El esfuerzo de Kamala Harris por abordar las causas fundamentales de la migración es ahora uno de los mayores obstáculos en su carrera hacia la presidencia.
Como vicepresidenta tenía un mandato amplio, aunque ambicioso, para abordar los problemas que contribuyen al aumento de la migración de Centroamérica a Estados Unidos: luchar contra la corrupción, atraer inversiones y reforzar el Estado de derecho, promover los derechos humanos y luchar contra el crimen organizado.
Tres años después, los resultados son escasos, aunque nunca se pretendió poner fin a la emigración de forma inmediata. Antes de que el presidente Joe Biden emitiera una orden ejecutiva en junio para limitar las solicitudes de asilo, lo que provocó una disminución de inmigrantes en la frontera, las llegadas desde Honduras, Guatemala y El Salvador —los tres países conocidos como el Triángulo Norte en los que se centró Harris— habían caído en los años fiscales 2022 y 2023 antes de aumentar en los primeros meses de este año.
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Ese fracaso, a juicio de los críticos, ha perseguido a Harris desde que se convirtió en la presunta candidata de su partido a la presidencia en las elecciones de este año. Las encuestas realizadas en estados indecisos por Bloomberg News y Morning Consult muestran que la inmigración es el segundo tema más importante para los votantes, solo por detrás de la economía. Donald Trump y su compañero de fórmula, JD Vance, ya han tratado de atacar a Harris con este tema.
“Aunque la política pretendía frenar los flujos migratorios, todavía tenemos flujos muy significativos de inmigrantes procedentes de esos países”, dijo Risa Grais-Targow, directora para América Latina de Eurasia Group. En ocasiones, los esfuerzos por promover la transparencia en Guatemala, Honduras y El Salvador tensaron los lazos con sus dirigentes, lo que, en última instancia, empujó a la administración a dar prioridad a la inversión en lugar de a los demás objetivos del plan, señaló.
Cuando a Harris se le asignó la responsabilidad en junio de 2021, en medio de un aumento de la emigración desde América Central, la idea era hacer mejoras fundamentales en el marco cívico de los países en un intento por mejorar la vida y disminuir el deseo de los lugareños de marcharse a EE.UU. De este modo, se mostraría a los moderados que la frontera era una prioridad, al tiempo que se evitaría molestar a los progresistas, horrorizados por las duras medidas represivas de la administración Trump.
Los partidarios de Harris señalan que su mandato se limitaba a tres países, no a arreglar un sistema de inmigración que no funciona. Afirman que sus logros son significativos y que las medidas darán sus frutos en los años venideros. La emigración ha disminuido en los lugares donde la estrategia ha logrado atraer empresas y crear puestos de trabajo, y la inversión extranjera directa ha aumentado en la región debido en parte a los esfuerzos de la Casa Blanca por fomentar las inversiones privadas, afirman sus defensores.
Y destacan lo difícil que era la tarea en primer lugar: Honduras, Guatemala y El Salvador son países en desarrollo con políticas volátiles, y los partidarios de Harris dicen que los críticos son ingenuos al sugerir que problemas de décadas, como la corrupción endémica o la falta de transparencia judicial, podrían resolverse rápida y fácilmente.
“Consiguió movilizar al sector privado y conectar con él”, afirma Jordi Amaral, investigador que dirige Americas Migration Brief, un boletín que analiza el tema. “Sin embargo, a fin de cuentas, la Estrategia sobre Causas Fundamentales siempre fue un acuerdo a largo plazo: nunca iba a frenar la migración a corto plazo”.
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La Casa Blanca anunció este año que había conseguido US$ 5,200 millones en compromisos de inversión para la región por parte de empresas como Meta Platforms, Nestlé y Target. Eso equivale a más del 3% del producto interior bruto combinado de los países.
Pero las organizaciones participantes solo habían desplegado US$ 1,000 millones hasta setiembre de 2023, según un informe del Departamento de Estado al Congreso.
“En realidad, se ha materializado muy poco. Fue más una cuestión de imagen, una expresión de apoyo político”, dijo Paulo de León, director de la consultora empresarial Central America Business Intelligence, con sede en Ciudad de Guatemala.
La Casa Blanca reconoce que la inversión ha sido más lenta de lo esperado inicialmente. Afirma que la Alianza para Centroamérica ha creado más de 20.000 puestos de trabajo, ha propiciado la apertura de 160.000 cuentas bancarias y ha conectado a 2 millones de personas a internet en Honduras, El Salvador y Guatemala.
Aunque la Estrategia sobre Causas Fundamentales incluía amplios esfuerzos para fortalecer la integridad del gobierno y el Estado de derecho, es difícil identificar logros concretos en ese ámbito.
El año pasado, EE.UU. ayudó a liderar los esfuerzos para defender los resultados electorales en Guatemala tras los intentos de los fiscales locales de anularlos. Este año, una delegación estadounidense visitó Guatemala para asesorar a su gobierno sobre buena gobernanza, mejora de las infraestructuras y legislación antimonopolio. Funcionarios militares del Comando Sur de EE.UU. visitaron Honduras el año pasado para hablar de cooperación en materia de seguridad. La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional también ha puesto en marcha programas de alimentación y educación en Centroamérica para reducir la desnutrición y mantener a los niños en la escuela.
