La élite empresarial y gubernamental acudió al Foro Económico Mundial por primera vez esta semana desde que el COVID-19 fue declarado pandemia. Los asistentes llenaron las salas de reuniones y se apretujaron alrededor de las mesas de café en los pasillos alfombrados del Centro de Congresos de Davos. Casi nadie usaba tapabocas.
Este Foro, más pequeño y más apagado, fue una mezcla algo divertida entre cautela y cero cautela.
Las precauciones se dieron principalmente antes de que los casi 2,500 delegados se pusieran manos a la obra el lunes. Junto con los periodistas y demás personal presentaron prueba de vacunación y los resultados de una prueba de COVID antes del registro.
Eso significó cálculos que la mayoría de nosotros no hemos tenido que hacer en los últimos meses, estimando los tiempos de llegada y asegurándonos de realizar una prueba de PCR hasta 72 horas antes o una prueba rápida de antígeno administrada por un profesional hasta 24 horas antes de la llegada.
Un colega de prensa fue visto buscando frenéticamente en Google el domingo por la tarde una farmacia abierta para hacerse una prueba.
Después de recoger las escarapelas, había que hacer otra prueba de COVID, esta vez patrocinada por el propio Foro. Para muchos asistentes, eso significó otro control menos de ocho horas después de su control previo a la conferencia. Un miembro del personal médico distribuyó pequeños viales de solución salina, con la que los asistentes debían hacer gárgaras y luego escupir en tubos de plástico etiquetados.
Esa prueba también generó algunos momentos de ansiedad para algunos asistentes que se enteraron de los resultados positivos una vez estaban ya en la conferencia y luego se les pidió que volvieran a realizar la prueba.
Una vez despejada toda duda, los visitantes tenían la libertad de divertirse como mejor les pareciera. Eso no quiere decir que la gente no fuera consciente del riesgo.
Un acceso de tos en una velada llena de gente, organizada por TIME y Salesforce, creó rápidamente una zona de exclusión de tres metros, y la persona implicada aseguró a sus vecinos que se había hecho una prueba rápida esa mañana y que no tenía COVID. Otro asistente dijo que había entrado y salido de otro evento porque estaba tan lleno que se sentía incómodo.
Al final de esta semana, también sabremos si la conferencia logra convertirse en un caso de estudio sobre cómo realizar una conferencia internacional sin que se convierta en un evento de gran contagio.