Pese a las consecuencias que las constantes subidas de tipos de interés tendrán sobre las empresas y en los hogares, el “dolor” sería mayor si no se mantiene una política monetaria restrictiva para reducir la inflación, según defendió este viernes el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell.
“Los registros históricos advierten fuertemente contra la relajación prematura de las políticas monetarias”, apuntó Powell en la inauguración de la reunión de dirigentes económicos de Jackson Hole (Wyoming, Estados Unidos).
En un breve pero contundente discurso, el presidente del banco central estadounidense avanzó que restaurar la estabilidad de precios “probablemente requerirá” mantener una postura monetaria “restrictiva durante algún tiempo”.
Y “en algún momento” –todavía no estimado- será recomendable ir “moderando el ritmo de subidas” de tipos de interés, reconoció.
Powell recordó que en julio, tras subir los tipos 0.75 puntos (el cuarto incremento seguida de tipos y el segundo consecutivo de la misma cantidad), se advirtió de otro posible “aumento inusualmente grande” en setiembre, pero este viernes condicionó la posible subida a la evolución de los datos y de las perspectivas económicas.
El discurso de Powell es el principal atractivo -y la única intervención pública, el resto es a puerta cerrada- de este encuentro en el que participan gobernadores de bancos centrales, responsables de instituciones y directivos de empresas, y que tiene lugar en el marco de una inflación mundial desbocada como consecuencia de la Guerra de Ucrania y los coletazos de la pandemia.
Con el tema “Reevaluación de las restricciones en la economía y la política”, los participantes debaten hasta este sábado sobre temas como las restricciones económicas producidas durante la pandemia o sobre cómo las consideraciones de suministro han vuelto al centro del escenario.
Todo ello con la alta inflación y su necesidad de reducirla como ejes centrales.
“Los bancos centrales pueden y deben asumir la responsabilidad de lograr una inflación baja y estable”, apuntó Powell, defendiendo las decisiones del regulador estadounidense, que ha sido mucho más agresivo que otros bancos centrales en su lucha contra la inflación.
El Banco Central Europeo sólo ha aprobado, de momento, una subida de los tipos de medio punto, hasta el 0.50%, la primera en 11 años.
Pese a que continuar con la subida de tipos implicará algunos “problemas a los hogares y las empresas”, reconoció Powell, no hacerlo causaría “un dolor mucho mayor”.
“Debemos seguir hasta que el trabajo esté hecho”, recalcó Powell, quien en su análisis macroeconómico consideró que la economía estadounidense sigue mostrando un momento “fuerte”, como fuerte está su mercado de trabajo.
Sí advirtió, no obstante, que en el mercado laboral en estos momentos sigue habiendo un desequilibrio, porque los puestos de trabajo que las empresas tienen que cubrir, son “sustancialmente” más que el número de trabajadores disponibles para ocuparlos.
Además, señaló que “la historia ha demostrado” que los costos para el empleo de las políticas destinadas a reducir la inflación tienden a aumentar, sobre todo si se prolonga en el tiempo una inflación elevada. “Nuestro objetivo es evitar esa posibilidad actuando para resolver el problema ya”, concluyó.
Además de la de Powell, en la jornada de este viernes el encuentro de Jackson Hole presenció otras intervenciones como la de la directora adjunta del FMI, Gita Gopinath.
Según el discurso facilitado por el FMI, Gopinath se mostró esperanzada de que los bancos centrales puedan contener la inflación en los próximos dos años, pero alertó de que uno de los mayores riesgos es que las expectativas inflacionarias se disparen y dejen de estar vinculadas a datos y análisis sobre la realidad de la economía.
Gopinath habló también de una de las lecciones aprendidas a raíz de la pandemia: aunque a veces pueda resultar conveniente llevar a su máxima potencia la actividad económica, su sobrecalentamiento crea un serio riesgo de inflación.
El COVID-19 y la guerra en Ucrania han sido un “test de estrés” para las políticas monetarias de los distintos países y la recuperación económica tras la pandemia ha demostrado que llevar la actividad económica a su pleno potencial crea un riesgo de inflación “significativo”.
Cuando la economía opera a plena capacidad -un objetivo habitualmente anhelado por la clase política y los principales actores económicos- el desempleo cae y los sectores clave sufren problemas de suministro, algo que hace subir los precios.