El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, reanuda este viernes la actividad en su país, tras regresar en la víspera de la cumbre de la OTAN celebrada en Madrid, con la perspectiva de enfrentarse a una segunda Guerra Fría con Rusia muy posiblemente de larga duración por la contienda en Ucrania.
Biden vuelve a su país tras dejar claro que Estados Unidos es quien lidera en la Organización del Tratado del Atlántico Nore (OTAN), donde anunció un aumento de la presencia militar estadounidense en Europa, además de haber contribuido a levantar el bloqueo turco a la adhesión de Suecia y Finlandia a la Alianza.
Todo ello con el objetivo de proteger el territorio de la OTAN, que, según él mismo dijo en la rueda de prensa con la que cerró su asistencia a la cumbre de Madrid, ahora es una organización más fuerte y está más unida que antes de la guerra en Ucrania; un conflicto que distintos interlocutores han augurado que puede ir para largo.
Sin hablar de una fecha, el propio Biden insinuó que la contienda puede alargarse, cuando señaló que los aliados apoyarán a Kiev el tiempo que sea necesario.
Y ante la posibilidad de que el conflicto se expanda a otros países, los socios de la OTAN, y en concreto Estados Unidos, van a blindar el territorio de la alianza.
Nada más llegar el miércoles a Ifema, el recinto ferial de la capital española donde tuvo lugar la cumbre, el mandatario anunció un incremento de la presencia castrense de Estados Unidos en Europa.
En concreto, Washington va a incrementar dicha presencia en seis naciones -Polonia, Rumanía, España, Italia, el Reino Unido y Alemania-, además de la región “báltica”.
En Polonia, Estados Unidos va a establecer un cuartel general permanente, mientras que a Rumanía enviará una brigada rotatoria adicional; a España mandará dos barcos destructores adicionales a la base naval de Rota; y en el Reino Unido añadirá dos escuadrones de cazabombarderos.
En Alemania situará una brigada artillería de defensa aérea, un batallón de defensa aérea de corto rango y una brigada de ingeniería con unos 625 soldados en total; y en Italia, ubicará una batería de defensas antiaéreas, con 65 militares.
Con esta decisión, Biden ha apuntalado el papel de liderazgo estadounidense en la OTAN, tras haber apostado al comienzo de su mandato y antes de la agresión rusa de Ucrania por una disminución de los soldados que Estados Unidos tiene desplegados en el extranjero.
Le falta ahora explicar a la opinión pública estadounidense esta apuesta bélica, en un momento en que está afrontando numerosas críticas a nivel doméstico por la inflación galopante y con un país partido en dos por el polémico fallo del Tribunal Supremo de derogar el derecho al aborto.
Respecto a la carestía, el presidente quiso dejar claro desde el estrado de la OTAN lo que viene repitiendo como un mantra: la culpa de la subida de precios es de Rusia.
Y lo repitió hasta tres veces por si alguien no le había oído bien: “El precio del petróleo es alto por Rusia, Rusia, Rusia”, apuntó Biden en su última comparecencia ante la prensa en Madrid, al tiempo que señaló que la razón de la crisis alimentaria global es “porque Rusia no está permitiendo que el cereal salga de Ucrania”.
Los datos económicos no acompañan a Biden de cara a las elecciones de medio mandato de noviembre en Estados Unidos, donde algunos pronósticos auguran que los demócratas perderán el control de ambas cámaras del Congreso.
El precio de un galón de gasolina (3.78 litros) en Estados Unidos alcanzó el sábado pasado los US$ 5, un récord que se produce cuando el país vive la inflación más elevada en 40 años, al dispararse en mayo al el 8.6%.
Esta nueva escalada de los precios de consumo viene empujada, sobre todo, por el fuerte encarecimiento de la energía.
Más allá de la cumbre de la OTAN, Biden se vio el martes con el jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, y con el rey de España, Felipe VI, en una primera jornada en el país en la que aprovechó para informar el envío de dos destructores adicionales a Rota.
El mandatario llegó a Madrid procedente de Elmau, en el sur de Alemania, donde tomó parte en la cumbre de los líderes G7, integrado por Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia, el Reino Unido, Canadá y Japón, y de la Unión Europea.
En el encuentro en Alemania, los dirigentes de este club de los poderosos amplificaron su condena a Rusia y refrendaron su apoyo ilimitado a Ucrania.
En su agenda para el G7 Biden llevaba sanciones a Moscú, la propuesta de prohibir las importaciones de oro ruso y la imposición de imponer un precio tope al petróleo de ese país.
En su declaración final los siete países más industrializados del mundo establecieron la posibilidad de prohibir el transporte de crudo ruso a menos que su venta respete un precio máximo acordado con los socios internacionales.