El cáncer de vejiga, mucho menos conocido que el cáncer de próstata, es más común en los fumadores y en los hombres, pero también puede afectar a las mujeres, advierten los especialistas.
“Este cáncer, relativamente frecuente y a veces agresivo, es demasiado poco conocido”, afirma Benjamin Pradère, miembro del comité de oncología de la asociación francesa de urología (AFU), promotora del “mes de la vejiga”.
En Francia afecta a entre 13,000 y 20,000 personas adicionales cada año, principalmente hombres mayores de 60 años, y causa alrededor de 5,000 muertes.
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A falta de un método válido de detección sistemática, las señales de alarma son cruciales.
“¡Orina roja, consulto!”, exhorta el lema de la campaña de sensibilización, en referencia síntoma más frecuente.
La cistitis repetida -sin infección detectada durante la búsqueda de microbios-, o trastornos de la micción también pueden alertar.
El cáncer de vejiga “afecta más a menudo a los hombres, pero suele ser más grave en las mujeres, ya que los síntomas pueden ser malinterpretados y retrasar el diagnóstico”, destaca Pradère.
Fue el caso de Catherine, de 51 años. “Después de un bypass (cirugía bariátrica) a menudo tenía sangre en la orina. El médico pensó que estaba relacionado con la operación. Me envió a ver a un ginecólogo que pensó en micro menstruaciones porque tenía un DIU”, explica a la AFP.
“Seguí así hasta que empezaron las contracciones y la presión constante en la vejiga. Entonces regresé al ginecólogo que me ordenó una ecografía, siempre basándose en su hipótesis de micro menstruaciones o de infecciones urinarias”, continúa Catherine.
“Después de un año no podía evitar ir al baño. Una resonancia magnética mostró finalmente una gran masa en la vejiga”, recuerda esta alsaciana.
A continuación todo se encadenó. “Ocho horas de operación para eliminar la masa y el anuncio de un cáncer infiltrante. Luego vino la extracción de la vejiga, del útero y de los ganglios, seguido de quimioterapia e inmunoterapia”, detalla.
Tabaquismo y contaminantes
La antigua niñera, que no sabe “cuándo ni dónde” podrá volver a trabajar “algún día”, ya no tiene el mismo ritmo de vida debido a la presencia de la bolsita (para sustituir la vejiga) y, “no está a salvo de una fuga, por ello llevo ropa y protecciones de repuesto”, describe.
“Un poco de esfuerzo físico provoca calambres en el vientre”, añade Catherine que aconseja “sobre todo a las mujeres consultar ante la menor duda”.
Aproximadamente “una cuarta parte de los pacientes son mujeres y su proporción aumenta”, según la presidenta de la asociación de enfermos Cáncer de Vejiga en Francia, Lori Cirefice.
El tabaco ocupa el primer lugar en los factores de riesgo. El cuerpo expulsa las toxinas presentes en la sangre a través de la orina, que se almacenan en la vejiga antes de su evacuación.
“Este vínculo entre el tabaquismo y el cáncer de vejiga es desconocido”, comenta Cirefice.
En Europa la incidencia de este cáncer creció en los últimos años, “no solo debido a un aumento de las detecciones, sino también de los fumadores”, según Pradère.
“Pacientes jóvenes llegan a la consulta después de haber sido expuestos a carcinógenos debido al consumo de cannabis mezclado a veces con neumáticos o cemento”, subraya el cirujano Yann Neuzillet.
“Ciertas exposiciones -como el caucho, los colorantes, las pinturas, los cosméticos, algunos hidrocarburos y los plaguicidas en grandes regiones agrícolas- pueden conducir a cánceres de vejiga“, destaca el presidente de la AFU.
Si bien estos cancerígenos están menos presentes que hace 20 o 30 años en el mundo del trabajo, las personas expuestas en el pasado siguen en riesgo.
“Me dijeron que mi cáncer podía venir del cigarrillo, pero también trabajé en muchas fábricas -llantas de aluminio, toallitas para bebés, cereales, calefacción y aire acondicionado para coches-, así que nunca lo sabremos”, enumera Catherine.
Existen varias innovaciones terapéuticas, entre ellas la inmunoterapia, que consiste en reforzar las defensas del cuerpo contra la enfermedad.
En pacientes con un cáncer localmente avanzado o con metástasis, los anticuerpos dirigidos a determinadas moléculas de las células cancerosas (“anticuerpos de la droga conjugada”) también parecen prometedores combinados con quimioterapia e inmunoterapia, según estudios recientes.
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