Estas iniciativas aún no han dado muchos resultados concretos y, según algunos indicadores, la democracia ha experimentado retrocesos en la región. El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha recurrido al estado de excepción para llevar a cabo detenciones masivas de delincuentes violentos, suspendiendo en el proceso libertades civiles como la libertad de reunión. Honduras siguió el ejemplo de Bukele cuando la presidenta Xiomara Castro emprendió una campaña similar a finales de 2022. En Guatemala, el presidente Bernardo Arévalo se ha comprometido a añadir 12.000 reclutas al cuerpo de policía del país en los próximos cuatro años.
“Es crucial que el gobierno de EE.UU. participe en iniciativas que democraticen las economías de la región, no solo en inversiones”, dijo Ana María Méndez Dardon, directora para América Central del grupo de investigación sobre derechos humanos Washington Office on Latin America.
Tal vez la iniciativa empresarial de mayor éxito promovida en el marco del programa haya sido la del fabricante de piezas para automóviles Yazaki North America, que firmó el convenio de Harris. En 2023, la empresa abrió una planta de US$ 10 millones en el norte de Guatemala para fabricar arneses de cables utilizados por Ford, General Motors y BMW, la que contrató a 1,000 personas en su fase inicial.
Aun así, los republicanos han atacado a Biden, y ahora a Harris, por los más de 8 millones de cruces registrados entre puertos de entrada desde que Trump dejó el cargo. Miembros del Partido Republicano han abogado por una represión fronteriza, pero han bloqueado los esfuerzos legislativos, incluida la propuesta bipartidista del Senado de este año, que habría dirigido nuevos fondos a la frontera.
Sus mensajes han sido eficaces, según la última encuesta de Bloomberg News/Morning Consult entre votantes de estados indecisos. Cuando se les preguntó en quién confiaban más para gestionar la inmigración, el 53% de los encuestados optó por Trump, frente a solo el 37% que lo hizo por Harris.
Harris, hija de inmigrantes, ha contraatacado en los primeros días de su campaña presidencial y prometió esta semana en un evento en Georgia alcanzar un acuerdo bipartidista sobre la frontera entre EE.UU. y México.
“Como presidenta, traeré de vuelta el proyecto de ley de seguridad fronteriza que Donald Trump mató y lo convertiré en ley, y le mostraré a Donald Trump cómo es el verdadero liderazgo”, dijo Harris en Atlanta.
Su campaña ha señalado que Harris permitiría que se mantuviera la orden ejecutiva de Biden que limita las solicitudes de asilo. Pero la propia Harris se ha distanciado de la política: no estuvo en su anuncio, no hizo ninguna declaración y ha declinado hacer comentarios esta semana sobre si continuará.
Trump, por su parte, se ha comprometido a liderar el mayor esfuerzo de deportación en la historia de la nación y redirigir a la policía local para que ayude en el control fronterizo. También ha prometido completar la construcción del muro fronterizo que prometió en su campaña presidencial de 2016. Un elemento habitual de su discurso es equiparar a los inmigrantes indocumentados con criminales y afirmar que están “envenenando la sangre” del país.
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Una cuestión fundamental es saber cuánta ayuda recibirá el próximo presidente estadounidense de México, que ha intensificado sus propias medidas de control para reducir el número de inmigrantes que llegan a la frontera con EE.UU. Gran parte del esfuerzo se ha concentrado en el sur, cerca de la frontera con Guatemala, donde las autoridades han reforzado los controles en las carreteras.
México también ha reunido a migrantes en el norte y los ha transportado en autobús hacia el sur, retrasando sus viajes. Las autoridades han aumentado la vigilancia de los trenes de mercancías para evitar que los migrantes suban a bordo.
La presidenta electa, Claudia Sheinbaum, asumirá el poder en octubre, pero hasta ahora hay pocos indicios de que su enfoque vaya a ser diferente al de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador. En junio, se reunió con la asesora de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Elizabeth Sherwood-Randall, y hablaron de migración, entre otros temas.
A pesar de todos los esfuerzos realizados por EE.UU. en Centroamérica, los encuentros de la Patrulla Fronteriza con ciudadanos de Guatemala, Honduras y El Salvador alcanzaron los 29,077 en mayo, ligeramente por encima de la cifra registrada cuando Biden y Harris asumieron sus cargos. En junio se redujeron a 24,120, al entrar en vigor las nuevas restricciones de Biden en materia de asilo.
“EE.UU. ha intentado durante décadas promover la prosperidad económica en la región, pero desgraciadamente estos esfuerzos no han tenido éxito a la hora de prevenir la migración irregular”, dijo Méndez Dardon, de Washington Office on Latin America. La perspectiva del sueño americano sigue seduciendo a la gente, especialmente en las zonas rurales, que se enfrentan a oportunidades económicas limitadas.
“Estas medidas no han tenido el impacto que Harris esperaba porque no están necesariamente vinculadas a las realidades de la región”, afirmó.
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