Los estadounidenses aman la diversidad, o al menos eso les gusta decir. Una encuesta realizada por Pew en el 2016 mostró que los estadounidenses son mucho más propensos que los europeos a decir que la diversidad hace que su país sea un mejor lugar para vivir. Otras encuestas dicen lo mismo.
Pero las palabras y las acciones son dos cosas diferentes. A mediados del siglo XX, las ciudades de Estados Unidos eran conocidas por los éxodos de blancos: la tendencia que tenían los blancos a mudarse de los barrios cuando llegaban personas de color.
Si los estadounidenses blancos hablan de la boca para afuera sobre la idea de vivir en una sociedad multirracial, pero huyen en la realidad, entonces la transición demográfica que se avecina a una nación de mayoría-minoría no será fácil.
La teoría económica también da motivos para preocuparse. En 1971, el economista Thomas Schelling demostró que incluso si las personas tienen solo una ligera preferencia por vivir cerca de otros de su propia raza, esto puede llevar en largo plazo a vecindarios muy segregados.
Schelling hizo la famosa predicción de un "punto de inflexión" donde el éxodo blanco alcanzaría un nivel crítico que rápidamente convirtió a un vecindario diversificado en uno segregado. La huida de los blancos de los barrios dentro de las ciudades en todo el país parecía confirmar su sombría predicción.
Pero esa época de mediados del siglo XX fue hace mucho tiempo. Muchas cosas han cambiado en el país desde entonces. Hay una pequeña pero creciente clase media de color.
Con el aumento de los asiáticos e hispanoamericanos, que ahora en conjunto conforman aproximadamente una cuarta parte de la población de Estados Unidos, la diversidad ya no se trata solo de blancos y negros.
Y a pesar de las encuestas que muestran que los millennials blancos son casi tan discriminadores como sus padres, las actitudes raciales pueden cambiar con el tiempo. Es importante observar lo que los economistas llaman preferencia revelada: cómo las personas votan con la presencia, no solo con sus palabras.
Sorprendentemente, la evidencia parece mostrar que los estadounidenses están cada vez más abiertos a vivir en barrios diversos. Un ensayo de 2016 realizado por Kwan Ok Lee, de la Universidad Nacional de Singapur, revela que, desde 1990, el éxodo blanco y el rechazo que ellos muestran por los barrios de color han disminuido drásticamente.
De hecho, los estadounidenses blancos en las últimas décadas han tendido a moverse hacia la diversidad en lugar de alejarse de ella.
El economista urbano Joe Cortright, que participa del blog City Observatory, resume los resultados. Lee analiza las secciones censales de Estados Unidos, vecindarios que en promedio tienen alrededor de 4,000 residentes.
Además de la composición racial de los vecindarios, pudo rastrear desde dónde y hacia dónde se trasladaban las personas. El primer hallazgo de Lee es que los barrios estadounidenses se están volviendo más diversos.
Los barrios de mayoría blanca representaron alrededor de dos tercios del total entre 1970 y 1990, pero durante las dos décadas siguientes esa cifra fue solo del 57%.
La probabilidad de que los vecindarios de una sola raza se vuelvan más diversos aumentó sustancialmente. Mientras tanto, una pequeña pero creciente cantidad de vecindarios tiene un número considerable de blancos, afroamericanos e hispanos o asiáticos.
Además, el tan temido "punto de inflexión" de Schelling parece estar debilitándose. Desde 1990 hasta el 2010, solo una quinta parte de los vecindarios mixtos de afroamericanos y blancos se segregó, solo la mitad de la tasa de re-segregación que prevaleció en las décadas anteriores.
El éxodo de blancos todavía se observa en algunos lugares, pero mucho menos que antes. Mientras tanto, los vecindarios multirraciales tienden a ser los más estables; Lee concluyó que una vez que un vecindario se vuelve multirracial, tiene un 90% de posibilidades de permanecer así durante al menos 20 años.
El hallazgo final de Lee es el más sorprendente. Ella descubrió que una vez que los estadounidenses se mudan a un vecindario de raza mezclada, tienden a permanecer allí o a mudarse a otro vecindario mixto. Esto aplica para los estadounidenses blancos y de color.
En otras palabras, la diversidad del vecindario no es solo el resultado del cambio demográfico, sino de los estadounidenses que eligen vivir cerca de personas de otras razas.
El hallazgo de Lee confirma los resultados de otros estudios. A pesar de una gran preocupación en torno al aburguesamiento, resulta que los barrios aburguesados no pierden a sus poblaciones pobres y minoritarias. Según un estudio realizado en el 2009 por el profesor de planificación urbana de la Universidad de Columbia, Lance Freeman, el aburguesamiento en realidad tiende a aumentar la diversidad en el largo plazo.
¿Qué sucede a nivel estatal?
La diversidad también está aumentando. El demógrafo William H. Frey ha documentado cómo los blancos y las minorías se han estado trasladando a diversos estados como Virginia, Nevada, Carolina del Norte, Colorado, Georgia y Washington. Texas, un estado de mayoría-minoría, sigue siendo un destino principal para la migración de blancos.
La diversidad residencial no es el único tipo de integración, por supuesto. En otras mediciones, la evidencia es mixta: el matrimonio interracial ha aumentado significativamente, pero las escuelas públicas se han vuelto más segregadas por raza. En tanto, las cifras promedio descritas en estudios como el de Lee y el de Freeman ocultan un considerable éxodo blanco en algunas áreas.
Y la advertencia más importante es la política; el temor a una mayor diversidad a nivel nacional estuvo fuertemente correlacionado con el apoyo al presidente Donald Trump. Incluso si la mayoría de los estadounidenses está aceptando una demografía cada vez más diversa en el país, una minoría fuerte y expresiva se está resistiendo al cambio con todas las armas a su disposición.
Pero, en general, las tendencias son mucho más positivas de lo que informan los pesimistas. El país seguirá luchando con el desafío de crear una sociedad multirracial inclusiva en las próximas décadas. El experimento estadounidense -la interrogante de si una sociedad puede ser tanto diversa como libre- está en desarrollo. Pero las señales apuntan en la dirección correcta.