Estados Unidos quiere que la Cumbre de las Américas de junio se centre en “lo que nos une como democracias”, con un “enfoque compartido” frente a las autocracias, afirmó el jefe de la diplomacia Antony Blinken.
En un discurso ante la organización empresarial Consejo de las Américas, Blinken dijo que hay que “evitar caer en bloques de derecha e izquierda, liberales y conservadores y, en su lugar, centrarse en lo que realmente nos une como democracias”.
Eso significa, añadió, “alzar la voz y hablar colectivamente cuando vemos el debilitamiento de la democracia por parte del gobierno en casa” y “fortalecer los pilares de nuestras sociedades libres y abiertas, como el estado de derecho, como el respeto por los derechos humanos, como elecciones libres y justas, una prensa independiente”.
“Siempre hay más fuerza y poder cuando somos realmente capaces de hacerlo colectivamente”, apuntó Blinken, quien destacó el papel “vital” que desempeña la Organización de los Estados Americanos (OEA).
El secretario de Estado insistió en la importancia de explicar a los países y a los ciudadanos cuál es el sistema más ventajoso y en que los derechos humanos y el bienestar social van de la mano.
Las décadas transcurridas desde la primera Cumbre de las Américas de 1994, celebrada en Estados Unidos, “han demostrado que los gobiernos no democráticos en las Américas no han logrado ninguno de los dos (derechos humanos y bienestar) y, en cambio, producen una corrupción creciente y niveles de vida en declive”, afirmó Blinken, que citó a Cuba y Nicaragua.
Estados Unidos ya ha confirmado que no invitará a la cumbre a estos dos países ni al gobierno del ilegítimo presidente venezolano Nicolás Maduro, por considerarlos no democráticos.
“Podemos al mismo tiempo ser humildes sobre dónde se ha quedado corta la democracia y confiar en su trayectoria más sólida que la autocracia”, manifestó.
En 1994, hubo un gran entusiasmo por los mercados abiertos y el libre comercio para crear oportunidades y mejorar las condiciones de los trabajadores en la región, pero pese a un crecimiento considerable, las desigualdades son inmensas, apuntó Blinken, quien entonces participara en la redacción de los discursos del presidente de la época, Bill Clinton, también demócrata.
Muchas de las personas a las que el sistema ha dejado atrás forman parte de las caravanas de migrantes, procedentes sobre todo de Centroamérica, que emprenden un largo camino con la esperanza de llegar a Estados Unidos, poniendo sus vidas en peligro.
“Brutal guerra”
Esta situación ha creado una crisis migratoria en la frontera con México, a tan solo unos meses para las elecciones de medio mandato en Estados Unidos, en las que el presidente demócrata Joe Biden podría perder el control del Congreso.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos dio cuenta de 7,800 detenciones de inmigrantes indocumentados por día a lo largo de la frontera con México en las últimas tres semanas.
Frente a esta crisis, Estados Unidos confía en adoptar una declaración regional sobre migración en la Cumbre de las Américas de Los Ángeles, que se celebra en un momento difícil.
La pandemia de COVID-19 se ha cobrado la vida de 2.7 millones de personas en la región, lo que representa más del 40% de las muertes registradas a nivel mundial, con masivas repercusiones económicas y en el empleo.
Además “con la brutal guerra” de Rusia contra Ucrania “muchos de estas condiciones preexistentes, han empeorado, elevando el precio de los productos básicos” y obligando a la población a tomar decisiones difíciles, señaló Blinken, al desgranar los obstáculos a corto plazo.
Otros desafíos son de largo plazo, como la falta de oportunidades económicas, la desigualdad, la crisis climática, la violencia, la corrupción endémica o la disminución de la confianza en los gobiernos, enumeró.