cambios y la caída de la demanda global de petróleo por el impacto de la pandemia han provocado que Venezuela vea aumentar los inventarios de petróleo cuando más necesita vender barriles. La disponibilidad de fondos del gobierno, por otras operaciones distintas al petróleo, como las ventas de oro, no superan los US$ 2,000 millones, según la firma local.
El déficit de divisas estaría en unos US$ 7,600 millones, según calcula Ecoanalítica.
En marzo el gobierno intentó solicitar unos US$ 5,000 millones al Fondo Monetario Internacional (FMI), pero el ente lo descartó. En paralelo, autoridades empezaron a conversar con bancos chinos para buscar apoyo en medio de la crisis, y una de las vías planteadas sería pedir otro período de gracia para saldar una pesada deuda con envíos de crudo.
“El gobierno tiene que renegociar la deuda con China y Rusia”, dijo el economista y director de la firma local, Asdrúbal Oliveros, quien señaló que Maduro además tendrá que reducir importaciones de bienes tan básicos como alimentos y gasolina.
Una disminución de las compras externas afectaría al programa oficial de distribución de comida, en medio de la crisis social que causa la cuarentena.
A diferencia de otros gobiernos de la región, Maduro evita exonerar de impuestos a empresas y negocios cerrados durante la cuarentena y más bien ordenó racionar la gasolina por la caída de las importaciones del combustible, que complican el transporte de hortalizas y alimentos procesados.
“Hay preocupación por mantener los ingresos fiscales, pero en estas condiciones mantenerlos simplemente profundiza la recesión”, dijo la economista Tamara Herrera, directora de la firma Síntesis Financiera.