Por Tara Lachapelle
Walt Disney Co. y Universal, de Comcast Corp., van a enfrentar muchos problemas para volver a abrir sus parques temáticos de Estados Unidos. Pero cuando lo hagan, parece que nadie se va a divertir mucho.
Universal Orlando presentó a las autoridades locales del condado de Florida sus planes para volver a abrir sus instalaciones el 5 de junio, donde se detalla cómo el parque intentará mantener a sus trabajadores y visitantes protegidos del COVID-19.
Sus medidas comienzan en el sector de los estacionamientos, donde los espacios se ocuparán de forma alternada para que incluso los autos estén socialmente distanciados entre sí (y sin aparcacoches).
Desde ahí, todas las personas que ingresen al parque deberán usar protector facial, y un empleado tomará su temperatura con un termómetro digital infrarrojo sin contacto. Se controlarán las multitudes. Incluso en las atracciones se mantendrá una de cada dos filas sin pasajeros.
Pero es la espera para entrar a las atracciones lo que se sentirá especialmente extraño: el nerviosismo saludable de pensar en el recorrido de la primera atracción puede ser reemplazado por la inquietante sensación de llevar puesta una mascarilla o la simple incomodidad de usarla.
Después de todo, el jueves por la tarde había 35 °C en Orlando. (Los trabajadores tendrán descansos más frecuentes para que puedan lavarse las manos y, si hay un área abierta, quitarse sus mascarillas para tomar un respiro).
Los planes de Universal, que fueron aprobados por el equipo de trabajo del condado sin ningún tipo de objeción, revelan cómo durante todo el día las experiencias estarán levemente marcadas por esta nueva realidad.
Podría ser una experiencia casi espeluznante, o al menos una muy diferente de las vacaciones que la mayoría de las familias probablemente imaginaron cuando desembolsaron US$ 119 por boleto. Es posible que algunas de estas medidas ni siquiera sirvan de mucho: como hemos aprendido en las últimas semanas, no todas las personas contagiadas con COVID-19 presentan fiebre y, de hecho, muchas no desarrollan este síntoma.
Comer será una experiencia interesante: Universal sabe que los visitantes no podrán precisamente tomar helado con las mascarillas puestas, por lo que está espaciando las mesas para que las personas puedan quitarse las mascarillas mientras comen. Buena suerte a los padres que deberán ponerles nuevamente las mascarillas a sus hijos después de la merienda y a los trabajadores que deberán limpiar esas mesas. (Los menús serán, al menos, desechables).
Mientras tanto, otros cambios no son tan malos: Universal promoverá sistemas de pago sin contacto y habrá muchos dispensadores de desinfectante para manos. También implementará filas virtuales en un mayor número de atracciones para que las personas no tengan que esperar de pie unas junto a otras durante largos períodos, y eliminará las filas de pasajeros individuales para que extraños no queden sentados junto a los grupos.
En teoría, es un plan cuidadosamente elaborado por Universal para sacar lo mejor de una situación terrible. En la práctica, podría ser una pesadilla logística difícil de implementar. Internet está lleno de videos de estadounidenses que se resisten al uso de los protectores faciales obligatorios y critican fuertemente este tipo de restricciones. John Sprouls, el vicepresidente ejecutivo y director administrativo de Universal Parks & Resorts, dijo que hasta ahora los visitantes han señalado que comprenden y aceptan las normativas.
Pero siempre hay por lo menos uno y, en un parque con miles de personas, quizás habrá más. Sprouls dijo que sería una apertura de “capacidad gestionada”, pero no especificó a cuántas personas se les permitiría ingresar. Universal “pondrá a prueba” su sistema el 3 y 4 de junio al abrir para un selecto grupo de visitantes invitados.
No está claro cuánto costarán todos estos nuevos protocolos de seguridad a Universal y Disney, que también está trabajando para reabrir su complejo de Orlando después de reabrir su parque de Shanghái el 11 de mayo. Los gastos adicionales de seguridad y protección junto con la venta intencional de menos boletos reducirán los beneficios para estas empresas.
Habrá que ver hasta qué punto. Para ellos, desde un punto de vista financiero, sin duda es mejor que mantener los parques cerrados. Sin embargo, para los visitantes, un viaje que supuestamente debería ofrecer un entretenido escape de la realidad podría terminar siendo un recordatorio de ella.