Los elevados gastos y el inusitado poder que tiene la primera dama colombiana, Verónica Alcocer, se han convertido en un problema para el presidente Gustavo Petro, que llegó a ese cargo con una promesa de cambio y austeridad que se ven empañadas por las actuaciones de su esposa.
La polémica crece además porque en Colombia no existe el cargo de primera dama y, por lo tanto, no tiene unas funciones establecidas, por lo que tradicionalmente las esposas de los presidentes han realizado actividades “asociadas a la gestión social”.
Así lo asegura a EFE la directora de Posgrados del área de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Javeriana, Patricia Muñoz, quien agrega que generalmente las primeras damas también son designadas como representantes del país en eventos en el exterior.
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Los gastos de Alcocer
El portal La Silla Vacía reveló a principios de mes que desde que comenzó el Gobierno de Petro, en agosto de 2022, los gastos para mantener el séquito de su esposa suman aproximadamente 1,000 millones de pesos (unos US$ 254,000).
La investigación sostiene que el “maquillador personal y vestuarista, fotógrafo profesional, su mejor amiga y una asesora personal con sueldo de ministro están contratados por tres entidades públicas para encargarse de su imagen, su agenda y compañía”.
Frente a estas informaciones, la Presidencia no desmintió la cifra de gastos, pero aclaró en un comunicado que “algunas dependencias que conforman la estructura de la Presidencia de la República tienen funciones específicas de prestar asistencia administrativa, de seguridad y protocolo al presidente y a su familia”.
“Lo que hay que hacer es un llamado a la austeridad, un llamado a que los gastos se manejen con el mayor cuidado porque son recursos públicos. Cualquier monto que pueda sonar excesivo en la realización de estas actividades es visto por los ciudadanos como un monto que ha podido ser invertido en actividades sociales”, aseguró Muñoz.
Representante de Colombia en el exterior
Alcocer también está en el foco de las críticas por sus numerosos viajes al exterior, entre ellos para representar a Colombia en los funerales de la reina Isabel II y del exprimer ministro japonés Shinzo Abe, así como en la coronación de Carlos III como rey de Inglaterra y para asistir a una audiencia privada con el papa Francisco en el Vaticano en enero del año pasado.
Justamente por este último, la Procuraduría (Ministerio Público) aseguró que la primera dama no debió viajar al Vaticano como “embajadora en misión especial” ni haber obtenido dinero de viáticos como si fuera una funcionaria pública.
En opinión de Muñoz, “la designación de la primera dama para estos espacios de representación ha podido ser realizada por otros funcionarios que sí cuentan con estos deberes” como la vicepresidenta y ministra de la Igualdad, Francia Márquez.
El poder detrás del poder
La esposa del presidente también es señalada de tener un gran poder tras bambalinas que le ha permitido ubicar en puestos importantes a personas cercanas.
Un buen ejemplo de ello es la española Eva Ferrer, una de las personas de mayor confianza de la primera dama y quien fue consejera presidencial para la Reconciliación, cargo que dejó el año pasado por supuestas diferencias con su amiga.
También estuvo brevemente en el Gobierno Concepción Baracaldo, que a pesar de no tener experiencia en temas de niñez y adolescencia fue designada por Petro como directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).
Baracaldo, que ya no está en el Gobierno, aseguró en una entrevista con Caracol Radio en 2022 que ella llegó a ese cargo por ofrecimiento de Alcocer.
“Yo estaba tranquila en mi casa, pensionada, y un día recibo una llamada en la que me preguntan si estaría interesada en dirigir el ICBF. Verónica es la que me llama, somos vecinas y nos conocemos hace mucho tiempo. Con Gustavo Petro también tengo relación porque estudié con él en Zipaquirá”, manifestó entonces la mujer.
La prensa también la vincula con el nombramiento de la odontóloga Carmen Caballero como presidenta de ProColombia y de indicar otros cargos en oficinas de esa agencia estatal en el exterior.
Muñoz considera que todo esto que ocurre con la primera dama empeora la imagen del presidente, pues sus acciones van “en contravía a lo que el Gobierno ofreció a los ciudadanos y para lo cual fue elegido”.
“Construyen percepciones negativas en los ciudadanos que pueden romper en algún momento los vínculos de confianza que habían creado con los electores”, concluye la docente.
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