La muerte de George Floyd en Minneapolis el 25 de mayo desencadenó una cascada de desinformación y teorías conspirativas en redes sociales, generando desconfianza y división en Estados Unidos en medio de las protestas contra la violencia y los abusos policiales.
Los rumores en las diferentes plataformas incrementaron la brecha entre quienes respaldan las protestas y sus opositores, así como entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad, fuertemente cuestionadas tras la circulación del video en el que un policía presiona su rodilla sobre el cuello de Floyd, un ciudadano negro de 46 años, provocando su muerte.
"Es la tormenta perfecta, caldo de cultivo para la manipulación en redes sociales", dijo Emerson Brooking, del laboratorio de investigación digital forense del Atlantic Council, que se centra en identificar y mostrar casos de desinformación.
La amenaza de la desinformación “es aún mayor cuando la crisis avanza rápido, cuando implica violencia o cuando afecta a cuestiones sociales delicadas. La muerte de George Floyd y las protestas que desencadenó combina los tres elementos”, señaló Brooking.
Y como muestra, basta un video: varios policías blancos arrestan brevemente a un ciudadano negro. Según los usuarios, los agentes detuvieron al hombre basándose en el color de su piel, pero lo soltaron al descubrir -humillados- que se trataba de un agente del FBI.
El hecho de que el detenido no diga tal cosa en ningún momento de la grabación no impidió que se compartiera cientos de miles de veces en diferentes idiomas.
Ante la viralidad de la grabación, la policía de Rochester, la ciudad en la que sucedieron los hechos en el 2019, desmintió en un comunicado que el arrestado integrara el FBI. El protagonista también lo negó en su cuenta de Facebook.
Otro ejemplo en el que la policía fue blanco de desinformación es una combinación de fotografías que identifica al agente blanco Derek Chauvin -cuya rodilla presiona el cuello de Floyd- con un hombre con una gorra roja en la que se lee en inglés “Hagamos a los blancos grandes de nuevo”. Pero el hombre de la gorra no es el oficial de policía, sino un ciudadano de Pensilvania con historial delictivo.
Destrozos y vandalismo
"La mayoría de las afirmaciones falsas que observé buscan deslegitimar a los manifestantes. Inventar, descontextualizar o exagerar los incidentes violentos en medio de unas protestas mayoritariamente pacíficas hace posible que un gobierno justifique una fuerza mayor en su contra", señaló Brooking.
En este sentido, publicaciones compartidas miles de veces sostienen una teoría de la conspiración según la cual todo fue una puesta en escena, con actores y falsos uniformes de policía.
También hubo fotos y videos sacados de contexto. El domingo, los manifestantes encendieron barricadas y rompieron vidrieras cerca de la sede del gobierno estadounidense, en Washington.
Tras esos incidentes circuló un video que aseguraba que la Casa Blanca había sido "invadida por manifestantes". Pero esa grabación se había registrado en el Capitolio de Ohio, en la ciudad de Columbus.
A los manifestantes también se les atribuyó en las redes sociales el destrozo de la estrella del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en el Paseo de la Fama de Hollywood, usando una foto del 2018.
Asimismo, se endilgó a las protestas saqueos con imágenes de hechos que en realidad habían ocurrido en el 2015 en Baltimore.
El recurso de tomar imágenes antiguas llegó aún más lejos: en concreto, a 1995. En mayo de ese año, un exmilitar con problemas de adicción robó un carro de combate de la armería de Mesa College Drive, en San Diego, y circuló por la ciudad californiana causando grandes destrozos. La grabación fue compartida desde el lunes como si hubieran sido los manifestantes quienes robaron el tanque.
Trump no se libra
El presidente Donald Trump contribuyó a la polarización con un tuit que rezaba “cuando comience el saqueo, comenzará el tiroteo”, que Twitter ocultó por “ensalzar la violencia”.
Y no se libró de protagonizar desinformación. Una de las fotografías que le tomaron cuando visitó la iglesia de Saint John el lunes, sosteniendo una biblia, fue comparada con otra de Adolf Hitler en una postura similar. Pero esta última imagen había sido manipulada para añadir el libro en su mano, originalmente vacía.
Asimismo, circuló una presunta portada de la revista Time con una ilustración del rostro del mandatario nazi en la que la silueta de Trump hace las veces de bigote.
Con el título “Racismo, el mayor virus”, varios usuarios la presentaron en redes como original aunque, en realidad, era un diseño realizado en el 2016 por un caricaturista belga que nunca fue portada de la publicación norteamericana.