El Gobierno argentino anunció el 28 de enero los lineamientos de un acuerdo inicial con el Fondo Monetario Internacional, pero todavía hay muchos obstáculos que superar antes de sellar el trato.
Las conversaciones lograron avances importantes y llevaron a los funcionarios a anunciar un entendimiento sobre temas clave, incluido el ritmo del gasto del Gobierno y la impresión de dinero del banco central. Aun así, las líneas generales dejaron muchas preguntas abiertas sobre los detalles del acuerdo, al tiempo que Argentina busca reprogramar los pagos de alrededor de US$ 40,000 millones de un programa anterior.
Estos son algunos de los obstáculos restantes a cuyas soluciones estarán atentos analistas e inversionistas.
Divisiones políticas
El presidente Alberto Fernández, que gobierna una amplia coalición peronista, enfrenta el desafío de que su facción más radical de izquierda no apoye el acuerdo en el Congreso, donde necesita aprobación antes de enviarlo al directorio del FMI. Se enfrentó a un retraso esta semana cuando Máximo Kirchner, hijo de la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, renunció a su puesto de liderazgo en el Congreso debido a discrepancias con el acuerdo.
“Esto también deja a Fernández en una posición extremadamente débil”, dijo Daniel Kerner, director gerente para América Latina de la consultora Eurasia Group. “Él podría dar marcha atrás y endurecer su postura con el FMI, pero eso dificultaría el trato”.
La propia vicepresidenta no ha comentado sobre el acuerdo tentativo, pero algunos de sus aliados sugirieron abiertamente que incumplir el pago al FMI no sería tan malo. Además de eso, Fernández también necesitará el apoyo de los senadores de la oposición, algunos de los cuales han dicho que, si la vicepresidenta no respalda explícitamente el trato, tampoco lo discutirán.
El Gobierno quiere finalizar un trato antes de que termine marzo, cuando vence un pago de US$ 2,900 millones, luego de llegar a un acuerdo a nivel de personal en algún momento de este mes.
Política monetaria
Fernández enfatizó que no habrá devaluación como parte del acuerdo preliminar alcanzado con el FMI y el ministro de Economía, Martín Guzmán, agregó que Argentina seguirá con la política monetaria administrada por el Gobierno.
Con los controles de divisas en vigor desde el 2019, el principal tipo de cambio paralelo se cotiza a más del doble del peso oficial, que se controla a través de una paridad móvil. Esta brecha agrega presión sobre las expectativas de precios —la inflación está por encima del 50% anual— y hace que hacer negocios sea más difícil para las empresas, grandes y pequeñas. Los funcionarios aún no han explicado su plan para cerrar esta brecha.
También existe la duda de si el acuerdo a nivel de personal incluirá alguna mención de eliminar los controles más amplios, que incluyen una telaraña de restricciones, incluida la prohibición a los argentinos de intercambiar legalmente más de US$ 200 por mes.
Subsidios a la energía
El liderazgo del FMI dice que el Gobierno acordó disminuir gradualmente sus subsidios a la energía, que en el 2021 fueron de casi US$ 11,000 millones. Pero aún no hay detalles sobre cómo se llevará a cabo exactamente ese proceso, y aumentar los precios puede ser la decisión políticamente más delicada en el acuerdo de Argentina con el FMI.
Las encuestas muestran que los argentinos de bajos ingresos equiparan los aumentos de precios regulados por el Gobierno en las facturas de electricidad y agua con un aumento de impuestos. Antes del acuerdo, el Gobierno planeaba que los precios de los servicios públicos subieran solo un 20% este año, incluso con las expectativas de inflación por encima del 50%.
Financiamiento gubernamental
El banco central de Argentina ha acumulado más de 4.8 billones de pesos (US$ 45,600 millones) de deuda a corto plazo. Es casi seguro que un plan detallado de reducción será parte de la “política monetaria apropiada” que los funcionarios del FMI dicen que es importante para que el acuerdo tenga éxito.
El personal del FMI también ha pedido que las tasas de interés superen la inflación. No está claro qué tan rápido el banco central, que no es independiente del Gobierno, planea mover la tasa de referencia actual, que se ubica en 40%, por encima de la inflación anual. Pero las tasas de interés más altas, y los pagos, presentan el riesgo de expandir la carga de la deuda y perjudicar la actividad.
Sustentabilidad
En general, la gran interrogante es si el nuevo programa, el vigésimo segundo entre Argentina y el FMI, es lo suficientemente sólido como para evitar el destino de los acuerdos anteriores, que no lograron levantar la economía propensa a la crisis.
Dado que Argentina ha solicitado un plan conocido como Servicio Ampliado del FMI, es probable que el acuerdo requiera algunas de las llamadas reformas estructurales del país.
El Gobierno ya ha dicho que algunos de los cambios de política incluidos en acuerdos anteriores con el FMI, como la reforma laboral, la privatización de activos nacionales o el rediseño de las pensiones, no serán necesarios esta vez. Eso deja a los observadores de Argentina preguntándose qué acordarán ambas partes como principales herramientas políticas para cambiar el curso de la economía.
Para el FMI, aceptar un programa menos estricto sería una forma de evitar la condicionalidad que en ocasiones anteriores terminó perjudicando políticamente sus acuerdos con Argentina.