Por Mark Buchanan
Si la pandemia de coronavirus ha dejado una cosa clara, es que el conocimiento, la preparación y la ciencia son importantes.
La propaganda política puede ganar elecciones y mantener a millones de personas mal informadas, pero no persuade a las fuerzas de la naturaleza, una de las cuales son las enfermedades infecciosas.
“La realidad debe primar sobre las relaciones públicas”, como lo expresó el físico estadounidense Richard Feynman tras el desastre del Challenger, "porque la naturaleza no puede ser engañada”.
Después de la pandemia, podríamos esperar que tanto personas como líderes gubernamentales se dieran cuenta y volvieran a colocar la preparación tradicional en la lista de nuestras prioridades.
Además de tomar medidas para evitar futuras pandemias –porque, sin duda, habrá más–, el riesgo más obvio e importante para el que hay que prepararse es el calentamiento global, en torno al cual los países se han mostrado vacilantes durante décadas.
En Estados Unidos, por supuesto, el mayor obstáculo para tomar medidas es la industria de los combustibles fósiles y sus aliados cercanos en el Partido Republicano. Las encuestas de finales del 2019 revelaron que solo cerca de 20% de los republicanos piensa que el cambio climático debería ser una prioridad, en comparación con casi 80% de los demócratas.
Se trata de una diferencia que persiste, en su mayoría sin cambios desde el 2013, a pesar de los incendios forestales, las inundaciones y otros eventos climáticos extremos cada vez más frecuentes que se desarrollan ante nuestros ojos.
Puede parecer en vano, incluso, esperar que las cosas cambien. Y, sin embargo, las actitudes de los votantes republicanos pueden ser menos rígidas de lo que nos han hecho creer. Un estudio reciente encontró mucha más fluctuación en el tiempo en las actitudes republicanas hacia el cambio climático que lo que se muestra en las encuestas habituales. Y las posibilidades de un cambio serio a corto plazo podrían ser mayores de lo que pensamos.
Los sociólogos saben que los puntos de vista predominantes pueden cambiar rápidamente debido a la conformidad social. Si algunas personas que cambian sus puntos de vista hacen que otras sean un poco más propensas a hacer lo mismo, esto puede desencadenar un cambio de opinión con efecto dominó.
Por ejemplo, ese fue el caso de los fumadores pasivos en EE.UU. y Europa, donde una opinión minoritaria fue rápidamente adoptada por una gran mayoría. Al menos es posible, siempre y cuando muchas personas tengan puntos de vista bastante flexibles, en lugar de ser impenetrables a cualquier cambio de opinión.
Por supuesto, “impenetrable” es el estereotipo predominante de la mentalidad republicana sobre el clima. Pero esto no es lo que realmente muestran los detalles de los datos de sondeo.
En un artículo reciente, el cientista político Hank Jenkins-Smith, de la Universidad de Oklahoma, y sus colegas analizaron un gran panel de investigación de votantes en Oklahoma que hacía las mismas preguntas trimestralmente desde mediados del 2014 hasta mediados del 2018.
Las respuestas, al igual que datos de otros sondeos, muestran que las opiniones promedio de los votantes republicanos no cambiaban: eran, por consenso, escépticos e incrédulos del cambio climático.
Sin embargo, un análisis más detallado de las respuestas individuales descubrió algo más. Las opiniones individuales de los republicanos en realidad cambiaban con bastante frecuencia, ya que 41% de los republicanos pasó de creer a no creer, o viceversa, al menos una vez durante el período de estudio de cuatro años.
Para los demócratas, el número correspondiente fue solo de 19%. Entonces, si bien las opiniones demócratas parecen asentarse en un equilibrio relativamente estable sobre el cambio climático, quizás basado en su confianza en la opinión científica consensuada, las opiniones de los votantes republicanos parecen ser más fluidas.
Dicha investigación basada en encuestas es propensa a interpretaciones erróneas. Pero estos investigadores fueron muy cuidadosos al descartar conclusiones alternativas, como la posibilidad de que los republicanos simplemente cambien sus puntos de vista sobre cualquier tema con más frecuencia que los demócratas.
Eso no aparece en los datos de las encuestas sobre otros temas, como la educación, la delincuencia y la atención médica. O que a los republicanos les importa tan poco el tema climático que dan respuestas descuidadas y sin poner atención. El estudio también controló eso y descubrió que la variabilidad de las respuestas republicanas en realidad aumentó cuanto más tiempo pensaban antes de responder.
Por lo tanto, al parecer, los escépticos republicanos no son tan rígidamente inflexibles en su escepticismo como muchos de nosotros creemos. Resulta que hay gran incertidumbre y duda en la mente republicana.
Los “republicanos”, como escribieron los investigadores, “están modificando y actualizando sus actitudes climáticas a intervalos anuales o mensuales”. Por lo tanto, puede haber esperanza de que la resistencia republicana a la acción climática disminuya rápidamente.
La pandemia de coronavirus ha brindado recordatorios agudos y dolorosos de nuestra vulnerabilidad colectiva y el valor de prestar mucha atención a la realidad. Si hay algo bueno en salir de esta actual tragedia, puede ser ayudar a persuadir a algunas personas para que ayuden a inclinar la balanza y hacer que nuestros líderes tomen mucho más en serio el próximo problema que se avecina.
Esta columna no refleja necesariamente la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.