Si bien la variante ómicron puede provocar una enfermedad menos grave, el número de muertes en Estados Unidos va en aumento y los expertos pronostican que entre 50,000 y 300,000 estadounidenses más podrían fallecer de COVID-19 una vez que disminuya la oleada en la primavera.
La tasa promedio de siete días de nuevos decesos por COVID-19 en Estados Unidos ha ido en aumento desde mediados de noviembre, y alcanzó casi 1,700 el 17 de enero, todavía por debajo del pico de 3,300 de enero de 2021.
Las muertes por COVID-19 en las residencias de ancianos comenzar a aumentar ligeramente hace dos semanas, aunque a un ritmo diez veces menor al del año pasado, antes de que la mayoría de los residentes se vacunaran.
A pesar de los indicadores de que ómicron causa una enfermedad más leve entre la mayoría de los pacientes, la propagación sin precedentes de la infección por todo el país, con casos que siguen en aumento en muchos estados, significa que muchas personas vulnerables se enfermarán de forma severa.
Si se alcanza el extremo superior de las proyecciones, el total de muertes por COVID-19 en Estados Unidos superaría el millón hacia principios de la primavera.
“Mucha gente va a seguir muriendo debido al grado de transmisión de ómicron”, dijo el epidemiólogo de la Universidad del Sur de Florida, Jason Salemi. “Por desgracia, la situación va a empeorar antes de mejorar”.
Las morgues empiezan a quedarse sin espacio en el condado de Johnson, Kansas, dijo el doctor Sanmi Areola, director del departamento de salud. Más de 30 residentes, en su mayoría sin vacunar, han muerto en el condado este año.
Pero la noción de que una variante, generalmente menos grave, pueda seguir cobrando miles de vidas es algo difícil de transmitir para los expertos sanitarios. Ha resultado difícil de visualizar que un porcentaje pequeño de un número muy elevado de infecciones puede producir un alto número de muertes.
“En general, va a haber más gente enferma aunque uno, como individuo, tenga menos posibilidades de enfermar”, dijo Katriona Shea, de la Universidad Estatal de Pensilvania y codirectora de un equipo que reúne varios modelos del comportamiento de la pandemia y comparte las proyecciones con la Casa Blanca.
La oleada de muertes que avanza hacia Estados Unidos llegará a su punto más alto a finales de enero o principios de febrero, según Shea. A principios de febrero, los fallecimientos semanales podría igualar o superar al pico de la variante delta, y es posible que incluso supere el récord previo de muertes en el país del año pasado.