Todavía faltan cinco semanas para la próxima reunión de la Reserva Federal de Estados Unidos y el presidente Donald Trump ya lleva a la economía hacia una recesión con sus palabras en su campaña por bajar las tasas de interés. Los mercados no deben tomar con mucha seriedad su más reciente ataque.
El Departamento del Tesoro de EE.UU. calificó formalmente a China como manipulador de divisas por primera vez desde 1998 luego de que Trump castigara al país vía Twitter por permitir que el yuan se debilitara más allá de la barrera psicológica de los 7 por dólar. Los futuros del S&P 500 cayeron hasta 1,9% tras la decisión y el índice se desplomó un 3% en las operaciones regulares.
No cuesta entender la molestia de Trump. Luego de que el Tesoro desistiera de acusar a China de manipular su moneda a fines de mayo, el yuan se ha debilitado 2.2%, la mayor cifra en una lista de países que vigila EE.UU. Pero incluso él debe saber que esta etiqueta con carga política es como el perro que ladra y no muerde.
Todo lo que puede hacer el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, es trabajar en conjunto con el Fondo Monetario Internacional para eliminar la “ventaja competitiva injusta creada por las medidas más recientes de China”. Trump ya implementó aranceles más elevados a las importaciones desde China.
El FMI no tomará medidas con mucho entusiasmo. El yuan está relativamente bien valuado, según el más reciente informe sobre el sector externo del organismo publicado en julio, que reveló que el dólar estadounidense es la moneda más cara dentro de las cerca de dos docenas que considera. Si EE.UU. realmente busca un manipulador, más vale que Mnuchin llame a Singapur.
Lo cierto es que los inversionistas naturalmente huyen hacia el refugio de los bonos de naciones desarrolladas cuando la guerra comercial se intensifica. Si Trump pasa apuros ante el fortalecimiento del dólar, ¿entonces qué hay del franco suizo o el yen japonés? Desde junio, se han apreciado más de 5% frente al yuan. Asimismo, el Banco Popular de China se ha mantenido al margen de la tendencia mundial de bajar las tasas de interés. Las cosas pudieron haber sido mucho peores.
Lo que el presidente puede hacer es usar el rótulo de manipulador de divisas y el consiguiente nerviosismo de los mercados como herramienta en su ofensiva para bajar las tasas. Los agentes de bolsa ahora proyectan una probabilidad de 44% de que haya una rebaja de medio punto en la reunión de la Fed del 18 de septiembre, muy por encima del 15% de hace una semana. Un leve “ajuste de mitad de ciclo” como el recorte de 25 puntos base de la semana pasada no es lo que quiere Trump. Basta con leer sus publicaciones en redes sociales: la primera respuesta del presidente tras la caída del yuan bajo 7 por dólar fue arremeter contra la Fed.
La Fed se ha vuelto un rehén de políticos y operadores de bolsa. Con el spread entre las rentabilidades de los bonos a 2 y 10 años del Tesoro de EE.UU. en su menor nivel desde 2007 se aproxima una recesión, afirman agentes bursátiles.
En cuanto a China, al país no le importa esta nueva denominación. Como he escrito, el gobierno ha espabilado tras casi dos años de guerra comercial y ahora se cuestiona si Trump sinceramente quiere llegar a un acuerdo. Pekín tiene muchas herramientas para reforzar el valor de la moneda si así lo desea: por ejemplo, colocar bonos con mayor rentabilidad es una táctica probada para hacer que suba el yuan cotizado en el extranjero. Lo que hizo China el lunes fue simplemente enviar una advertencia a Trump.
Pekín sabe muy bien que a veces la beligerancia de un líder hacia otras naciones realmente va dirigida al público en casa.
Por Shuli Ren
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