La OTAN, que esta semana celebrará su cumbre en Madrid para acordar su estrategia para la próxima década, tiene un pie en América del Sur desde hace cuatro años con la inclusión de Colombia como primer “socio global” latinoamericano de la Alianza Atlántica.
Ese acercamiento se dio durante el gobierno de Juan Manuel Santos, quien el 31 de mayo del 2018, dos meses antes de dejar la Presidencia, oficializó en Bruselas junto al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, el acuerdo de cooperación que convirtió al país en “socio global” de la Alianza, hasta ahora el único latinoamericano en alcanzar ese estatus.
A finales de los años noventa, durante la época de las “relaciones carnales” con Estados Unidos, el entonces presidente argentino, Carlos Menem, planteó la incorporación de su país a la OTAN, lo que habría supuesto la ampliación de la Alianza al Atlántico Sur, pero su propuesta no tuvo eco, entre otras razones porque habría encontrado la oposición del Reino Unido, socio fundador de la Organización en 1949 y con el que mantiene un litigio por las islas Malvinas.
En el mundo hay otros países que tienen la condición de socio global, como Japón, Australia, Nueva Zelanda y Corea del Sur, que como Colombia no estarán en la cumbre de Madrid, reservada para los treinta estados miembros.
Paz y cooperación
El acuerdo de cooperación con la OTAN fue posible después de la firma de la paz con las FARC, que tuvo lugar en noviembre del 2016 y que puso fin al conflicto de más de medio siglo con esa guerrilla, lo que permitió al gobierno colombiano hacer cambios en sus prioridades de defensa, sin descuidar la lucha contra los demás grupos armados ilegales.
En términos prácticos, el estatus de “socio global” de la OTAN permite al Gobierno colombiano estrechar la cooperación existente con la Alianza Atlántica en asuntos como la lucha contra el crimen trasnacional, implantar una política de más transparencia en las compras militares, estandarizar procesos internos y capacitación de las Fuerzas Armadas en algunas áreas, como el desminado y la mitigación de los efectos del cambio climático.
Como parte de esa cooperación, ingenieros del Ejército colombiano, a petición de la OTAN, capacitarán a soldados ucranianos en “doctrina, técnicas y tácticas” de desminado militar humanitario, según anunció el mes pasado el ministro de Defensa, Diego Molano.
Según Molano, la experiencia de Colombia en el desminado humanitario tras la firma de la paz con las FARC “será puesta al servicio de los militares ucranianos, cuya capacitación estará a cargo de once ingenieros militares que irán a un país miembro de la OTAN, vecino a Ucrania”.
El acuerdo de Colombia con la OTAN, que comenzó a forjarse en el 2013 con la firma de un memorando de intercambio de información y seguridad, fue duramente cuestionado en su momento por Gobiernos de izquierda de otros países latinoamericanos que, como en el caso de la vecina Venezuela, tacharon de “alarmante” ese acercamiento al considerar que abriría “la puerta a la política guerrerista e intervencionista” en la región.
Aliado estratégico extra OTAN de EE.UU.
Además del acuerdo de “socio global”, Colombia fue declarada en mayo pasado como aliado militar estratégico de Estados Unidos fuera de la OTAN, lo que permitirá profundizar con Washington la cooperación en defensa, incluido el acceso a material militar.
El presidente estadounidense, Joe Biden, le comunicó ese estatus a su homólogo colombiano, Iván Duque, durante la visita que hizo a la Casa Blanca en marzo pasado, y lo formalizó en mayo en una carta al Congreso en la que destacó “la importancia de la relación entre Estado Unidos y Colombia y de las cruciales contribuciones de Colombia a la seguridad regional e internacional”.
“Quiero agradecer ese estatus especial que le ha dado el presidente Biden a la relación con Colombia, un país estratégico, un aliado estratégico no miembro de la OTAN. Es realmente la demostración de que seguimos dando pasos hacia el futuro, un apoyo maravilloso de Estados Unidos”, dijo el pasado viernes la vicepresidenta y canciller de Colombia, Marta Lucía Ramírez, en un acto conmemorativo de los 200 años de relaciones bilaterales.
El estatus futuro de Colombia en la OTAN es una de las cuestiones sobre las que podría pronunciarse el presidente electo de Colombia, el izquierdista Gustavo Petro, quien asumirá el poder el próximo 7 de agosto. Petro, quien a los 17 años ingresó en el M-19 -una guerrilla intelectual y urbana que se desmovilizó en 1990 y se convirtió en un movimiento político- ha manifestado en diversas ocasiones su opinión crítica con esta situación.
“La OTAN significa Alianza Atlántico Norte. Nosotros somos del Caribe y el Pacífico y muy pero muy latinoamericanos”, escribió Petro en la red social Twitter en junio del 2013. Sin embargo, a lo largo de la reciente campaña electoral, Petro no se ha referido explícitamente a la OTAN cuando ha hablado acerca de la guerra en Ucrania, ni ha afirmado que sacará a Colombia de la cooperación con la Alianza Atlántica.