China no cede: su designación como país “manipulador de divisas” por parte de Estados Unidos es, a sus ojos, poco menos que una infamia: el banco central reaccionó calificando la medida de “injustificada” y la prensa oficial ya habla abiertamente de cómo afrontar una guerra comercial a largo plazo.
“Se trata una medida caprichosa, unilateral y proteccionista que menoscabará gravemente las reglas internacionales y que tendrá un impacto material en la economía y las finanzas mundiales”, aseveraba anoche el Banco Popular de China (BPC), que niega que exista un problema de manipulación de los tipos de cambio.
La institución financiera esgrime que en el mercado chino de divisas se permite que el renminbi (nombre oficial del yuan) aumente o disminuya en cada sesión de negociación en 2% desde la tasa fijada diariamente, por lo que la devaluación a niveles de abril del 2008 registrada el lunes no deja de ser una fluctuación que entra en los parámetros establecidos.
El BPC quiso calmar los ánimos, después de que la prensa internacional hiciera sonar las alarmas sobre una supuesta guerra de divisas y reiteró su capacidad para mantener el yuan estable en “un nivel de equilibrio y adaptación”, así como su compromiso de hacerlo.
“China nunca ha usado y no usará el tipo de cambio del yuan como herramienta para lidiar con las fricciones comerciales”, apostilló el banco.
Crisis de confianza
La prensa oficial pasó hoy al ataque al asegurar que todo se debe a que “el presidente estadounidense, Donald Trump, busca un chivo expiatorio” y que “esta politizada medida sólo busca abrir la puerta para aumentar aún más los aranceles a China”, después de que éste anunciase nuevas tasas de 10% a US$ 300,000 millones en productos importados del gigante asiático.
Que todo esto quede o no en agua de borrajas depende de si el Fondo Monetario Internacional (FMI) examina o no esta supuesta manipulación del yuan: Pekín confía en que no lo hará y, de hecho, el organismo afirmó hace unos meses que no veía problemas en el funcionamiento de la divisa.
“A corto plazo, los mercados globales se verán sumidos en el pánico por la posibilidad de que la guerra comercial se extienda al ámbito de las divisas”, comenta el economista Wu Jinduo al diario Global Times.
En su opinión, "los mercados se calmarán gradualmente, aunque los rendimientos disminuirán y las fluctuaciones aumentarán".
El oficialista Diario del Pueblo agregaba a todo esto que “China no puede confiar en Estados Unidos” tras los últimos movimientos en Washington, que, según Pekín, rompen la tregua firmada en junio por Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, y hacen que el país asiático confíe cada vez menos en poder llegar a un acuerdo.
Así, la receta de China es la siguiente: no perder la calma y continuar con sus planes, ya que sus expertos ven a la economía nacional con capacidad para resistir a largo plazo.
Resistir a la “mala fe”
En un simposio celebrado en la Universidad del Pueblo tras conocerse la noticia, una decena de eruditos del país asiático clamaron que la subida arancelaria de Trump es "inaceptable y un acto de acoso que mostraba mala fe", y reclamaron que China no pasase por el aro.
En seminario, titulado “Respondiendo a la Mala Fe con Resistencia Estratégica”, el experto Tong Jiadong, de la Universidad de Nankai, apuntó que la estrategia de Washington, de “perjuicio mutuo”, tiene un único objetivo: evitar que la economía china supere a la estadounidense.
Según los académicos chinos, Trump no ha contado con la capacidad de resistencia de China, cuyos sus aranceles apenas han afectado al gigante asiático. “A quien afectaría una nueva ronda de aranceles es a las empresas y consumidores estadounidenses, especialmente en la agricultura”, indicó Lang Lihua, otro analista.
Sus palabras hacen referencia a la medida tomada ayer por Pekín de suspender las compras de productos agrícolas de Estados Unidos después de que Trump les acusase de incumplir sus promesas de adquirir más, algo que seguramente molestará al mandatario norteamericano, a quien le había gustado oír el pasado mes de enero que China iba a comprar 5 millones de toneladas de soja al día.
Entre las medidas que el país ve como "señal inquebrantable" de que está abriéndose en el sector financiero es que el sistema de mensajería global SWIFT lanzó el martes una entidad de propiedad completamente extranjera en Pekín. O el nuevo plan para el Zona de Libre Comercio en Shanghái, que pretende facilitar la inversión extranjera y atraer capitales.
La divisa china, el yuan, rompió este lunes la barrera psicológica de las siete unidades por cada dólar, algo que llevaba sin pasar desde abril del 2008.
Un yuan más débil significa que los productos chinos denominados en dólares son más baratos, algo que ayudaría a frenar el efecto negativo de los nuevos aranceles estadounidenses sobre su competitividad, aunque el precio a pagar será un aumento del coste de las importaciones.
Este miércoles, el yuan se recuperó algo y, aunque la tasa de referencia del BPC para la jornada se mantuvo ligeramente por debajo de 7 por dólar (6.9996), el yuan ‘offshore’ -el cotizado en mercados internacionales- seguía por encima a las 16.00 hora local (08.00 GMT), cuando marcaba 7.0696 por cada dólar.
Esta tasa, no obstante, es 0.9% menor al pico máximo, registrado ayer.