¿China está perdiendo la batalla contra el Coronavirus al mantener hasta la actualidad su política de Covid cero? Aun es una incógnita sin resolver, sin embargo, lo que sí es cierto es que este plan aplicado por el país asiático desde inicios de la pandemia ha generado un hartazgo en la población, quien durante todo noviembre se sumergió en una serie de protestas en varias ciudades importantes del país.
Mientras China sigue batallando para erradicar el COVID-19 con estrictas medidas de confinamiento, el resto de los países del mundo están regresando, más o menos, a la vida normal y, según detalló para el New York Times Paul Krugman, profesor del Centro de Graduados de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, esta situación está provocando grandes dificultades personales y entorpeciendo la economía, ya que las ciudades en confinamiento representan casi el 60% del PBI de China.
“China se ha arrinconado a sí misma con su política de Covid cero al imponer reglas muy estrictas a las personas y comunidades”, agrega en una entrevista a la BBC Jack Chow, profesor de la Universidad Carnegie Mellon y ex subdirector general de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
¿Una estrategia mal calculada?
Chow detalla asimismo que este plan, liderado por el mandatario Xi Jinping, se enfrenta a grandes presiones. “En primer lugar, porque a pesar de estas medidas draconianas, la cifra de casos de covid siguió aumentando”, señala.
“En segundo lugar, porque no solo está restringiendo el crecimiento económico chino, sino que también está interrumpiendo las cadenas de suministro en el mundo. Y, en tercer lugar, porque la perturbación social se está propagando por todo el país a medida que la gente común comienza a irritarse con estas restricciones”, alerta.
Países como Australia, Nueva Zelanda, Singapur o Corea del Sur aplicaron enfoques similares a la política de Covid cero de China; sin embargo, a medida que aparecieron las vacunas, estos estados fueron flexibilizando sus normas y volviendo todo “a la normalidad”.
Así, mientras el resto del mundo aprendió a convivir con el virus, inmunizados por las vacunas o de forma natural al contagiarse, Pekín ha insistido en eliminarlo por medio de los confinamientos.
Y, aunque ha tenido bastante éxito en evitar los contagios, como consecuencia de ello su población ha quedado más expuesta a la enfermedad pues no han desarrollado la inmunidad natural que obtienen quienes se han infectado.
“En el resto del mundo la población adquiere inmunidad por dos vías: las vacunas y la infección natural, pero en China no ha habido infección natural”, explicó en una entrevista a la BBC Jin Dong-Yan, profesor de Virología Molecular de la Escuela de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Hong Kong.
Un colapso del sistema de salud
Al no contar con una inmunidad natural y con poca inmunidad adquirida derivada de las vacunas, las autoridades chinas se enfrentarían al riesgo de que algún brote de contagios se salga de control y haga colapsar el sistema sanitario del país.
“El colapso del sistema de salud sería, en realidad, un desastre mayor que la covid misma, como se pudo ver en Wuhan. Muchas de las muertes allí, en realidad fueron causadas por ese colapso más que por la enfermedad”, explicó Jin Dong-Yan en su entrevista con BBC Mundo.
China podría estar atada de manos en un futuro si es que una nueva ola de COVID-19 afecta al país.
“Una ruta sería mantener la estrategia de los confinamientos con la esperanza de aplanar la curva de COVID-19, pero eso seguiría alimentando las tensiones en la sociedad y la economía”, agrega Chow.
“La otra ruta sería comenzar a relajar estas medidas, en respuesta a los problemas sociales, pero corriendo el riesgo de una aceleración de los contagios”, señala.
Un informe de la consultora Eurasia Group, que señaló la política de Covid cero de China como la principal amenaza global para 2022, detalló que mantener el país cerrado durante dos años ha hecho que ahora sea más arriesgado volver a abrirlo.
“China se encuentra en la situación más difícil debido a una política de Covid cero que parecía increíblemente exitosa en 2020, pero ahora se trata de una lucha contra una variante mucho más transmisible con confinamientos más amplios y vacunas con eficacia limitada”.
“Y la población prácticamente no tiene anticuerpos contra ómicron. Mantener el país cerrado durante dos años ha hecho que ahora sea más arriesgado volver a abrirlo”, señalaba el informe.