El Banco Central Europeo (BCE) probablemente sacará su tasa de interés clave de territorio negativo a fines de septiembre y podría elevarla aún más, dijo la presidenta del BCE, Christine Lagarde, después de que autoridades del organismo defendieron la posibilidad de un alza durante semanas.
Con la inflación de la zona del euro en máximos históricos y en expansión, los comentarios de Lagarde aceleran un giro en la política monetaria, pasando de prácticamente descartar una subida de tasas este año a apuntar varias.
“Basándonos en las perspectivas actuales, es probable que estemos en condiciones de salir de los tipos de interés negativos a finales del tercer trimestre”, señaló en un blog publicado en la página web del BCE.
El gobernador del banco central francés, François Villeroy de Galhau, un estrecho aliado de Lagarde y considerado un centrista en el Consejo de Gobierno del BCE, pareció respaldar la petición, consolidando las expectativas del mercado.
“Si nos fijamos en las declaraciones de la presidenta Lagarde de esta mañana, el acuerdo está probablemente cerrado porque hay un consenso creciente”, dijo Villeroy en un panel del Foro Económico Mundial de Davos. “El principal problema, al menos a corto plazo, es la inflación, sin duda”.
La tasa de depósito del BCE, actualmente su principal instrumento de tasas, está fijada en -0.5%, lo que significa que se cobra a los bancos por aparcar el efectivo en el banco central, y ha estado por debajo de cero desde el 2014 mientras el banco central luchaba contra una inflación demasiado baja.
Sin embargo, los precios se han disparado en los últimos meses, debido a que los costos de los combustibles han subido por factores como la invasión de Rusia a Ucrania y se han extendido a otros productos.
La inflación general de la zona euro alcanzó un máximo histórico de 7.4% en abril, e incluso las medidas que excluyen los volátiles precios de los alimentos y la energía superan con creces el objetivo de 2% del BCE.
Los mercados ven ahora 110 puntos básicos de subidas de tasas este año, o movimientos de más de un cuarto de punto porcentual en cada una de las reuniones de política del BCE a partir de julio.
Algunos temen que un alza de tasas desacelere aún más el crecimiento y pueda llevar a la zona euro de 19 países a una recesión, un argumento que Villeroy rechazó, calificando al bloque de resistente.
“Yo restaría importancia a la idea de una compensación a corto plazo entre la inflación y el crecimiento. A corto plazo, nuestra prioridad es claramente luchar contra la inflación”.
El jefe del Bundesbank, Joachim Nagel, defensor desde hace tiempo de unas tasas más altas, argumentó que es probable que se produzca un crecimiento salarial relativamente rápido, condición previa para una inflación duradera, lo que constituye otro argumento a favor de una política monetaria más estricta.
“Creo que en el segundo semestre veremos cifras elevadas procedentes de las negociaciones salariales”, señaló el jefe del banco central alemán.
Lagarde abrió la puerta a nuevas subidas de tasas hacia lo que los economistas denominan nivel neutral -una tasa que sitúa la producción económica en línea con su potencial- o incluso por encima.
“Si vemos que la inflación se estabiliza en el 2% a mediano plazo, será apropiada una mayor normalización progresiva de los tipos de interés hacia la tasa neutral”, añadió Lagarde.
“Si la economía de la zona del euro se sobrecalienta como resultado de un choque positivo de la demanda, tendría sentido que los tipos de interés se eleven secuencialmente por encima de la tasa neutral”, dijo.
Pero advirtió que el ritmo y la magnitud de esas subidas de tasas no podían determinarse de entrada, ya que la economía se enfrentaba a perturbaciones de la oferta, como las restricciones por el COVID-19 en China y las perturbaciones relacionadas con la guerra en Ucrania.