Miami, el paraíso tropical con la más variada oferta de condominios y casas de lujo, es un desierto si de viviendas dignas y asequibles se trata, algo que conoce bien Jennifer García, una joven que necesitaba mudarse a un lugar más económico y tardó seis meses en encontrarlo, según dice a Efe.
Debido al alza de los precios de la vivienda en barrios hispanos como La Pequeña Habana o Hialeah, muchas personas como Jennifer se han instalado en Liberty City, una zona que concentra una población mayoritariamente afroamericana y de bajos recursos y arrastra fama de ser insegura, aunque ella no ha tenido “problema alguno”.
Varios desarrollos inmobiliarios nuevos están floreciendo en esta cara oculta de la turística Miami y se espera que puedan ayudar a cambiar las cosas en una zona tradicionalmente desatendida.
El apartamento alquilado por Jennifer está en Liberty Square, como se llama el lugar donde hace más de 80 años se construyó un complejo residencial para mejorar la situación de los trabajadores afroamericanos que se hacinaban en viviendas en mal estado en Overtown, otro barrio de Miami.
Hoy los edificios de los nueve bloques o manzanas de Liberty Square, propiedad del condado de Miami-Dade, están siendo demolidos y reemplazados por otros nuevos con unas 1,455 unidades como parte de un proyecto de desarrollo de US$ 300 millones a cargo del grupo Related.
Pronto solo quedará de aquel proyecto de los años 30 el centro comunal original, que va a ser rehabilitado para que siga cumpliendo su cometido.
En dos de las manzanas se erigen edificios de tres plantas pintados en tonos alegres y ya habitados.
En las manzanas que los rodean reinan la ruina, el abandono y la pobreza.
Un contraste doloroso
El contraste es enorme y duele a la vista.
En los viejos edificios, de una sola planta, hay puertas y ventanas tapiadas, pero en algunos todavía se ve ropa tendida junto a la entrada como para avisar de la presencia humana.
Todos los que habitan esas viviendas hoy ruinosas tienen la posibilidad de vivir en los nuevos apartamentos o instalarse, con ayuda de un subsidio municipal, en el lugar que deseen.
Albert Milo, presidente de Related Urban Development Group, la empresa detrás de este proyecto, explica a Efe que se asociaron con el condado de Miami-Dade para reemplazar los edificios viejos por otros nuevos en los que les permitieron construir el doble de unidades del complejo original.
Ese es el negocio y también la manera de reducir un déficit de vivienda asequible que en Miami es de US$ 150,000 a US$ 200,000 unidades según distintas fuentes, señala Milo.
El problema no es solo de Miami, se da en todo EE.UU. y tiene que ver con el cada vez más desigual reparto de la riqueza.
The Gap, la brecha en español, una coalición de organizaciones civiles, en su último informe anual, correspondiente al 2020, cifró el déficit nacional de viviendas de alquiler para personas con ingresos extremadamente bajos en siete millones.
Solo existen 36 viviendas de alquiler disponibles y asequibles por cada 100 hogares con recursos extremadamente bajos, de los que existen 10,9 millones en todo el país y un 20 % de ellos son afroamericanos y un 15 % hispanos.
Según diversas páginas especializadas, la renta promedio de un apartamento de un dormitorio en Miami ronda los US$ 1,600, mientras que el precio de venta promedio de una casa es de US$ 350,000 a US$ 400,000.
La brecha en la vivienda
Son cifras inalcanzables para Jennifer García, una estadounidense de 21 años y origen cubano y colombiano que vive con su madre en un apartamento de dos habitaciones, un baño y cocina, comedor y sala de estar en una sola pieza en Eden, como se ha denominado la fase segunda del proyecto de US$ 300 millones para rehabilitar Liberty Square.
Los apartamentos, de uno a cuatro dormitorios, se entregan con la cocina completamente equipada y García, que antes vivía cerca de La Pequeña Habana, la muestra con satisfacción a los visitantes.
La joven dice que cuando le hablaron de Liberty City tenía dudas, pero cuando vio el apartamento desaparecieron y lo mismo les pasa a los amigos que visitan su hogar.
Toda la gente que ha tratado desde que en noviembre del 2020 se mudó aquí “han sido muy amables” con ella y su madre, que ya ha convencido a dos amigas latinas para que vivan en Liberty Square.
La renta se fija en función de los ingresos de los inquilinos y eso garantiza también una diversidad económica, desde personas con el nivel más alto de subsidio para vivienda hasta trabajadores con salarios fijos de sectores como la salud o la educación.
“Eso es lo que ayuda a cambiar un barrio”, dice el directivo del grupo inmobiliario, que tiene en marcha otros proyectos similares de vivienda asequible que suman más de mil millones de dólares.
Los edificios nuevos cuentan con personal de seguridad y con estacionamientos en superficie en un patio central, donde hay zonas ajardinadas y juegos infantiles.
Afuera es otro mundo, pero a Jeniffer García, que trabaja relativamente cerca como salvavidas en un parque de la ciudad de Miami, no parece asustarle.
Una promotora le dice a Efe que la policía ha informado de que la delincuencia en el área bajó como un 90 % en el último año.
Milo dice a Efe que hay planes para que en el vecindario se instale un supermercado de una cadena nacional, lo que generará 3.000 empleos, y algunos de los edificios van a contar con locales comerciales en alquiler para estimular la economía local.
También habrá una escuela nueva, un centro médico y centros de ocio. Solo con viviendas no se desarrolla un barrio, subraya.