El rally más importante de aventura, el Dakar, inicia este fin de semana en Arabia Saudita una 43ª edición marcada por las medidas contra el COVID-19 y las polémicas sobre el respeto a los Derechos Humanos en este reino ultraconservador.
El mítico rally, que en el 2019 puso fin en el Perú a una década en Sudamérica tras haber abandonado el norte de África por motivos de seguridad, llegó en el 2020 a Arabia Saudita, por lo que disputa su segunda edición consecutiva en ese país.
El Dakar está acostumbrado a momentos difíciles y tragedias en su historia, pero nunca había tenido que enfrentarse a una pandemia como la del coronavirus.
Supone un reto nuevo para los organizadores y para los 555 competidores inscritos en esta edición del 2021, que vivirán en una ‘burbuja’ sanitaria para recorrer las doce etapas del programa y cubrir el trazado de 7,500 kilómetros con salida y meta en Yeda.
Hasta el último momento, los organizadores temblaron ante la posibilidad de una cancelación.
Unas dos semanas antes del inicio de la prueba, las autoridades sauditas anunciaron el cierre de sus fronteras por la aparición de la variante del nuevo coronavirus, detectado en el Reino Unido.
David Castera, el director del rally, admite el primer momento de temor.
“Reconozco que la noche antes de hablar con las autoridades sauditas fue muy complicada. Llegué a pensar que no podía ser posible, con lo que habíamos trabajado”, dijo.
Desafío organizativo
Para reemplazar los vuelos comerciales cancelados, la empresa organizadora ASO tuvo que recurrir a ocho aviones suplementarios a los previstos para el transporte de la caravana. Inicialmente ya estaban contemplados diez aviones con ese objetivo.
Un reto logístico para no dejar a ningún competidor sin solución, con el objetivo de llegar a Yeda en tiempo y hora para... el autoconfinamiento. Ya que otra consecuencia de la pandemia es el diseño de una ‘burbuja’ reforzada para todos los participantes, pilotos, mecánicos y periodistas, con test PCR obligatorios tras un aislamiento de 48 horas en un hotel.
Una vez constituida la burbuja no se sale de ella hasta el 15 de enero, fecha de la última etapa.
El español Nani Roma (BRX), dos veces campeón del Dakar (2004 en moto, 2014 en auto), tuvo que cambiar de copiloto después de que Dani Oliveras diera positivo al COVID-19 antes de tomar el avión hacia Yeda.
De manera paralela a la pandemia, la elección de Arabia Saudita como nueva sede del Dakar sigue generando críticas por el efecto publicitario internacional que el Dakar brinda a un país señalado a menudo por su tratamiento de los Derechos Humanos.
La Federación Internacional por los Derechos Humanos (FIDH) pidió a las autoridades sauditas que retiren los cargos contra los activistas de los derechos de las mujeres sauditas y que liberen inmediatamente a Loujain Al Hathloul, condenada en virtud a una ley antiterrorista a cinco años de prisión el pasado 28 de diciembre, apenas una semana antes de la salida del Dakar.
Loujain Al Hathloul, en prisión desde hace dos años, es conocida mundialmente por su lucha por el derecho de las mujeres sauditas a conducir.
Sainz defiende su título
En el plano deportivo, el regreso del francés Sébastien Loeb para disputar su quinto Dakar es la noticia previa a la edición del 2021.
Como Nani Roma, el nueve veces campeón mundial de rallies estará al volante de un 4x4 prototipo equipado con un motor V6 de casi 400 caballos, con los colores de Baréin, después de haber sido segundo en el 2017 y tercero en el 2019.
En este Dakar 2021 también estarán otros nombres habituales como el español Carlos Sainz (Mini), defensor del título de autos con la experiencia de sus 58 años. E igualmente el catarí Nasser Al Attiyah (Toyota) o el francés Stéphane Peterhansel (Mini), el hombre que ostenta el récord de victorias (13) en el Dakar.
En motos, el estadounidense Rick Brabec (Honda) defiende el título ante nombres como el australiano Toby Price (Red Bull/KTM) o el chileno Pablo Quintanilla (Husqvarna).