El ‘sí’ a la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno español certificó este jueves el cambio de estrategia de la formación independentista catalana JxCat en el Congreso, abriéndose a participar en la gobernabilidad a cambio, entre otras cosas, de una ley de amnistía, pero haciendo bandera de su desconfianza hacia los socialistas.
Han tenido que pasar seis años desde la declaración unilateral de independencia en el Parlamento catalán para que Junts se preste a participar en el juego de la gobernabilidad, un giro difícil de explicar a sus bases, acostumbradas a seis años de enarbolar la bandera de la “no rendición” y recetar la “confrontación inteligente” con el Estado español.
Tras una larga y discreta negociación con los socialistas, Junts logró lo que parecía imposible poco antes de las elecciones: que sus siete diputados dijesen “sí’ a la investidura de un candidato socialista, a pesar de que en plena campaña el expresidente regional de Cataluña Carles Puigdemont, líder moral del espacio político, aseguró que Sánchez no sería presidente con los votos de su partido.
LEA TAMBIÉN: Nueva noche de protestas contra la amnistía, ahora ante la sede del PE en Madrid
¿Qué ha cambiado en Junts para pasar del ‘no’ al ‘sí’ en poco más de tres meses? El giro pragmático se empezó a gestar en la noche electoral, cuando Puigdemont no cerró la puerta directamente a investir a Sánchez, evolucionó con el paso de las semanas y cristalizó en las visitas a Bruselas de Yolanda Díaz (de la coalición de izquierdas Sumar) y Santos Cerdán (PSOE), que el expresidente catalán entendió como un gesto de legitimación de su figura como interlocutor válido.
La amnistía y el reconocimiento de la discrepancia
Aunque tras las elecciones generales Junts fijó la amnistía como un “punto de partida” para empezar a negociar, lo cierto es que esta ley es el principal rédito tangible que han obtenido de la negociación los de Puigdemont, además de un espacio de negociación con el PSOE con verificadores internacionales, una demanda largamente reivindicada por el independentismo.
Desde Junts se pone énfasis en que el acuerdo con el PSOE recoge por escrito la “discrepancia” entre ambas formaciones y que Sánchez deberá ganarse la estabilidad “acuerdo a acuerdo”, dada la desconfianza hacia los socialistas, que deberán medir sus palabras en relación con el conflicto catalán.
Efervescencia horas antes de la investidura
Prueba de ello fue el enojo que suscitó el discurso de Sánchez entre los diputados de Junts en el Congreso español, que mantuvieron una reunión con el secretario de organización del PSOE para trasladarles el “malestar” que provocó asociar la amnistía con un “perdón”.
Desde el partido se evitaba incluso confirmar si este malestar podría ir a más y afectar a su sentido de voto, aunque fuentes de la ejecutiva consultadas por EFE descartaban tajantemente que sus diputados fuesen a votar algo diferente al “sí’ en la investidura y otras voces tachaban este amago de “teatro”.
En el PSOE son conscientes de que será una legislatura difícil de gestionar y que las relaciones con Junts deberán ir “engrasándolas”, como señaló el secretario de organización socialista, Santos Cerdán, en declaraciones en el Congreso, si bien reitero su “convencimiento de cumplir” el acuerdo con los independentistas.
En el Congreso, el PSOE deberá sentarse a negociar con una portavoz de verbo afilado como Miriam Nogueras, exponente del ala más unilateralista de Junts.
LEA TAMBIÉN: Pedro Sánchez fue reelegido como presidente del Gobierno español