Estados Unidos ha entrado en el oscuro territorio que los economistas definen como recesión -cuando el Producto Bruto Interno (PBI) se contrae dos trimestres seguidos-, pero el gobierno de Joe Biden insiste en rechazar esa idea, se aferra a otros datos como el empleo y arguye que ésta es solo una guerra semántica.
La contracción de 0.2% del PBI en el segundo trimestre conocida el jueves disparó todas las alarmas, pero el gobierno se apresuró a contrarrestar el dato con su discurso optimista, aunque expertos si temen que pueda haber un escenario de recesión que se consolide a final de año.
“Creo que deberíamos evitar una batalla semántica”, apuntó el jueves la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, en una rueda de prensa en la que hizo una valoración de los datos del PBI.
Y es que, aunque el país estaría en una recesión técnica según la economía tradicional al encadenarse dos trimestres de caídas, para la Casa Blanca, la Reserva Federal (Fed) y muchos analistas la definición de recesión no se ajusta -por el momento- con la realidad actual que Estados Unidos vive.
“Cuando miras a la economía, la creación de empleo continúa y las finanzas de los hogares se mantienen sólidas”, apuntó Yellen, quien recordó que en el país quien etiqueta a un periodo como recesión es la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas (NBER), y aún no lo ha hecho.
Este organismo apunta en su web que la definición de recesión “implica una disminución significativa en la actividad económica que se extiende por toda la economía y dura más de unos pocos meses” y aborda tres criterios, “la profundidad, la difusión y la duración” de esa caída económica.
En una encuesta publicada hace unos días la CNN reflejó una visión algo distinta, pues descubrió que el 64% de los estadounidenses sienten que la economía está actualmente en una recesión, un porcentaje mayor incluso que el de quienes opinaron lo mismo antes de las recesiones del 2001 (44%) y del 2007 (46%).
Con una inflación desbocada, pese a los intentos de la Fed de controlarla, Estados Unidos continúa aferrándose a la fuerza de su mercado laboral, pero este podría verse resentido en los próximos meses, y la recesión, advierten los expertos, podría llegar irremediablemente en la segunda mitad del año.
“A la vista de la alta inflación, los problemas continuos de la cadena de suministro y a la caída de la confianza, diría que es probable que se reconozca una recesión a finales de este año”, dijo Charles Lichfield, economista del centro de estudios Atlantic Council.
Si es así, “el NBER dirá retroactivamente que el lugar donde nos encontramos ahora ya formaba parte de una recesión que comenzó en el primer trimestre”, añadió.
En opinión del analista Edward Moya, de la firma Oanda, aunque la economía estadounidense “no está todavía en recesión”, el mercado laboral “se está enfriando y el consumo está bajando” aunque ambos sigan en “territorio positivo”.
Por eso considera que “es probable que la economía entre en recesión a finales de año o principios del próximo”.
Una opinión que comparte Michael Antonelli, analista de mercados de Baird. “No creo que la economía de Estados Unidos esté en recesión en este momento, pero creo que probablemente tendremos una en la segunda mitad del año, ya que las subidas de tipos de la Fed nos ralentizarán aún más”, declaró.
“Para mí, una recesión es una disminución generalizada de la actividad económica acompañada de un aumento del desempleo y una disminución del gasto de los consumidores. Todavía no hemos llegado, pero es probable que lo estemos para la segunda mitad del año”, agregó.
Los analistas consultados son más pesimistas al menos a medio plazo, que el Gobierno e instituciones como la Fed, cuyo presidente, Jerome Powell, compartió las tesis de la Casa Blanca al señalar, como ha hecho hoy mismo el presidente Joe Biden, que no contempla en este momento un escenario de recesión.
Una reflexión parecida a la del Fondo Monetario Internacional (FMI), que no cree que la economía estadounidense entre en recesión ni este año ni el que viene.
Aunque el FMI también lanzó esta semana su aviso, en palabras del director del departamento de investigación, Pierre Olivier Gourinchas: un “pequeño shock podría ser suficiente” para llevar a Estados Unidos a la temida recesión.