Por Narayana Kocherlakota
La administración del presidente Donald Trump propuso un plan de US$ 1.2 billones para contrarrestar la crisis económica provocada por el coronavirus. Aunque es un paso en la dirección correcta, se necesita un estímulo fiscal mucho mayor y mejor orientado.
Como la mayoría de los pronosticadores, espero una considerable carga económica del Covid-19 y distanciamiento social. Sin embargo, a diferencia de ellos, veo que este arrastre durará hasta el próximo año.
Este reciente análisis de un equipo de investigadores en el Reino Unido sugiere que, hasta que se desarrolle una vacuna, los gobiernos tendrán que elegir entre dos opciones desagradables: el crecimiento exponencial en el número de pacientes con Covid-19, que aplastará los sistemas de salud en cuestión de semanas, o políticas estrictas de distanciamiento social para mantener la transmisión de enfermedades bajo control.
Es probable que el uso de cualquiera de estas opciones, o la alternancia entre ellas, esté asociado a una gran incertidumbre para las empresas y los hogares. Esta incertidumbre impondrá una carga significativa en la economía de Estados Unidos hasta que se implemente una vacuna que, según los expertos, podría estar disponible para fines del 2021.
Responder a este tipo de desaceleración prolongada requerirá un estímulo mayor al 6% del producto interno bruto propuesto por la administración.
En cambio, los encargados de política monetaria deberían planificar dos años en los que, ante la ausencia de una intervención fiscal, la brecha del producto será significativamente negativa, posiblemente hasta un 6% del PBI, o en la misma escala que la recesión causada por la crisis financiera del 2008-2009.
Se necesitará una inyección fiscal mucho más considerable para compensar ese déficit, algo superior a los US$ 2.5 billones en lugar de US$ 1.2 billones.
Al diseñar un estímulo fiscal es importante asegurarse de que el dinero llegue a las manos de quienes tienen la mayor propensión a gastarlo. El plan de la administración parece no cumplir con este criterio. Un recorte de impuestos sobre la nómina pone el dinero en manos de quienes ya tienen trabajo.
Pero generalmente tienen una menor propensión a gastar que aquellos que están desempleados. En tanto, un rescate de las aerolíneas sirve para proteger la riqueza de sus accionistas y tenedores de deuda. Pero esas personas también suelen tener una menor propensión a gastar que las que tienen recursos financieros limitados.
¿Cómo, entonces, debe estructurarse un estímulo fiscal? Hay muchas formas de mejorar la propuesta de la administración Trump. Aquí hay tres propuestas que considero útiles. Primero, el gobierno debería pagar US$ 10,000 a cada adulto y niño menor de 40 años. Es más probable que salgan y gasten este dinero, en parte porque el Covid-19 representa un riesgo de salud mucho menor para ellos.
En segundo lugar, el gobierno debería pagar un bono a cada persona que se haga la prueba del coronavirus (siempre que no se hayan hecho la prueba la semana anterior). Finalmente, como se hizo en la Gran Recesión, el gobierno debería aumentar y extender los beneficios del seguro de desempleo más allá de las 26 semanas normales.
Sabemos que habrá una recesión y, desafortunadamente, hay buenas razones para creer que será extensa y amplia al mismo tiempo. La Reserva Federal ha hecho lo que puede con la política monetaria. Ahora necesitamos una respuesta de política fiscal sólida y bien organizada por parte del gobierno de EE.UU.