Don Isis tiene 60 años y desde niño lidió con la incertidumbre de la pesca en un modelo que ahora sabe “agotado” y por lo que hace 15 años, junto a su cooperativa de pescadores, se pasó al ecoturismo para cuidar de una bahía en el Parque Nacional de los Haitises, en República Dominicana, y ofrecer un futuro mejor a los que vengan tras él.
Entre manglares, kayaks y remos, este pescador, reconvertido a promotor del turismo comunitario sostenible en su provincia (Samaná, norte del país), explica a EFE que en 2008 “un grupo de pescadores” se organizó “con el objetivo de luchar por una pesca sostenible” y “como una forma de sacarle presión a la pesca” en la zona, y analizó “cómo funcionar como una empresa de ecoturismo”.
Así nació “San Lorenzo Kayaks”, en la bahía homónima, con 15 de los 60 miembros de una cooperativa de pescadores que abogan por cambiar el modelo, ya que “los recursos de la pesca han aminorado mucho” en los últimos años.
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“Nuestra ciudad, Sánchez, pertenece a Samaná, aquí siempre ha habido turismo, pero la zona nuestra es para la pesca, es un sitio fangoso, no tan bello como el resto de Samaná, pero pensamos que el ecoturismo podría ser una forma de adquirir recursos, para nosotros y para la empresa”, cuenta sin perder atención de la flora y la fauna que recorre en su kayak y que pacientemente señala a los visitantes.
Aprovechar lo que ya tenían
Don Isis recuerda que, cuando emprendieron la nueva actividad, trataron de aprovechar lo que ya tenían en su haber, así es que tomaron su embarcación -la misma con la que pescan- y empezaron a recorrer el parque nacional, en el que está prohibida cualquier actividad extractivista así como residir en su territorio, que alcanza los 1.600 kilómetros cuadrados.
“Ofrecemos un recorrido en lancha y otro en kayak por el parque nacional, también si quieren comida la podemos incluir, y van todos con su chaleco y su refrigerio”, precisa el pescador sobre el tour, en el que se pueden observar decenas de tipo de aves, como el halcón de Ridgway, el pájaro carpintero hispano, la esmeralda hispaniola (en peligro de extinción), pelícanos, fragatas o garzas.
Gracias a una donación de kayaks, talleres de formación y el apoyo del Ministerio de Turismo dominicano, el grupo más concienciado de la cooperativa logró arrancar con las excursiones, que también ofrecen otros operadores de mayor tamaño y con más recursos, y empezaron a “mejorar las condiciones de vida”, así como su “experiencia en el ecoturismo”.
“No nos arrepentimos, vamos a seguir creciendo”, asegura el dominicano.
La rentabilidad de la pesca
El pescador echa la vista atrás con poca añoranza y, aunque reconoce que en el pasado “la pesca era muy rentable”, ahora “cada vez más se usan artes menos apropiadas”, que acaban dañando el hábitat y haciendo imposible la reproducción de los peces a largo plazo.
“Nosotros nos formamos para proteger el medioambiente, observamos de qué manera los pescadores estaban usando artes de pesca que matan a los pequeños y a los juveniles, empezamos a reunirnos con ellos para advertirles del daño que estaban ocasionando a la bahía. Ellos lo saben y entienden que no es lo más apropiado, pero dicen que es su manera de alimentar a la familia”, rememora.
Ese argumento, contesta Isis, “les va a servir por poco tiempo”, pues “¿cuándo no haya nada cómo los van a alimentar?”.
Y es que el también guía turístico es consciente de que el turismo es esencial para el país y puede ser una fuente de recurso para su sector, ya que, en 2022, según datos de la Asociación de Hoteles y Turismo de la República Dominicana (Asonahores), este ámbito aportó el 25 % del producto interno bruto (PIB).
“La pesca en el pasado era más rentable porque había mucho recurso, pero ahora el ecoturismo es más rentable y sobre todo es más sostenible. En el turismo tú sabes, tienes la garantía de lo que te vas a ganar, llevas a tantos turistas y sabes, ya no tienes dudas de que vas a llevar la comida a la casa”, zanja convencido.
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