La Semana de la Moda de Nueva York mostrará desde mañana y hasta el 11 de septiembre más de 60 desfiles de marcas veteranas y emergentes, pero antes hará un inusual alegato político de cara a las elecciones de noviembre en Estados Unidos: hay que salir a votar por la democracia.
Antes de que las nuevas colecciones para 2025 invadan las pasarelas, un millar de diseñadores, modelos, ‘influencers’ y trabajadores del sector han sido convocados para “invadir” las calles del centro de Manhattan en la marcha “Fashion for our future” (La moda por nuestro futuro) para alentar a los votantes a registrarse y votar el 5 de noviembre.
El Consejo de Diseñadores de Moda de EE.UU. (CFDA), uno de los cerebros de la conocida como NYFW, está detrás del evento y también ha sorprendido al querer hacer la cita más accesible al público instalando por primera vez una pantalla gigante donde se podrán ver gratis la mayoría de desfiles, en el Rockefeller Center.
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La influyente editora de la revista Vogue, Anna Wintour, será una de las encargadas de abrir esa ventana a la moda más exclusiva, tras lo que comenzarán los desfiles de la jornada, entre ellos los de Area, Libertine, Brandon Maxwell, Grace Ling, Badgley Mischka, Collina Strada y Willy Chavarria, según el calendario oficial.
Sigue una de las jornadas más intensas, el sábado, con presentaciones destacadas como las del diseñador mexicano Patricio Campillo y el nepalí-estadounidense Prabal Gurung; y entre los eventos paralelos serán protagonistas los modistos españoles Palomo Spain y Custo Barcelona, o el colombiano Raúl Peñaranda.
El domingo será el debut en la Gran Manzana de Off-White, la marca del diseñador afroamericano Virgil Abloh, que antes de su fallecimiento repentino a los 41 años tuvo tiempo de revolucionar la casa Louis Vuitton; y le sigue el abanderado del estilo ‘preppy’ estadounidense, Tommy Hilfiger.
De vuelta a las jornadas laborables, los amantes de la moda podrán soñar desde sus escritorios con las propuestas de Carolina Herrera, Tory Burch o Laquan Smith, el lunes; PatBo, Michael Kors o Luar, el martes; o la emergente Melitta Baumeister, premiada por CFDA y Vogue, y que cierra el circuito el miércoles.
La Semana de la Moda de Nueva York parece haber vuelto a una cierta normalidad tras el parón de la pandemia de covid-19, aunque según Partnership for New York City, una asociación de grandes empresas de la ciudad, está perdiendo relevancia frente a las citas de París o Milán.
Según un estudio publicado por el grupo este miércoles, la concentración histórica de talento y actividad relacionados con la moda en la Gran Manzana se está “diluyendo”; los mejores diseñadores ya no son tan cercanos a las instituciones locales, y ha desaparecido parte de la infraestructura de producción.
También señala que los diseñadores emergentes han perdido espacios para visibilizarse, como los grandes almacenes Barneys, que cerraron en 2020 después de casi un siglo en Manhattan. Otros que han aparecido en los últimos años, como Brookfield Place o Hudson Yards, no se centran tanto en la “selección y promoción”.
Pese a todo, el sector de la moda y su cita bianual siguen teniendo un gran peso en la economía y el turismo de Nueva York, y para los nostálgicos de mejores tiempos, una versión ‘pop-up’ de Barneys ha abierto en el barrio del SoHo con la idea de que el público descubra nuevos estilos y, con un poco de suerte, a sus creadores.