La Unión Europea ha hecho frente y ha superado una serie de amenazas existenciales a lo largo de los años, pero la pandemia del coronavirus ha reabierto viejas heridas que podrían serle fatales.
Crisis de deuda en los países mediterráneos, avalanchas de refugiados y la interminable saga del Brexit sacudieron el proyecto europeo pero no lo hundieron. Pero quizá lo hayan dejado vulnerable a una nueva enfermedad.
"El germen ha vuelto", dijo el sábado el antiguo presidente de la Comisión Europea y uno de los artífices de su modernización, el francés Jacques Delors.
¿Cómo se llegó a esto?
Europa es el continente más afectado por la pandemia de Covid-19 que llegó de China, con más de 20,000 muertos.
Pero los Estados miembros cuentan con algunos de los mejores sistemas de salud del mundo y los 27 socios tienen un proyecto común que debería ayudarles a capear el temporal.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha pedido solidaridad a los gobiernos, pero la crisis no hace más que dejar en evidencia las divisiones existentes.
Italia, España y Francia, los países más afectados hasta la fecha, en número de contagios y de fallecidos, presionan al resto de los socios para encontrar la manera de compartir la carga financiera.
Pero Holanda y Alemania son escépticos y temen que los manirrotos de sus vecinos del sur se aprovechen de la crisis para mutualizar la deuda de los países de la zona euro.
Los denominados "coronabonos" serían, para las frugales economías del norte, la puerta de entrada de los "eurobonos" que socavarían la estabilidad de la moneda única.
No quieren que los países del sur se beneficien de tipos de interés más bajos a menos que asuman reglas de austeridad en el gasto público, como lo hacen los del norte.
Más allá de las discrepancias económicas, la bronca reveló una amarga división entre las capitales, y el lenguaje poco diplomático se ha llevado al terreno público.
El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, aseguró que él y la canciller alemana Angela Merkel "no tuvieron un desacuerdo sino una auténtica confrontación" durante la videoconferencia del jueves.
"Si Europa no se pone a la altura de este desafío sin precedentes, toda la estructura europea pierde su razón de ser para la gente", dijo Conte al diario financiero Il Sole 24 Ore.
‘Completamente ignorante’
La UE tradicionalmente suele realizar sus mayores avances cuando Francia y Alemania trabajan juntos pero en este asunto de los ‘coronabonos’, París está del lado de sus aliados sureños.
"No superaremos esta crisis sin una solidaridad europea fuerte, en términos de salud y de presupuestos", dijo el presidente francés, Emmanuel Macron, a la prensa italiana.
“Esto podría implicar la capacidad de asumir deuda común, o como se le quiera llamar, o un aumento del presupuesto de la UE para proporcionar apoyo real a los países más afectados”, dijo.
Ninguna de estas opciones es aceptada por el frugal norte, que ya está luchando para limitar incluso aumentos modestos en el presupuesto operativo de Bruselas para el próximo ciclo de siete años.
Merkel gobierna Alemana como parte de una coalición entre su partido conservador y el centro izquierda -más proclive a aumentar el gasto-, y ha hablado con cautela en público.
Pero Holanda no ha escondido su oposición a compartir el peso de la deuda, sacando de sus casillas a algunos de sus socios.
"Estamos en contra, pero no solos nosotros, y no podemos contemplar ninguna circunstancia en la que podamos cambiar de posición", dijo el primer ministro holandés, Mark Rutte, después de la reunión telemática del jueves.
“No solo Holanda, sino muchos otros están en contra de los eurobonos porque llevarían a la eurozona a un terreno diferente”, dijo.
“Significaría que cruzaríamos la línea (roja) en una eurozona que es más que una unión de transferencias”, dijo, sugiriendo que los países más frugales subsidiarían los déficits de los otros.
Muchos líderes europeos se han molestado por la posición holandesa, pero el primer ministro portugués Antonio Costa ha sido el más contundente.
“Este tipo de respuesta es totalmente ignorante y esta mezquinería recurrente mina totalmente el espíritu de la Unión Europea”, espetó.
Incluso en Alemania está creciendo la preocupación de que quizá no sea el mejor momento para dogmatismos presupuestarios.
“Si no estamos preparados ahora para compartir nuestra riqueza, entonces no sé adónde se dirige esta Europa”, dijo el antiguo ministro de Relaciones Exteriores alemán y ministro de Finanzas Sigmar Gabriel en una columna en el diario populista Bild.