Las familias de miles de soldados ucranianos desaparecidos viven la agonía de la incertidumbre mientras esperan durante meses y años la confirmación de que sus seres queridos están en cautiverio ruso o cayeron en el campo de batalla.
Varias docenas de pancartas, con 3 ó 4 fotos en cada una de ellas se han instalado en un soleado parque de Leópolis. Algunos de los retratos de los hombres con uniforme militar tienen pequeños iconos religiosos y banderas ucranianas al lado.
“¿Dónde estás, papá?”, reza la inscripción en una de ellas. Esta es la pregunta a la que las familias de los soldados desaparecidos de la 24ª brigada del Ejército ucraniano, con base en esta región occidental, buscan en vano respuesta.
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Una espera difícil
“Nunca suelto el teléfono porque las noticias pueden llegar en cualquier momento”, cuenta a EFE Tetiana Pastuj.
A pesar del mal trato que Rusia dispensa a los prisioneros de guerra ucranianos, la esposa de Artur Spirin se alegraría de saber que se encuentra en cautiverio, tras más de dos años esperando cualquier información sobre él.
Spirin, artista que trabaja principalmente la madera, se unió a la brigada el primer día de la invasión, en un momento en que escaseaban las armas y la formación. “Hombres y mujeres corrientes cogieron fusiles y fueron a defender Ucrania”, relata Pastuj.
Al igual que muchos de los que aparecen en las fotografías en el parque, Spirin desapareció en abril de 2022 cuando Rusia consiguió expulsar a las fuerzas ucranianas de la devastada ciudad de Popasna, en la región oriental de Lugansk.
“La falta de noticias sobre su destino es lo que más nos ha estado matando”, comparte Pastuj.
Una vez entregados todos los documentos necesarios y las muestras de ADN a los organismos responsables, las familias acuden a los canales rusos especializados de Telegram, donde examinan cientos de fotos y vídeos de soldados ucranianos cautivos y muertos con la esperanza -o el temor- de encontrar una cara conocida.
Sin embargo, solo en contadas ocasiones la parte rusa confirma oficialmente que tiene a alguien en cautividad, dice Tetiana.
Aferrarse a la esperanza
En octubre el número de soldados desaparecidos ascendía a 15,000. Fue la última vez que Ucrania dio a conocer un número. Sin embargo, se añaden nuevas fotografías a las pancartas a medida que desaparecen más militares.
Otros retratos se retiran cuando algunos regresan en raros intercambios o se identifican sus cuerpos sin vida.
Una mujer, también de nombre Tetiana, está con su madre junto al retrato de Maksim Mashkara, su hijo de 20 años. Ha pasado exactamente un año desde que supieron algo de él antes de que las posiciones que defendía fueran tomadas por las fuerzas rusas.
“Me niego a creer lo que he descubierto”, dice Tetiana. En uno de los canales rusos de Telegram se encontró con un vídeo en el que un soldado capturado de la unidad de Maksim afirmaba que todos los demás habían sido asesinados.
“Decimos a otras familias que no deben abandonar la esperanza hasta que vean el cadáver”, subraya, sin embargo, su tocaya, Tetiana Pastuj.
Mientras varias unidades trabajan para recuperar los cuerpos de los caídos, algunos permanecen fuera de su alcance, en las zonas ocupadas o en las que no están bajo el control de ningún bando. También se producen intercambios de cadáveres entre Ucrania y Rusia, pero los análisis de ADN tardan en realizarse debido al estado de descomposición, el desmembramiento o las quemaduras en los cuerpos.
Según Pastuj, fuentes rusas declaran muertos a algunos de los soldados que luego vuelven vivos o resultan estar en cautiverio.
“Los rusos hacen esto para matarnos moralmente”, sugiere Tetiana.
La falta de intercambio de información por parte de Rusia hace que se crea que han desaparecido en combate más del 25% de los que luego regresan en los intercambios de prisioneros de guerra, explicó a EFE Olena Beliachkova, de la Iniciativa de Medios de Comunicación por los Derechos Humanos.
Esta falta de información, aunque dolorosa, también significa que las familias albergan la esperanza de recuperar a sus maridos, padres o hijos. “Siento con todo mi corazón, que está vivo y que volverá pronto a casa”, dice Pastuj sobre su marido.