Egipto, el mayor importador de trigo del mundo, se ha visto forzado a causa de la guerra en Ucrania a cambiar radicalmente de estrategia y ahora confía en la cosecha local del cereal como un camino para reducir su dependencia exterior en los próximos años de este alimento vital en el país más poblado del mundo árabe.
Grandes campos donde abunda el color amarillo dominan el paisaje en la provincia de Qaliubiya, situada en el delta del Nilo (norte de Egipto) y cuya capital es Banha, por la temporada de la cosecha del trigo, que comenzó el pasado abril y se alarga hasta finales de junio.
Aunque este año es diferente. El cultivo de trigo ha aumentado a consecuencia a las medidas del gobierno egipcio para mitigar la crisis alimentaria provocada por la invasión rusa de Ucrania, países de donde procedía hasta el 80% de todo el trigo que consumen los egipcios.
Trigo local hasta final de año
El director de la planta de silos de Banha, Mohamed Auadalá, afirmó que la cosecha local de esta campaña puede suministrar el trigo necesario hasta final del año.
“Este año está prevista una cosecha de alrededor de seis millones de toneladas por la expansión de los terrenos agrícolas” de 3.3 millones de fedanes (1′375,000 hectáreas) de trigo a 3.6 millones (1′500,000 hectáreas), destacó el director.
La mayoría de los agricultores han preferido este año el trigo a otros cultivos por el anuncio gubernamental de que subirá el precio de compra antes de la temporada de siembra, subrayó Auadalá.
El gobierno egipcio paga el grano de trigo a 885 libras egipcias (44.51 euros) por 150 kilos, casi un 23% más que el año pasado, y además ha reducido el tiempo de pago a solo 48 horas, mientras que antes tardaba más, apuntó el director.
La producción prevista, explicó, supera el tamaño de los silos gubernamentales, que cuentan con una capacidad de almacenamiento de 3.2 millones de toneladas, repartida en 44 plantas modernas de silos que cubren las 27 provincias de Egipto.
Ante esto, indicó, ahora deben usarse los almacenes de trigo tradicionales.
Sin embargo, el director se lamenta de que las principales causas por las que Egipto no llegue a la autosuficiencia del trigo son “la superpoblación y la construcción sobre tierras agrícolas”, así como por el aumento del consumo de este grano.
En Egipto, el Estado compra toda la cosecha del trigo a los productores para cubrir su pan subsidiado, imprescindible para la alimentación de la inmensa mayoría de la población.
El país africano, de 103 millones de habitantes, dedica 84,000 millones de libras (casi 4,228 millones de euros) a subvencionar alimentos, de los que 58,000 millones (2,920 millones de euros) son sólo para el pan, que se vende a 5 céntimos de libra egipcia (0.0025 euros) por cada pieza de “aish baladí”, el pan de pita típico de la alimentación árabe.
“Aish” significa literalmente vida en el dialecto local del árabe y a nadie se le escapa que esto se debe a que ese humilde alimento es lo que permite la supervivencia de millones de personas en el país de los faraones.
El aumento de producción
El aumento de las tarifas que paga el Estado animó a los agricultores a sembrar trigo como un cultivo principal en vez de plantar cebolla o guisante, dijo Omar Hadi Yehia, dueño de un terreno en la provincia de Qaliubiya.
“La producción del trigo en la zona fértil del delta aumentó este año” por el retraso de la temporada estival, lo que ayudó “mucho a mejorar la producción y disminuir las pérdidas”, subrayó Yehia desde su campo durante el proceso de trillado del trigo.
A pesar de estas expectativas de cultivo, Egipto aún depende de envíos de cereales del exterior y busca nuevos proveedores en la India o Europa, mientras pide encarecidamente que se resuelva la crisis ucraniana, que expone al país a un severo riesgo alimentario con importantes consecuencias sociales y políticas.
El pasado marzo el Gobierno anunció la prohibición de exportar cinco productos alimentarios básicos, entre ellos el trigo local, para garantizar el suministro.