El periodismo ruso murió con el inicio de la campaña militar en Ucrania y el cierre de cientos de medios de comunicación y populares sitios web, comentó Denís Kamaliaguin, director del periódico independiente “Pskóvskaya Gubernia”, que tuvo que exiliarse ante la persecución de las fuerzas de seguridad rusas.
“Un periodista no puede trabajar con miedo, de lo contrario, no puede ejercer la profesión”, comentó desde Riga.
Kamaliaguin es el último de una estirpe de periodistas rusos que han elegido la emigración ante la imposibilidad de utilizar la palabra “guerra” en sus artículos por obra y gracia de la ley contra la prensa promulgada en medio de la contienda por el jefe del Kremlin, Vladímir Putin.
Tres días de esperanza
“No podemos hacer periodismo en Rusia. Bueno, el periodismo de fuentes que siempre hemos hecho. No sólo es técnicamente imposible, sino que no podemos escribir lo que queremos”, señaló.
Reconoce que por espacio de tres días, a mediados de marzo, él se propuso mantener el equilibrio imposible entre “informar y, al mismo tiempo, cumplir la ley”.
“La ilusión duró tres días. Quise hacerme el valiente, pero no tiene sentido. O te bloquean o te roban los equipos o ejercen sobre ti y tu familia una presión moral insoportable”, explica.
En su caso, efectivos de las fuerzas especiales de la policía se personaron enmascarados y armados en la redacción y requisaron todos los ordenadores.
“Nos pusieron boca abajo. Y después fueron a casa de mis padres para intimidarlos, nos bloquearon la web y en las redes sociales”, relata.
Denís y sus colegas decidieron marcharse cuando les amenazaron con un caso penal por diseminar “noticias falsas” sobre el Ejército, cargo que puede acarrear hasta 15 años de cárcel.
“Pskóvskaya Gubernia” fue fundado en el 2000 por Lev Shlosberg, uno de los líderes del partido liberal Yábloko, que fue salvajemente atacado en el 2014 al denunciar la participación de militares rusos en la guerra del Donbás, algo que el Kremlin negó categóricamente.
Ejército, iglesia y frontera
El periódico que dirige Denís desde hace siete años tenía su sede en la región noroccidental de Pskov, conocida por tres cosas: la frontera con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), las guarniciones militares y la Iglesia Ortodoxa.
Pskov es famosa por acoger la más importante división de las fuerzas aerotransportadas de Rusia que, según la prensa, combate activamente en Ucrania.
“Es la única región de Rusia que comparte frontera con dos países de la Unión Europea (UE), Estonia y Letonia. La frontera es muy importante para Pskov y afecta a todas las facetas de la vida. También limitamos con Bielorrusia”, indicó.
Además, la Iglesia tiene un papel muy importante, especialmente en la defensa de la moral conservadora que promueve el Kremlin y de la unidad nacional en torno a Putin.
“El metropolita de Pskov, Tijon, es amigo personal de Putin y defiende la exclusividad de Rusia y, por supuesto, que Ucrania no existe”, explicó.
Caza de brujas
Recientemente, recuerda, cerraron “el último medio independiente” que aún quedaba en Rusia, la revista digital “Jolod”.
En total, añade, “han cerrado o bloqueado más de 100 medios rusos y extranjeros, 60 de ellos nacionales”, entre los que figuran históricos como la emisora de radio “Eco de Moscú”, los canales BBC y Deutsche Welle, o el periódico “Nóvaya Gazeta”.
Además, añadió, “han bloqueado más de 1,500 sitios web, lo que incluye medios regionales y locales, blogueros independientes y organizaciones de derechos humanos, entre otros”.
“Durante los últimos cuatro años ya casi no podíamos trabajar con fuentes normales. Los funcionarios no hablaban con nosotros. Las fuentes anónimas tenían miedo”, explica.
Añade que “lo peor que le puede pasar a una fuente que acepta colaborar con nosotros no es el despido”, sino la persecución penal.
“De la Rusia que conocíamos, ya no queda nada. Por eso, le digo a amigos y colegas que hay que marcharse mientras aún se puede. La patria no sólo son las casas, los árboles o las calles por donde paseas, sino también las personas y la atmósfera. Y ahora la atmósfera en Rusia es irrespirable”, señala.
Al pie del cañón
De los cinco redactores del periódico, tres se encuentran ya en la capital letona. “La próxima semana llegará el cuarto y el quinto aún se lo está pensando”, comenta.
El ejemplo a seguir es el diario digital “Meduza”, que emigró hace varios años a Riga, refugio para los periodistas perseguidos por el Kremlin: el canal Dozhd, Radio Libertad o Currenttime. “Riga está cerca de Europa y es la ciudad más rusa fuera de nuestro país”, explica.
Denís, que nació en Donetsk (Donbás), por lo que Ucrania es un tema “muy doloroso” para él, está “aprendiendo” a trabajar con bases de datos y a hacer periodismo de investigación, lo que considera un “desafío”.
Aún desde el exilio, sigue conservando “algunas fuentes”. De hecho, recientemente sacó una noticia imposible de publicar en Rusia.
Según “Pskóvskaya Gubernia”, sesenta soldados rusos, alguno de los cuales sirven en Pskov, se negaron a combatir en Ucrania, información que fue confirmada por otras fuentes, como la organización de derechos humanos Ágora. “Le puedo decir que ahora ya son más de cien”, precisó Kamaliaguin.