Kendall Nunamaker y su familia de cinco integrantes de Kennewick, Washington, enfrentan este mes un problema matemático imposible de resolver: ¿Cómo pagar la gasolina, la comida y la hipoteca ahora que la inflación está incrementándose?
Al igual que muchas familias trabajadoras, los Nunamaker lidian con una inflación de 8.3% en el índice de precios al consumidor en abril anunciado el miércoles, la cual se desaceleró ligeramente respecto a la cifra de marzo, que representó el mayor aumento de un año a otro desde 1981, según el Departamento del Trabajo.
El precio promedio de la gasolina a nivel nacional alcanzó el miércoles su máximo histórico de US$ 4.40 por galón (US$ 1.16 por litro). Y los precios globales de los alimentos van en aumento debido a la escasez provocada por la guerra de Rusia contra Ucrania y otros problemas de la cadena de suministros.
Los bancos de alimentos en todo Estados Unidos dicen que esas condiciones económicas están haciendo que se intensifique la demanda de sus servicios de asistencia en un momento en que sus costos de mano de obra y distribución van en aumento y las donaciones disminuyen.
El problema ha alcanzado tales niveles que el presidente Joe Biden convocó la semana pasada a una Conferencia sobre Hambre, Nutrición y Salud para setiembre, la primera desde 1969.
Para muchas familias como los Nunamaker, la inseguridad alimentaria se ha convertido en una sorpresa desagradable.
“No hay razón por la que nosotros como pareja y familia debamos estar pasando tantos apuros. Ganamos bien”, declaró Nunamaker.
Ella trabaja tres días a la semana en una tienda de decoración de interiores en donde gana US$ 15.25 la hora. Su esposo, Nick, tiene un empleo de tiempo completo como conductor de transporte para personas con discapacidades y gana US$ 27 la hora.
Aunque reciben algo de dinero de un programa estatal de nutrición para niños, en el que sus dos hijos más chicos cumplen los requisitos de inscripción, de todas formas, gastaron US$ 360 en alimentos la semana pasada.
Debido a los precios inflados, esos comestibles fueron insuficientes para alimentar a todos. Y a la familia aún le faltaba dinero para pagar otras cuentas del hogar, por lo que Nunamaker se vio obligada a preguntarse cómo hará rendir sus próximos cheques para cubrir esas facturas y la hipoteca este mes.
En ocasiones anteriores, la familia vendió bienes como lentes de realidad virtual y armas de fuego para poder cubrir esos gastos. “En algún momento nos vamos a quedar sin nada porque ya habremos vendido todo”, señaló.
Así que Nunamaker y su esposo visitaron por primera vez dos bancos locales de alimentos la semana pasada.
La pandemia obligó a casi 60 millones de estadounidenses a buscar ayuda alimentaria, según Feeding America, una organización sin fines de lucro que maneja bancos de alimentos. Al final del 2021, a medida que las contrataciones se recuperaban, la demanda de ayuda a los bancos de alimentos retomó sus niveles normales. Pero el respiro fue breve.
“En los últimos meses, con este aumento en las presiones inflacionarias, vemos que el 95% de nuestros 200 bancos de alimentos miembros dicen que han visto que la necesidad se ha estabilizado o se ha incrementado”, dijo Claire Babineaux-Fontenot, directora general de Feeding America.
En el área a lo largo del río Columbia donde viven los Nunamaker, el número de clientes que buscan ayuda alimentaria en una despensa de iglesia aumentó el 40% entre diciembre y marzo, según Eric Williams, director de alianzas comunitarias para Second Harvest, una organización que trabaja para abastecer de comida a las despensas locales.
Dijo que su organización debe hacer más con menos porque sus proveedores están sujetos al mismo aumento de precios. El monto que Second Harvest paga para obtener verduras donadas se ha incrementado de unos 13 centavos por kilogramo (6 centavos por libra) a 24 o 26 centavos por kilo (11 o 12 centavos por libra) en este momento, dijo Williams.
Algunos de los aliados de despensas alimentarias de Feeding America han cerrado debido a la disminución de donativos y mayores costos por recibir y entregar comida. Otros tienen menos alimentos en sus anaqueles, a pesar de que enfrentan mayor demanda.
“Nuestra red enfatiza el acceso y la equidad”, dijo Babineaux-Fontenot. “Así que estamos trabajando más duro para llegar a las personas que tienen las peores tasas de inseguridad alimentaria. Pero, ¿qué tan lejos podemos llegar cuando los precios de la gasolina están elevados? Tenemos datos que muestran que la raza y el lugar son indicadores significativos de si sufrirás o no inseguridad alimentaria y a qué grado llegará”.
Debido a la inflación y a la reducción de la ayuda, un banco de alimentos que brinda servicio a tres condados de Ohio —también llamado Second Harvest— enfrenta una caída en la cantidad de comida que es capaz de proveer.
“En comparación con el año pasado a estas alturas, hemos recibido cerca del 50% menos en el último donativo federal de alimentos y hemos recolectado un 20% menos de las colectas de alimentos de las tiendas”, dijo la directora ejecutiva Tyra Jackson. “La combinación de todo eso realmente ha impactado nuestro presupuesto porque en estos momentos necesitamos comprar más comida”.